19 Personas fueron de compras y lo único que recibieron fue un momento incómodo

Historias
hace 1 año

Salir a comprar puede ser una tarea relajante, hasta que te topas con los clones del Grinch en el supermercado. El personaje principal de estas historias compartidas por usuarios es ese empleado que no deja de seguirte porque cree que te guardaste uno que otro producto en la bolsa. Pero quienes se llevan la estrellita en la frente por sus reacciones ingeniosas son los clientes.

¿Qué fue lo más gracioso o vergonzoso que te sucedió mientras hacías las compras?

  • Desde que entré a un supermercado, sonó la alarma. Checaron mi bolso y, como solo traía el celular y el dinero, el guardia me dijo que pasara. Me di cuenta de que durante todo el tiempo que pasé en la tienda, ellos me estuvieron vigilando. Pagué mis cosas y a la salida volvió a sonar la alarma. El otro vigilante me preguntó si había comprado un desodorante o algún electrodoméstico. Le dije que no y me respondió: “Qué raro”. Después se dieron cuenta de que lo que sonaba eran los tornillos de titanio que tengo en un hombro. © Rosy Torres / Facebook
  • Una vez, entré a una tienda de ropa. Tenía mucha prisa y llevaba otras compras. No tardé más de 5 minutos en elegir la prenda y pagarla, porque era para hacer un regalo. Al salir, el vigilante me revisó los bolsos. Fui rápidamente a tomar un taxi. En el trayecto, quise ver la hora en el celular y me di cuenta de que había desaparecido. Tenía el tiempo justo para llegar a la central de autobuses, por lo cual no pude regresar a reclamar. © Erika Medina / Facebook
  • A mí me detuvieron en la entrada del supermercado porque sonó la alarma. Me llevaron a un apartado para revisarme con un detector y resultó que era una billetera que había comprado en otra tienda y a la que no le habían quitado la alarma interna. Me pidieron perdón, pero el mal rato lo pasé yo cuando observaba a las personas detenerse a “ver al ladrón”. © Jose Recio Rosa / Facebook
  • En noviembre, fui de compras con mi hija y al ingresar noté que el guardia nos seguía mucho. Me enfadé y subí a la planta alta, pero ahí otro vigilante nos empezó a seguir. Me harté de estar ahí y nos fuimos. Cuando llegamos a casa, al ponerme la pijama me di cuenta de que traía una calceta larga y un calcetín pequeño. Antes de ir de compras, me había cambiado los zapatos y me dejé los calcetines disparejos. Quizá por eso llamé tanto la atención. © BeeNi Mors / Facebook
  • Estudio Biología. Cuando estaba en la licenciatura, tenía un novio que se vestía medio descuidado, igual que yo. En alguna ocasión, fui a una tienda de deportes y a la hora de salir nos revisaron las mochilas. A mí normalmente no me molesta que vean lo que traigo, el problema fue que esa vez traía una boa que nos habían dado porque estaba “inválida”. Imaginen la sorpresa que se llevaron cuando saqué al animal para mostrar lo que tenía en la mochila. Cabe mencionar que, hasta la fecha, esa boa está en el laboratorio de herpetología de la universidad. © Sunia Wong / Facebook
  • Recuerdo que cuando estaba recién operada de la rodilla, un guardia me siguió en el supermercado. Le dije que si iba a andar conmigo, hiciera algo útil y me ayudara con el carrito y a hacer mis compras. Y sí lo hizo. Hasta me ayudó a llevar mis bolsas al auto. Fue tan bueno ver su cara de sorpresa y que no pudiera decir que no. © Isabel Mendez / Facebook
  • Antes, vivía en una casita que estaba justo arriba de una gasolinera, y allí me pasó algo muy chistoso. Tenía la manía de llegar del trabajo y quedarme en el auto respondiendo mensajes en mi celular. Un día, me quedé ahí como media hora, hasta que dos policías tocaron mi ventana. Me preguntaron qué estaba haciendo a esas horas de la noche en la gasolinera, que ya llevaban dos noches viéndome ahí, que esa era la tercera. Yo solo les pude responder que mi casa estaba ahí mismo. © Eliana Pérez Luis / Facebook
  • La encargada de un almacén en Málaga era amiga de mi mamá. Un día, mi madre entró y, como no compró nada, salió por el lado que decía “Salida sin compra”. Entonces, la encargada, que en ese momento estaba cerca, la vio y le gritó: “¿Hoy que te llevas, Lola?”. Mi madre, muy tranquila, le respondió en voz alta: “Un pañuelo bonito que me ha gustado”. Todos los que estaban por ahí se quedaron mirándola, pero ella siguió muy tranquila hasta la salida. © Jose Recio Rosa / Facebook
  • Fuimos a comprar pollo. Nosotras, todas inocentes, pensábamos que la caja era de 8 kilogramos, así que pagamos dos cajas. Después nos dimos cuenta de que cada caja era de 16 kilogramos. © Alejandra Ru Va / Facebook
  • Una vez, estaba de compras en el supermercado. Como me tardo leyendo las etiquetas de los productos, un guardia estaba siguiéndome de pasillo en pasillo. Hasta que por otro lado alguien salió corriendo con algo que se estaba robando. Yo miré al vigilante y moví la cabeza como diciendo: “Por payaso te pasó”. © Victoria Galaz Guajardo / Facebook
  • Una vez, me saqué el calzón enfrente de un guardia que no dejaba de seguirme. Lo hice de forma muy evidente y, en ese momento, se fue para no regresar. © Cristina Calderón / Facebook
  • En una ocasión, iba a entrar en una tienda de importaciones y el empleado que estaba en la puerta me dijo: “Bienvenida. Para entrar, debe de estar dispuesta a que revisen su bolsa al salir”. En ese momento, me di la media vuelta y me fui. © Diana Holguin / Facebook
  • Voy seguido al mismo supermercado, pero un día dijeron por el altavoz que giraran la cámara del área de damas. Yo estaba ahí y, al voltear a ver quiénes más estaban cerca, no había nadie, solo estaba yo. Desconfiaron de mí. © Cecilia Velez Murillo / Facebook
  • Hace como 3 años, fui a comprar al centro de la ciudad donde vivo. Estaba entrando en una tienda y el empleado de paquetería, que también era de seguridad, me pidió que dejara mi bolso de mano. Ahí tenía mi dinero, celular, identificaciones y tarjetas. Le pregunté si estaba bromeando y me dijo que no, que por las fechas decembrinas todos los clientes tenían que dejar todas sus pertenencias en paquetería. Miré hacia adentro de la tienda y no había ni un solo comprador. Entonces, le pregunté al chico cómo se llamaba el establecimiento. Me dijo “Sensación”, y yo le respondí: “Pues tengo la sensación de que no volveré aquí”. © Isa Caamal / Facebook
  • Un día, en un supermercado, estaba en el área de frutas y verduras y vi cómo el señor que acomodaba la mercancía no dejaba de mirarme. Después me di cuenta de que era porque se me había caído un billete de 500 pesos. Cuando llegué a la caja, ya no lo tenía. No encontré ni al señor ni el billete. © Frida Doxie / Facebook
Imagen de portada BeeNi Mors / Facebook

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El año pasado estuve en Madrid y fui al Corte Inglés que está cerca del km 0. Ahí noté que uno vigilante y otro empleado me estaban siguiendo. tomaban la escalera mecánica pocos metros detrás de mí y si no seguís subiendo, daban vueltas por el piso donde yo veía algunas cosas.

en un piso alto, fui al baño y pocos segundos después, ambos hicieron lo mismo. entonces lo vi y les pregunté ¿alguna razón particular por la que me están siguiendo? En ese momento lo negaron repetidamente, pero era muy evidente.

recuerdo que les dije "mejor busquen otro trabajo, porque para esto no sirven. Yo trabajé en investigaciones en la Policía de mí país y a cualquiera que hubiese sido tan inepto como ustedes, lo habrían matado los delincuentes." Abrieron los ojos impresionados por es posibilidad, ya que en España no se maneja el mismo nivel de violencia. Entonces les dije "ahora váyanse al carajo y déjenme mear en paz" y les abrí la puerta por dónde salieron rápidamente.

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