Prácticas como los tatuajes o los piercings en menores, más aún cuando hablamos de infantes, son consideradas inapropiadas. Para los servicios sociales o un trabajador social, pueden ser un indicativo de que los niños se encuentran desatendidos o mal atendidos y, por tanto, en una situación de riesgo. Este caso podría catalogarse como negligencia por parte de los padres o tutores.
Esto requiere de una investigación para asegurar que los niños no están en peligro.
El seguimiento se hace para asegurarse de que no estén incurriendo en otro tipo de negligencias. Una vez levantado el reporte, la labor es estar lo más convencidos posible de que los niños se quedan en un ambiente seguro y adecuado.
Los padres deben tener en cuenta que los niños están en una etapa de búsqueda, definición y formación de su imagen personal. Un tatuaje podría tener consecuencias o repercusiones sobre esa imagen propia o incluso alterarla debido a la inmadurez emocional y psicológica del niño y a una personalidad en formación
Los tatuajes pueden tener repercusiones en la salud, incluso los de pegatina o temporales. Por tanto, antes de autorizar su uso, debemos tener en cuenta el estado de salud del pequeño.
Hay que tener en cuenta también las repercusiones en el entorno, incluidas las críticas y juicios y cómo esto puede afectar el bienestar psicosocial de los menores,
Por su etapa de desarrollo, el grupo de pares, es decir, sus amigos, tiene un papel fundamental, pero algo así puede “interferir” en estas relaciones debido a la percepción parental del grupo de amigos.

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