18 Personas que compartieron las experiencias más terroríficas que vivieron

Historias
hace 6 meses

La vida puede estar llena de sorpresas. Algunas son agradables y, otras, insólitas. Pero hay veces en que surgen cosas que van más allá de nuestra imaginación. O, al menos, esto les sucedió a nuestros lectores, quienes quisieron compartir algunas experiencias extrañas que les hicieron sentir, por unos instantes, como si fueran protagonistas de una película de misterio.

  • Hace muchos años me quedé a dormir en una quinta de un tío en Macuspana, Tabasco. Estaba solo porque mis amigos se fueron a parrandear y yo no quise ir; había algunos libros y me puse a leer, hasta que de pronto se fue la luz. Estaba muy oscuro y apenas se veían luces en las casas distantes, estaba a las afueras del pueblo. Quise conciliar el sueño cuando de pronto empecé a oír golpes en la pared de mi cuarto, pensé que mis amigos me querían espantar. Me armé de valor y abrí las cortinas y cuál fue mi sorpresa al ver un par de ojos enormes y brillosos y cuernos enormes. Era una vaca que se escapó del rancho contiguo y se fue a la casa a rascarse la cornamenta. No pude dormir el resto de la noche. © Limón Chávez Victor / Facebook
  • Una prima se levantó de madrugada a preparar su lonche y al salir del cuarto se puso a gritar histérica. Llegó su mamá para ver que le pasaba y, llorando asustada, le dice que vio una mujer greñuda enfrente de ella. Se le olvidó que había un espejo en el pasillo, ja ja ja. Esto es real, a mi prima todavía le hacen bromas. © Victoria Garcia / Facebook
  • Una madrugada empecé a escuchar cómo un gato muy grande estaba corriendo en el techo de mi apartamento. Vivo en un segundo piso. Cuando se escuchó que corrió, no sé si brincó o voló, porque escuché que estaba corriendo, pero nunca sentí que cayera o brincara. Abajo mis vecinos tienen lonas y nunca se oyó el ruido, ese sonido del gato grande lo escucho mi esposo también. Nos quedamos con cara de: “¿Qué fue?” Al día siguiente nos preguntamos bien qué escuchamos ambos y nunca supimos qué fue, pero parece que esa cosa salió volando. © Norma Guillermo / Facebook
  • Mi ex trabajaba de noche y él me decía: “No te levantes, yo cierro con llave”. Ese día oí que salió y cerro las 2 chapas con llave y me dormí. En eso oí que abrían la puerta y pensé: “se le olvidó algo”. Alguien entró arrastrando los pies y haciendo mucho ruido al respirar. Sentí que se acercó cerca de mi oído, yo me congele, no podía moverme, y con una voz gutural me dijo en el oído: “yo voy a venir más tarde por ti.” Había un olor fétido en mi cuarto, sentía y oía su lengua moverse dentro y fuera de su boca, como que quería tocarme el oído. No podía moverme, pero en mi mente grité: “¡No! ¡Por el poder de Dios, no vuelvas! ¡Vete de mi casa!”. Sentí que se dio la vuelta y se marchó arrastrando los pies, abrió la puerta y salió.
    Pegué un brinco de la cama, prendí la luz, miré alrededor y había un olor a tierra podrida, mojada. Toda la noche estuve despierta, con todas las luces prendidas. Afuera de mi ventana oía como alguien caminaba de un lado al otro, esperando que me durmiera. En la mañana llegó mi pareja y me preguntó: “¿Por qué hay mucha tierra en la alfombra?”. Yo le dije: “no sé, tuve un mal sueño”. Y le conté. Solo me miró y me dijo: “Existen las malas energías y los malos espíritus. No pienses más en eso porque le vas a dar más fuerza y te va a seguir molestando”. Cuando dormía de noche oía un caminar lento y veía a un ser descarnado, sin pelo, sin párpados, caminando por la calle rumbo a mi casa. Descubrí que había un panteón a 4 bloques de mi casa y le dije a mi pareja: “Hay que irnos de aquí”. Y nos fuimos. Nunca más lo volví a recordar hasta hoy. © Becky Galicia / Facebook
  • Una noche estaba dormida y noté un peso en los pies, como si alguien se acostara encima de ellos. Pensé que era mi perrita chiquita y levanté los pies para que se fuera. Cuál fue mi sorpresa cuando oí un ruido de caerse al suelo y, con la misma, el llanto de un niño. Era mi hijo de dos años que se acostó en mis pies. © Maricarmen Figueira / Facebook
  • Tenía la mala costumbre de lavar aún de noche aprovechando más el tiempo. Salí y al colgar la ropa sentí pavor, vi sombras y rarezas y escuché ruidos extraños... Corrí a la casa y cerré frenéticamente. Nunca volví a hacerlo, pero tampoco supe qué pasó © Graciela T Tajan / Facebook
  • Una noche estábamos en la casa de campo de mis padres y nos habíamos quedado despiertos hasta muy tarde porque mi bebé estaba muy inquieta. Lloraba mucho y no se podía dormir. Cuando ya por fin la pudimos dormir y creíamos que ya íbamos a descansar, sonó un terrible estruendo. Se había caído la puerta de la terraza, que por esos días estaba sobrepuesta. Y como tenía vidrios y era metálica, ya se imaginarán el escándalo tan tremendo. ¡Fue un susto horrible! © Jenny Bern / Facebook
  • Sentí que me tocaban unas uñas largas por encima de la sábana y no era mi perrita, ella dormía. Yo estaba sola, quizás tenía miedo y era una pesadilla, pero también he sentido que me acariciaban un brazo y me despertaba. No vi a nadie. © Yolanda Toledo Medina / Facebook
  • Me despertó un ruido extraño como a las 3 de la mañana y nos empezó a caer arena en la cara. Sentimos que la casa se estaba cayendo, pero no temblaba. Lo que pasó es que el tirol del techo se cayó. Cuando salimos a la calle mi esposo y yo, los vecinos pensaron que nos habíamos peleado. Les explicamos lo que pasó y tuvimos que ir al hospital © Soco Ramos Ocampo / Facebook
  • Una madrugada nos despertamos mi esposo y yo, al escuchar ruidos en la ventana, y vimos algo que parecía ser una rata enorme, pero resultó ser un tlacuache joven. El pobrecito se resguardó porque cerca de la ventana había un rosal alto y se sintió seguro, se quedó ahí y se durmió. Despertó al anochecer y se fue a la media noche, trepó por la reja de la ventana y subió al techo. © Lorena López / Facebook
  • Yo estaba plácidamente dormido en la casa donde vivíamos mi hermana, mi sobrinito y mi cuñado. Agarré un cuarto separado de la casa, tenías que subir por la parte de fuera (era un patio) y luego las escaleras a la intemperie. El cuarto tenía puerta de lámina y, de repente, escuché santos golpes a la puerta. Brinqué a madres, neta, casi topaba en el techo. Pues era mi sobrinito que con tremendas patadas me despertó. No me dio azúcar de milagro, cuál zombi o algo de extraterrestres. © Miguel Angel Hernandez / Facebook
  • Pasadas las 3 am despierto con sed, voy y tomo agua del velador. Mi ventana estaba iluminada por la luna de esa noche. Traté de conciliar el sueño y me puse a dar vueltas para evitar la luz lunar. Entonces sentí algo extraño a mis espaldas, giré rápido y veo una figura alta con cara alargada, como si tuviera un hocico de oso hormiguero. Estaba muy cerca de mi cabeza, pegué un grito y esa cosa abre los brazos y se tira hacia atrás, donde estaba la ventana. Mi marido saltó a prender la luz. Eso desapareció. Con el pasar de los años nunca olvidé ese episodio. De eso hace 15 años.
    Hace dos años aproximadamente, y dado por unos mareos, fui al doctor pensando que sería vértigo. Me pasan a la máquina para resonancia magnética, lo interrumpen 4 veces y me buscan algo en la cabeza. Me asusté.
    Al salir pasé por la consulta del doctor y le avisé que ya me había hecho la resonancia. Me dijo que no me fuese y que por cuenta de la clínica me harían un escáner. “Qué extraño”, pensé. Me lo hicieron y luego el jefe de resonancia y mi doctor me indicaron que esperase. Al rato, me volvieron a llamar y me dijeron que tengo una placa metálica en el lado izquierdo de mi cabeza. El mismo lado en el que estaba esa cosa que me visitó. Yo nunca me había hecho una resonancia, solo sabía que cada vez que viajaba sonaban los sensores de metales en el aeropuerto. Nunca más volví al doctor. © Angie Soto Avalos / Facebook
  • Trabajaba en una pequeña oficina dentro de una bodega. Eran como las 11 de la noche, yo solita todo oscuro a mi alrededor, apurada por terminar las facturas. Cuando sentí que me miraban y de repente, un remesón en la puerta. Veo solo unos ojos mirándome y pegué el grito de mi vida. Era el gerente preocupado porque yo todavía estaba trabajando. Me asusté muchísimo. © Janet Pinto / Facebook
  • Segunda madrugada en mi nueva casa. Me despierta un golpeteo en el vidrio de la ventana de la cocina, a la que no se puede acceder sin pasar por los patios de los vecinos. Vivo sola. Se me congeló la sangre. Cuando tomé coraje me asomé y vi un pájaro que golpeaba una y otra vez el vidrio con su pico. Ahora, después de más de un año, lo extraño cuando no viene con los primeros rayos del sol. © Alejandra Gaggero / Facebook
Ten en cuenta: este artículo se actualizó en agosto de 2023 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.

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