Te contaré de manera sincera qué se siente ser una mujer de 30 años sin una carrera profesional, esposo e hijos

Mujer
hace 4 años

Hola, me llamo Lidia, y a mis 30 años me siento una mujer vieja. A la mayoría de las personas les parece que los 30 para una mujer ya es demasiada edad. Esta es una etapa en la que una mujer debe tener esposo y obligatoriamente hijos. O por lo menos una carrera profesional exitosa. Pero se dice que debido a la salud, al llegar a los 40 años, ya no está en condiciones de vivir una vida plena. Esto no es verdad. Se puede disfrutar de la vida a cualquier edad.

Hoy les quiero contar a los lectores de Genial.guru la historia de mis 30 años y cómo he conseguido superar las reglas impuestas por la sociedad.

En vísperas

Recuerdo que una vez fui a un evento en donde se llevaría a cabo un encuentro con un distinguido psicólogo. Yo era la persona más grande allí. Lo mismo me ocurrió en un concierto y también en los cursos de capacitación. En general, estaba bastante triste en vísperas de mi cumpleaños número 30. ¿Y qué había de triste en ello? Lloré 3 días antes y dos semanas después. Lloré porque pensaba que ya había sido todo para mi. Aún no tenía hijos, no me había casado, no tenía una carrera profesional exitosa, en general no había conseguido nada y la “jubilación femenina” estaba completamente cerca. Yo no celebré mis 30 años, yo lloré por mi juventud.

Todas mis amigas ya estaban casadas o con hijos (o afortundamente, con ambos). Todo el mundo me preguntaba: “¿Y tú para cuándo?”, “¿Qué, aún no te hace una propuesta?” y comentarios sobre el reloj para la mujer que sigue su marcha y no se detiene. Además, una de cada dos decía: “no hay nada que hacer ahí, simplemente disfrutar de la libertad” con un poco de presunción tipo “Mira, yo estoy casada y a mí me da igual, pero tú no lo estás”. La situación me pareció fuera de lo común.

Algunos de mis conocidos habían logrado una carrera exitosa, mucho de ellos incluso antes de los 30. Abrieron su negocio y yo me alegraba de verlos. Pero frecuentemente me atrapaban los pensamientos: ¿Por qué yo no puedo hacer eso? Aunque nunca lo había intentado. Observaba todos estos lanzamientos de nuevos proyectos, me encargaba de reprocharme a mí misma y no podía entender “qué seré cuando sea grande”, si la jubilación está a la vuelta de la esquina.

Después de los 30

A los 31 años, por primera vez, acudí a clínicas y doctores. El decepcionante diagnóstico de “cáncer de tiroides” definitivamente me dejó bastante destrozada. No sé si agradecerle a Dios, al destino, al Universo o a quien más esté ahí, pero tuve suerte: lo detectaron en una fase muy temprana y tenía una de las formas de cáncer más fáciles y tratables.

Pero, si la salud ya se había ido por un precipicio, significaba que los años ya estaban cobrando la factura y literalmente puedes darte por vencida. En este momento tuve miedo. No por la enfermedad, sino por todo lo que me rodeaba y todas esas especulaciones en mi cabeza, puesto que creía que todas las enfermedades son por estrés y en mi familia nadie había tenido problemas de cáncer ni mucho menos de tiroides. Mi estrés y depresión me habían llevado hasta la camilla de un hospital y reconocerlo había sido terrible.

Precisamente después de la operación me detuve y reflexioné: ¿Por qué diablos estoy pensando en esto y me obsesiono tanto con mi edad? ¿Qué me hace pensar que para mí es tan importante una carrera profesional o una familia precisamente ahora? Por el hecho de compararme con los demás, no seré mejor, ¡la vida continúa y no es tan mala! No diré que después de eso todo cambió en mi cabeza de inmediato, pero al final resultó muy fácil dejar estos “sueños”. Porque, en general, no eran mios.

Todo eso de “tienes que realizarte”, “tienes que construir una vida”, “tienes que dar a luz y realizar una carrera profesional” ha sido impuesto por la sociedad, el Internet, una educación moderna y mucho más. Bueno, yo no tengo nada de eso, pero al diablo con ello. Soy una persona común y corriente. No soy una experta en negocios, no soy buena en las ventas, Steve Jobs e incluso Elon Musk no son mis ídolos, no soy un “influencer” como ahora está a la moda. Y esto es normal.

Comprendí que mi edad tiene importantes ventajas. Si tuviera esposo e hijos, ¿podría haber ido a París, Praga, o a la ciudad vecina a pasear sin pensarlo? ¿Podría salir en medio de la noche con mi amiga “porque hay luna llena en la bahía, una inimaginable belleza, tomar vino y esperar el amanecer”? ¿Podría cambiar de trabajo en búsqueda de uno más interesante, el cual me permita crecer haciendo lo que amo?

Habría podido casarme a los 22, pero gracias a Dios, no funcionó. Lo habría podido haber hecho a los 27 y “gracias a Dios, no funcionó”; a los 28 conocí a alguien con quien me veo en el futuro y no porque sea “hora de casarme”, sino porque precisamente es él. Estamos felices, nos divertimos y la pasamos bien juntos. En qué terminará esta relación, a mí me da igual. Solo sé que adelante aún hay una serie de cosas muy interesantes.

Actualidad

Ahora tengo un poco más de 30. Tengo un adorado hombre y un gato. Nunca había sentido tal armonía por dentro. Conozco mis posibilidades y entiendo casi todo sobre mí y esta vida, vivo siguiendo únicamente mis deseos y sueños.

¿Me gustaría volver a mis 23, 25, 27? ¡Dios me salve! El comienzo de mi perfecta cuarta década me alegra con la idoneidad y todos los colores de la vida.

Lo único que me avergüenza es que me duele la espalda y no me dan ganas de pasear hasta la mañana. Lo que de ninguna manera puedo comprender a esta edad son los niños: ¿los quiero o esto es un eco de los consejos ajenos: “todas deben de tener hijos, es el principal logro de la mujer”?. Pero un psicólogo me ayudará a resolver esto.

Conclusiones

Al final los 30 no son tan aterradores como dicen. Es aquella edad cuando entiendes todo sobre ti y sabes lo que quieres de la vida. No tener esposo e hijos a esta edad no es el comienzo del fin. Es absolutamente normal ser libre a cualquier edad.

Cuando llegues a la cuarta década, en tu rostro aparecerán arrugas de inemdiato. Tu vista no cambiará, tu audición será igual de aguda e incluso tu pecho no caerá hasta el ombligo. No seas tan dura contigo misma, los mejores años son los que tienes ahora. Tú eres igual de joven, hermosa e interesante como cuando tenías 24, 25, 27 e incluso mejor.

No existe un método correcto para vivir tu vida. Y no importa los puntos de vista que tus amigos, parientes y todos los que te rodean hayan impuesto sobre ti, al final una vida feliz es precisamente lo que va contigo. Y únicamente tú puedes decidir cómo administrar tu salud y tiempo.

¿Y tú crees que existe una edad ideal para casarse, tener hijos o una carrera exitosa?

Comentarios

Recibir notificaciones

Hay que hacer lo que te haga feliz, no lo que hace el resto del mundo

-
-
Responder

Lecturas relacionadas