Tratar de buscar una red de apoyo y hablar con amigos cercanos o familiares sobre la muerte de nuestro ser querido es muy importante. Negarse a aceptarlo puede llevar al aislamiento y a una sensación de frustración en aquellos que se preocupan por nosotros.
Debemos aceptar nuestros sentimientos y ser conscientes de que durante el duelo nos vamos a enfrentar a todo tipo de emociones: tristeza, enojo, rabia y hasta cansancio. Ninguna de ellas es mala y son parte del proceso.
Cuidar de nosotros mismos y de aquellos que queremos nos ayudará a seguir adelante. Comer bien, descansar y movernos contribuirá a que poco a poco superemos cada día y regresemos a nuestra rutina.
Ayudar a otras personas que está lidiando con una pérdida y compartir nuestra propia experiencia puede hacernos sentir tanto a nosotros como a ellos que no estamos solos.
Honremos y celebremos la vida de nuestro ser querido. Podemos recordar los momentos felices que pasamos juntos, contar anécdotas divertidas, enmarcar algunas fotos o plantar una flor en su nombre. Cada uno de nosotros sabe cómo honrar la memoria y la relación especial que compartíamos con aquellos a los que amamos.

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