15 Personas cuyos pies parecen tener vida propia y las llevan a donde alguien necesita ayuda

Historias
hace 2 años

Los estudios demuestran que los actos sinceros de bondad, incluso en cosas pequeñas, hacen que las personas sean más felices. Y cuando estamos felices y satisfechos con nuestra vida, también es más probable que hagamos un gran gesto o alegremos a alguien con nuestra atención o cuidado.

En Genial.guru estamos convencidos de que los protagonistas de esta selección, a juzgar por su amabilidad, deberían volar en alas de felicidad. Su voluntad de acudir al rescate, y siempre en el momento adecuado, es admirable y exige que sus historias sean compartidas.

  • El otro día estábamos en una confitería comiendo pasteles. Vi que el chico que nos había atendido estaba parado detrás de la caja registradora. No tenía ni una silla ni un taburete, nada, y no solo tomaba pedidos, sino que también los servía a las mesas. La jornada laboral era de 10:00 a 22:00. Me acerqué y le pedí el libro de quejas. En resumen, escribí una larga carta a sus superiores, les dije que su negocio no se derrumbaría por el hecho de darle una silla a su empleado, que cómo podían ser tan desconsiderados. La persona que estuvo conmigo ese día pasó hoy por delante de la confitería y me dijo que pusieron una silla para el cajero. Ahora siempre haré lo mismo. © HellgaProtiv / Twitter
  • En una juguetería, un niño y su madre estaban frente a unos transformers. Estaban eligiendo un regalo de cumpleaños para él. Él quería un modelo y su madre trataba de convencerlo de que comprara otro más simple. Finalmente, lo persuadió, pero el pequeño estaba triste, se había desanimado mucho. Yo acababa de recibir el salario, tenía dinero. Y me dio mucha lástima ese niño. Cuando yo era pequeño, también quería una pistola de juguete, un revólver, pero me compraron una de plástico barato, no jugué con ella ni una sola vez. Así que le regalé al niño lo que quería, aunque el precio era un poco alto. Veinte años después, decidí vender mi auto. Fui a un servicio de automóviles, cambié el aceite, los filtros, fui a pagar, pero el mecánico no aceptó dinero. Resultó que era ese niño al que le había regalado un transformer cuando era pequeño. © Sibirskix / Pikabu
  • Era el comienzo de la primavera. Estaba paseando con mi perro por la ruta habitual, a lo largo del río. Y de repente vi a otro dueño de perros que conocía, su nombre era Leo. Se estaba desvistiendo en el banco. Quedé perpleja, pero luego entendí lo que pasaba: en el río, un perro había quedado atrapado en el hielo hasta la garganta. No era el perro de Leo, él tenía dos perros salchicha. Era de una anciana que corría por la orilla, agitando las manos, ya ronca, pero igual tratando de gritar algo. Y Leo se desvistió en silencio y se lanzó tras el perro. Mientras lo arrastraba hacia la orilla, el perro gruñía y lo mordía. Les arrojé mi correa, los ayudé a salir. Luego, a Leo tuvieron que coserle las mordeduras y contrajo neumonía. ¡Pero es un hombre con mayúsculas! © Svetlana Koverga / Facebook
  • Mi esposo y yo estábamos conduciendo a casa. Era tarde, invierno, había escarcha. Mi esposo de repente redujo la velocidad y me dijo que abriera rápido la puerta trasera. Sin entender nada, la abrí. Él gritó: “¡Sube al auto, rápido!”. Era una chica de unos 18 años, apenas vestida, con unas botas puestas sobre los pies descalzos, con la cara llena de lágrimas y el maquillaje corrido, y detrás de ella corrían unos chicos, eran como 5. Mi esposo preguntó a dónde debía llevarla: a la policía o a su casa. Ella seguía llorando, dijo que no tenía dinero para pagarnos. Mi marido volvió a preguntar adónde llevarla. Pidió que la lleváramos a la casa de una amiga. La llevamos. Tenía muchas ganas de regañarla, pero no lo hice. Nos acabábamos de casar y estábamos planeando tener un bebé. Sentí mucha lástima por ella. © Marina de Yablokova / Facebook
  • Había un chico joven en mi empresa que acababa de ser contratado. Era muy pobre. Me di cuenta de que llevaba dos tenis diferentes, muy viejos. Un día, vi sus zapatos junto a los míos, y así descubrí su talla. Le compré un nuevo par de tenis y lo puse en su escritorio temprano por la mañana para que nadie supiera que lo había hecho yo. Escribí en una nota que los tenis nuevos eran para él. Cuando lo vi llorar de felicidad, yo mismo me sentí muy feliz. © Mac2311 / Reddit
  • Tuve un fuerte resfriado y pedí comestibles con entrega a domicilio. Luego, pedí unos medicamentos de la farmacia. Tenía fiebre, casi estaba delirando, no me traían nada, pero mi ex no paraba de llamarme por teléfono. Lo ignoré orgullosamente, por la noche dejó de llamar, y por fin sonó el timbre. Corrí a abrir, esperando ver al chico del delivery, pero allí estaba mi ex con comida y medicinas. Había averiguado mi dirección a través de unos amigos y trajo mis pedidos porque los habían enviado a la dirección donde vivíamos juntos. Así fue como nos reconciliamos. © Oídoporahí / Ideer
  • Crecí en un orfanato. Teníamos nuestro propio estudio de arte, pero para obtener una educación artística, decidí inscribirme en una escuela especializada. Un día, estábamos pintando manzanas, y la maestra preguntó: “¿Dónde están tus acuarelas?”. Señalé la mía, de 12 colores. Y ella: “No pintamos con esto. Necesitas una acuarela profesional, ’Neva Palette’”. Todos en la clase miraron en mi dirección y me sentí muy avergonzado. Triste, volví al orfanato y allí estaba mi maestra de arte. Vio que estaba triste, me tranquilizó, me dio una taza de té y me convenció de no dejar lo que había comenzado. Al día siguiente, llegué a nuestro estudio de arte, mi maestra no estaba allí, pero sobre la mesa estaba la ’Neva Palette’, pinceles profesionales y una nota: “¡Estudia! ¡Tienes todo por delante!”. © Assatur11 / Pikabu
  • Uno de los momentos más aterradores de mi vida fue cuando casi me despido de la vida frente a mi hijo. Mi hijo y yo salimos del parque, me puse un caramelo en la boca. Y entonces le dije algo a mi hijo, el caramelo se me deslizó por la garganta, y listo, era el fin, sentí que no podía respirar. Salí corriendo del auto, tratando de detener a la gente en la calle, sentí que estaba por desmayarme. Una pareja se detuvo. Con un gesto mostré lo que pasaba, puse las manos del chico en la posición correcta, porque él no entendía muy bien cómo dar los primeros auxilios. Después de unos 4 empujones, el caramelo salió. Lo abracé con fuerza, y mi hijo y yo seguimos camino. © Bobothemd / Reddit
  • Fui a un restaurante en el centro de la ciudad. Estaba a 30 minutos de viaje, así que le pedí prestada a mi madre una tarjeta de metro que sirve durante un año. Para mí, esta tarjeta era bastante cara, pero se me cayó del bolsillo y quedó debajo de la mesa. Llegué a casa desde el restaurante sin siquiera darme cuenta de que la había perdido. Entré a casa, no encontré la tarjeta y entré en pánico. Regresé al lugar justo antes del cierre, expliqué la situación y la mesera recordó que había tirado la tarjeta a la basura pensando que estaba vacía. Estaba lista para escarbar la basura, pero otra camarera, al escuchar nuestra conversación, la desenterró ella misma y me la trajo. Las palabras no pueden expresar lo agradecida que estaba con ella. © BadlyPk / Reddit
  • Me rompí la pierna y estaba yendo lo mejor que podía por el campus con muletas bajo una lluvia torrencial. Y entonces un desconocido amable corrió hacia mí con su paraguas y me acompañó a través del campus para que no me mojara con la lluvia. © Mads_83 / Reddit
  • Una vez, cuando tenía 14 o 15 años, iba en mi bicicleta a toda velocidad para llegar a tiempo a la hora en que tenía que regresar a casa. Y luego mi rueda se deslizó hacia un lado, y recibí un golpe bastante fuerte en el codo y en la cabeza; en ese momento, los cascos apenas se usaban. Mi bicicleta también estaba rota. No sé cuánto tiempo habría estado al costado del camino antes de poder regresar a casa si no fuera por una pareja. Estas amables personas me ayudaron a levantarme, fueron hasta una cabina telefónica, me llamaron un taxi y lo pagaron; todavía me quedaban unos 8 km para llegar a casa. Cuando llegué, mis padres me llevaron al hospital. Afortunadamente, mis heridas no eran demasiado graves. © affordable_firepower / Reddit
  • Un día, antes de un fuerte aguacero, vi a un pequeño perro corriendo por el camino. No era una carretera muy transitada, pero había bastantes autos, así que me detuve para bloquear el tráfico y lo recogí. Para entonces ya estaba lloviendo y los dos terminamos empapados. Lo envolví en una de mis chaquetas de punto y lo abracé. Tuve que faltar a una cita mientras trataba de encontrar un refugio de animales local y al final llevé al pequeño a la estación de policía. Cuando llamé allí unas horas más tarde, resultó que el perro ya había sido devuelto a sus dueños. © ee112358 / Reddit
  • Ha estado lloviendo todo el día hoy. Debajo del puente del ferrocarril por donde caminaba, el agua se había acumulado en la acera y los autos pasaban volando a gran velocidad e inundaban el camino, por lo que era imposible pasar. Y entonces apareció un hombre conduciendo un tractor, vio eso, me tocó la bocina y comenzó a avanzar lentamente, dándome la oportunidad de ir en paralelo. Fue un acto pequeño, pero una gran ayuda. © Istorii.ru / Pikabu
  • Una vez, regresábamos a casa con un amigo y vimos a un anciano apoyado contra un árbol en una posición extraña. Nos acercamos y le preguntamos qué le pasaba. Y resultó que tenía un problema con la espalda: si soltaba el árbol, se caería. En resumen, mi amigo y yo lo tomamos por debajo de los brazos y lo llevamos a su casa. Quisimos llamar a una ambulancia, pero entonces llegó su vecina y dijo que eso era algo común para él, y ella sabía qué hacer. © Serguéi Krasov / Facebook
  • Tuve un accidente. Estaba tirada al costado del camino en el lodo, y una joven corría a mi alrededor, diciendo que la ambulancia llegaría pronto, y me quitaba el oro por si acaso. Bueno, le agarré la mano y le dije que tomara también el dinero de la guantera. En el hospital, me trataron y ya me había despedido mentalmente de aquel dinero. Pero luego ella vino y me trajo naranjas. A las 3 semanas me dieron de alta. Fui a su casa con un pastel. La entrada del edificio olía a gatos y a orina, estaba muy sucio. Toqué el timbre y me abrió. Vivía en un monoambiente pobre, pero limpio. Una niña de unos 3 años salió corriendo a mi encuentro. Resultó que la joven no tenía parientes, había conocido al amor de su vida y quedó embarazada, pero su amor se evaporó. Ahora lavaba los pisos en las oficinas, y la pequeña se quedaba con los vecinos y en el kínder. Tomamos té, ella me trajo mi oro y el dinero, nos despedimos. Me subí al auto y comencé a llorar. Cuando terminé, volví. Le dije: “Aquí hay 3000 USD. Quédatelos. Aprende a hacer manicura y pedicura, trabajarás desde casa y no tendrás que dejar a la nena en ningún lugar”. En este punto, la que comenzó a llorar fue ella. Apenas logré que aceptara el dinero. Han pasado seis meses, se graduó y ahora trabaja desde casa. Hizo reparaciones y fue con su hija por primera vez al mar. © ivettaek / Pikabu

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Comentarios

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ME GUSTARON TODAS LAS ANÉCDOTAS , pero me impreciono la del chico que se lanzo al agua por el perrito, y de la pareja que rescato la chica de los 5 hombres

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