21 Situaciones tan poco probables como encontrar un trébol de 4 hojas

A veces una buena historia se arruina fácilmente cuando ocurren “coincidencias” que hacen que la trama se vea muy forzada. Como, por ejemplo, que el protagonista resulte ser el hijo perdido de un millonario con el que casualmente se reencontró. Sin embargo, en la vida real existen coincidencias tan alocadas que nos pueden demostrar que los escritores no exageran; más bien, se quedan cortos.

¿Alguna vez viviste una casualidad cuya posibilidad de suceder era de una en un millón?

• Me llegó una carta que decía que tenía una deuda de dinero muy alta. Estaban todos mis datos personales, como fecha de nacimiento y demás. Resulta que era de una mujer que había vivido en mi casa antes que yo y tenía los mismos datos, fue todo un reto para mí demostrar que era la persona equivocada. © Maria Socorro Castillero / Facebook
• Mi padre se llamaba Guadalberto Villarroel Guzmán y trabajó en la escuela Guadalberto Villarroel. Nuestra casa estaba en la avenida Guadalberto Villarroel, en un pueblo. Yo estudié en la secundaria en el colegio Guadalberto Villarroel. Actualmente, tengo mi casa en la avenida Guadalberto Villarroel, la cual está a 70 kilómetros, ya en la ciudad. Cosas del destino. © Villarroel LR / Facebook
• Un día fui a una cita médica y el doctor me empezó a hablar de enfermedades que yo no tenía. Se había equivocado con una mujer con mi mismo nombre y apellido, menos mal que comprobó el documento. ¡Si no, me operaban de la vesícula! © Mayka Arroyo / Facebook
• Soy artista plástico y me anoté en un listado de artistas de mi ciudad. A pesar de que fui admitido, mis obras salen con la foto de otro que se llama igual, tiene la misma edad, es pintor y su documento empieza igual; incluso coinciden los dos nombres y el apellido, que no son comunes. © Enrique Mazzoni / Facebook

• Un día llamó por teléfono una mujer preguntando por su esposo. Tenía el mismo nombre que el mío; después de reclamarle y decirle que yo era la esposa, le pregunté bien los nombres y resulta que tenía otro apellido. Casi mato a mi marido. © Raquel Reyes / Facebook
• Mi abuelo y una bisnieta, con tres generaciones de por medio, tienen los mismos apellidos. Mi esposo se llama como mi hermano y mi hermano estuvo casado con alguien que se llama como yo. © Nhmile PV / Facebook
• Acababa de aterrizar de un vuelo y pedí un taxi para ir a mi casa. Pese a la cantidad de gente y de autos, pude detectar al taxi que me iba a recoger por los números finales de su matrícula. El conductor al verme me dijo: “¿María?”. Le dije que era yo y subimos mis maletas al auto. Me senté en el asiento trasero y pude ver cómo el mapa de su aplicación de celular mostraba un lugar de destino que no era el mío. Me asusté y le dije: “Señor, ese no es el camino a mi casa”. Me contestó: “¿No te llamas María Pérez?”. A lo que respondí: “No me llamo María Pérez, me llamo María García”. Dio la casualidad de que las placas de ambos coches eran casi iguales y que las dos pasajeras que esperábamos nos llamábamos María.
• Una vez recibí a un paciente que se llamaba igual que un abuelo que nunca conocí, solo cambiaba el último apellido. Se lo mencioné, hablamos al respecto y terminó siendo MEDIO HERMANO de mi MAMÁ. Nunca más regresó, como el abuelo. © Cintyaa Lunaa / Facebook

• Estaba conduciendo cuando un joven me chocó inesperadamente. Yo no tenía la culpa, pero él empezó a gritarme. Hizo tal escándalo que no quise salir de mi carro por miedo y solo atiné a llamar a mi esposo para que viniera a ayudarme. Cuando llegó le dijo: “Sr. Flores, buenas tardes. Espero que no haya sido usted quien chocó a mi mujer”. Mi esposo era su jefe y el joven no lo podía creer. Habló con él por un rato. Su comportamiento no fue el mejor y tiempo después tuvieron que pedirle la renuncia al tal Sr. Flores.
• Mi bisabuelo murió el 4 de junio, yo nací el 4 de junio. Mi abuela murió el 10 de mayo, mi hermana nació el 10 de mayo. Mi tío murió el 14 de diciembre, mi otra hermana nació el 14 de diciembre. Y así puedo seguir. © Katerina Abarca / Facebook
• Dijeron el nombre de mi hija y que iba mal en el colegio. Después de regañarla y reclamarle por no haberme dicho nada, la maestra me dijo que era otra niña con el mismo nombre y apellido que la mía. © Maria Garcia / Facebook
• Una vez mi familia me llamó muy preocupada preguntando si estaba bien, y es que circulaba el video de una chica que había sido asaltada fuera de un supermercado, en apariencia igual a mí, con el mismo color de cabello, de uniforme, el mismo peinado y usando lentes igual que yo. Curiosamente, yo también trabajaba en un supermercado y, en efecto, era igual a mí. © Marisol D. Mora / Facebook

• Mi cuñada lleva el mismo nombre y apellido que yo, y cuando dio a luz el 1 de enero, salió en un periódico local. Me llamaban a mí para felicitarme. © Aneta Obroslak / Facebook
• Hace muchos años, me encontré con una amiga y comenzamos a hablar de nuestras vidas y nuestra relación. Mi novio era del mismo pueblo que el de ella, los dos estudiaron la misma carrera, y hasta vivían en la misma dirección. Un amigo que estaba presenciando la conversación por poco convulsiona y nosotras no nos dábamos cuenta de lo que pasaba. Hasta que preguntamos cómo se llamaba. © Lidia Mar / Facebook
• Una vez me subí a un bus y tomé asiento junto al conductor. También iba un muchacho a mi lado y el conductor me dijo: “Le presento a mi sobrino, soltero”. Cuando empezamos a conversar, descubrí que tenía mi mismo apellido y terminó siendo mi primo. © Manuela Olivera Rado / Facebook
• Salió en las noticias que había muerto un hombre que se llamaba como mi esposo. Me hablaron mis cuñados para darme la noticia y lloré. Pero el “muerto” andaba de parranda, así como lo oyen, duró 5 días. Ya lo estábamos velando cuando llegó y dijo: “¿Quién se murió?”. Todos corrieron y se desmayaron. De eso pasaron 22 años, y sigo con él. © Rocío Morales / Facebook