Mi cuñada pidió venir a casa solo por unos días y ahora no quiere irse

Historias
hace 1 año

Los vínculos familiares son complejos, lo sabemos. Y cuando se trata de la familia política, pueden estar muy lejos de ser idílicos. Es que cada quien tiene sus propios gustos y costumbres, y es común que, al conocer a la familia de nuestra pareja, notemos que no tiene nada que ver con nosotros. Ahora, si se da el caso de que tenemos que vivir bajo el mismo techo, la situación puede volverse una tortura; una batalla continua que más temprano que tarde afecta nuestra relación de pareja. Eso es justamente lo que le está ocurriendo a la protagonista de nuestra historia de hoy.

¿Cómo reaccionarías tú frente a una situación similar? ¿Qué opinas de la convivencia con la familia política? ¡Cuéntanos tu caso!

En Genial.guru estuvimos viendo de cerca el tema y consultamos con especialistas. Llegamos a algunas conclusiones que podrían ayudarte:

  • En primer lugar, sería muy beneficioso para ti que pudieras hablar con todos los implicados en este tema. Esto incluye no solo a tu esposo y tu cuñada, sino también a tus suegros. Pero es importante que lo hagas adoptando una actitud asertiva, es decir, que te permita expresar lo que sientes claramente, sin nervios ni ira. Si sientes que estás muy enojada, espera a calmarte y vuelve a intentarlo cuando estés más tranquila.
  • En cuanto a tu pareja, trata de ponerte en su lugar por un momento. ¿Qué harías tú si fuese tu hermana la que estuviera pasando por esa situación? Aunque las relaciones con nuestra familia política muchas veces disten de ser idílicas, nunca nos servirá enfrentarnos a ella o poner a nuestro cónyuge “entre la espada y la pared”. Así solo lograremos presionarlo y sumar un nuevo malestar. Intenta abordar el tema con él como si fueran un equipo y no dos bandos distintos.
  • Puedes “negociar” la situación estableciendo límites claros. Si llegan al acuerdo de que ella se quedará más tiempo en tu casa, entonces tendrían que fijar roles claros y el arreglo debe ser justamente ese, que los roles se cumplan. Por ejemplo, asignarle una tarea en la casa, como encargarse de la comida, del orden o de la limpieza al menos dos veces por semana. Si esto no sucede, entonces sencillamente y sin más preámbulos ella tendrá que irse.
  • Si tras todos tus intentos la situación no se modifica y ni tu pareja, ni tus suegros ni tu cuñada cambian de actitud, recuerda que eres libre de elegir la vida que quieres y que si realmente deseas un cambio, la primera en mover las piezas debes ser tú. Ya verás cómo alrededor todo se transforma.

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