18 Mamás que recibieron consejos de crianza que parecen sacados de una película

Historias
hace 1 año

Más de una vez hemos leído o escuchado que no existe un manual para ser padres, sin embargo, cuando un bebé llega a casa, o mientras va creciendo, los consejos pueden llegar de todos lados. Algunos, aunque sean desde el amor, o vengan de generación en generación, podrían ser bastante extraños, y su efectividad, dudosa.

  • Cuando nació mi primer bebé, mi mamá me decía que tenía que envolverlo bien con una cobija delgada para que quedara como si fuera un rollito y no pudiera sacar las manitas, eso porque, según me dijo, si él veía sus manos, se iba a asustar. Con mi segunda bebé decidí arriesgarme y no envolverla así, mi hija nunca se espantó con sus manos.
  • El consejo que recibí de una de mis abuelitas, y con el que se puso muy seria, es que después de bañar a los bebés, lo primero que se les tiene que poner son los calcetines, porque, me explicó, el frío podría entrar por ahí y entonces enfermarlos. Por precaución lo que hacía era secar a mi bebé, taparlo con una manta y sí, ponerle primero los calcetines.
  • Eran los primeros baños que le daba a mi bebé, era muy pequeño, y para protección mi mamá me dijo que cuando empezara a bañarlo lo primero que le tenía que hacer con el agua era una cruz en la cabeza, y ya después comenzar con el baño. Lo hice para tenerla contenta y para que no se preocupara.
  • Una abuelita de mi esposo me dijo que si les cortas el cabello a los niños antes de que cumplan un año, eso podría ocasionar que no hablen. No me explicó por qué, pero preferí hacerle caso y dejar que su melena creciera hasta después del año.
  • Me dijeron que la ropa de los bebés no se debe quedar secando por la noche porque le puede dar el sereno, que es esa brisa que a veces cae en las madrugadas. Creo que esto se sustenta en que la ropa quedaría medio mojada y podría hacerles mal.

Sin duda, las creencias y los consejos en torno al cuidado y la protección de los hijos son muchos, como podemos leer aquí y también en este artículo, donde una experta comparte algunos tips de crianza.

  • Es extraño, pero mi mamá me contó que así tenía que ser para que quedara bien su ombligo. Dice que cuando se baña al bebé, el ombligo no se debe mojar, por lo que hay que ponerle un poco de aceite vegetal en esa parte, para que el agua no penetre, y posteriormente taparlo con un trapo de algodón. Hice eso con mi hijo y su ombligo está perfecto.
  • Cuando era pequeña mi abuelita tenía una sábila gigante en el patio y todos los días antes de irme al kínder, ella cortaba un pedazo y la usaba para peinarme como si fuera un fijador. Mi cabello crecía mucho y estaba muy sano gracias a eso. Otra era que cuando nos enfermábamos y nos daba fiebre, nos ponía tomates calientes en el pecho, la espalda y los pies. Supongo que para bajar la fiebre, pero yo solo recuerdo lo incomodísimo que era y que después olía a salsa todo el día.
  • A mí me cuenta mi mamá que cuando era bebé me daba hipo muy seguido, entonces mi abuela le decía que me pusiera un pedacito de estambre rojo con su saliva en medio de la frente, no sé qué tiene que ver, pero casualmente se me quitaba. También ahora como mamá comprobé otro truco de mi abuela, a mi hijo se le ponían los ojos rojos constantemente cuando era un bebé, entonces le colocaba una gotita de leche materna en el ojito y se le quitaba el enrojecimiento rápidamente.
  • Cuando tuve a mi bebé, una familiar le regaló una especie de chaleco rojo hecho con una tela que se usa para los paños de limpieza. A mí me resultó muy raro, pero fue entonces cuando me enteré de que en esta región de mi país es algo muy común, y se cree que los protege de los resfriados por el frío (que siempre hace aquí).
  • A mi bebé recién nacida le costó subir de peso los primeros meses. Un día estábamos en una reunión y una señora se me acercó y me dijo que si quería que mi bebé aumentara de peso, tenía que darle el pecho desnuda. Yo no entendía, y me seguía diciendo: “Cada vez que la vayas a amamantar, tienen que estar las dos desnudas por completo. Si estás en otra casa que no sea la tuya, pides un cuarto; si estás en la calle, busca un baño. Ya vas a ver que es un abrir y cerrar de ojos, la niña va a duplicar el peso”. Yo no lo podía creer, me pareció una locura, además estábamos en invierno.
  • Mi abuelita le regaló a mi bebé una pulsera hecha con un hilo rojo y una semilla que se conoce como ojo de venado. Me dijo que era para cuidarlo del mal de ojo, porque a veces, cuando son pequeños, la gente voltea a ver a los bebés y tienen la mirada pesada, lo que puede hacer que los pequeños se enfermen por las malas vibras.
  • Una vez fuimos a una fiesta familiar, mi hija tenía apenas unos meses de nacida, y la familia se acercaba para verla y decirle cosas tiernas y bonitas, por la ternura que da un bebé. De repente se acercó una tía ya mayor y me dijo que si estaban chuleando a la bebé, era mejor que le dieran la mano, para que no le echaran el mal de ojo.
  • Cuando mi hermano era un bebé lloraba demasiado, no importaba si estaba en su cunita o si lo traía cargando mi mamá, él lloraba y lloraba. En el pueblo donde vivíamos, decían que eso era porque la bruja se lo quería llevar, entonces le dijeron a mi mamá que pusiera unas tijeras abiertas y un traste con agua debajo de su cuna para que la bruja se asustara. No sé qué fue, pero mi hermano dejó de llorar unos días después de eso.
  • Esta recomendación tiene sentido, aunque cuando me la dieron lo hicieron como por el lado de que era para proteger de los malos espíritus, lo cierto es que es para que el bebé no se ahogue estando solito. Mi abuelita me dijo que siempre que estuviera solo o que yo no tuviera la mirada solo en él, debía ponerlo de ladito, jamás boca arriba.

Ser madre o padre es una experiencia que nos llena de amor, y que también nos muestra que no todo es sencillo; pero quienes lo hemos vivido sabemos que todo vale la pena.

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