14 Mandamientos de una psicóloga para aquellos que, al menos una vez, han sufrido violencia doméstica

Psicología
hace 4 años

La magnitud de la violencia doméstica en muchos países del mundo es aterradora. Y esto, teniendo en cuenta el hecho de que vivimos en pleno siglo XXI. La cuestión empujó a la psicóloga Anastasia Rubtsova a escribir una serie de consejos para su hija, de los que debería tomar nota cada madre. Incluso, cada mujer.

La redacción de Genial.guru suscribe cada párrafo del texto y te recomienda leerlo con detenimiento.

Algún día, mi hija saldrá de la relación con nosotros, los padres, para emprender otra con alguien más. Tal vez ella decida casarse y tener cinco hijos. O bien no quiera tener hijos en absoluto. O tenga una novia. Quién sabe. Pero lo importante es que allí, en esa relación, su seguridad ya no dependerá de mí.

Y mientras ella todavía está aquí, yo mentalmente compongo para ella un conjunto de mandamientos. Cosí y coso, punto por punto, una camisa de seguridad mágica y rezo para que la proteja si yo no estoy cerca. Cuando crezca un poco más, le diré lo siguiente:

  • Si te ha pegado, recoge tus cosas de inmediato. Compórtate como si hubiese ocurrido un terremoto: agarra tus documentos y a tus hijos, te ocuparás del resto más tarde. No aceptes sus disculpas ni arrepentimientos, no mantengas negociaciones. Cualquier “perdóname”, mañana seguramente se convertirá en un “tú me provocaste”. Es muy fácil caer en ese agujero, como es muy difícil salir de allí. No lo dudes, huye.

  • Recuerda que cualquier “tú tienes la culpa” y “tú me provocas” es mentira. En realidad, esto significa: “Sé que puedo golpearte, ofenderte, insultarte y no me pasará nada por eso, así que no veo ninguna razón para controlarme”.

  • Siempre puedes venir a mí. Siempre. En cualquier condición y situación. Con lágrimas y descalza. Con la sensación del fracaso más terrible de tu vida. Y no te culparé. Incluso si tengo ganas de decir: “Te lo advertí”, me encerraré en el cuarto de baño y diré estas palabras frente al espejo, para mí misma, susurrando. Porque eso no consuela, sino que solo clavan agujas en una herida ya abierta.

  • Si no estoy (nunca se sabe, los padres somos mortales), ojalá tengas amigos tan cercanos a los que puedas pedirles ayuda. Si no tienes a estas personas, busca ayuda, cualquiera, y no te avergüences de aceptarla. Quéjate, grita, cuéntales lo que te pasa a todos los que estén dispuestos a escuchar. Que tengas testigos porque el mal se hace en silencio.

  • La relación nunca comienza con palizas. Las primeras señales se ven como “qué tonta eres”, “por qué demonios te metes”, “tú no entiendes en nada”, “si yo lo dije, tú lo haces”. Primero, una petición se convierte en una orden. Luego, pequeñas humillaciones se convierten en una norma. La grosería se presenta como algo justificado por estar “en familia”. No dejes que nadie te humille y te lastime específicamente. Nunca pienses aquello de “soy lista, esto definitivamente nunca me pasará a mí”. En esta trampa cayeron mujeres más inteligentes que tú y que yo.

  • Tu enemigo es la sensación de que “lo parece, pero no es así”. Hoy, una persona se comporta de manera absolutamente adecuada y mañana algo despierta y se convierte en un sádico molesto. Y pasado mañana, el sol se asoma y todo está tan bien que tú suspiras con alivio: “Parecía”. Si esto sucede a menudo, ve con cuidado. Esta sensación es el síntoma principal en el que puedes basarte para tomar decisiones. En la relación con esa persona, no vayas demasiado lejos: no tengas hijos en común ni un negocio entre ambos.

  • Que siempre tengas tu propio dinero. Tus fuentes de ingresos. Si estás en casa con los hijos, ten tu propia cuenta y un colchoncito económico por si acaso. Habla de eso con tu pareja antes de obtener tu licencia de maternidad. Esto es muy importante. Cuando los hijos son pequeños, dependemos al máximo de nuestra pareja y somos extremadamente vulnerables.

  • No dejes que la relación se convierta en lo único que importa en tu vida. Esta es una construcción peligrosa. Amigos, trabajo, deportes, pasatiempos: debes tener todo eso a buen recaudo. Gana dinero. Estudia. Si la relación alguna vez colapsa, y esto sucede más a menudo de lo que nos gustaría, te dolerá. Pero es mejor cuando se derrumba una torre, que cuando cae todo el castillo.

  • Cuida de tu salud, cuida de ti misma y así tener fuerzas para vivir.

  • Nunca caigas en la trampa de “todos viven así”. Esto no es cierto. Y haré todo lo posible para que veas familias en las que no existe violencia ni grosería, donde las personas hablan entre sí con respeto, incluso cuando están muy enojadas. Y por mi parte, trataré de no ser para ti un mal ejemplo.

  • Nunca caigas en la trampa de “solo esto me pasa a mí, qué tonta soy, qué vergüenza”. Esto tampoco es cierto. No es un gran problema: adentrarse en una situación de violencia. El problema es quedarse atrapado en esta durante mucho tiempo, durante años. No necesitas de una familia a toda costa. No necesitas de una familia ideal de portada de revista. Necesitas un lugar donde estés bien, donde puedas recibir apoyo y cuidado. Puede verse muy diferente (esto no tiene por qué ser en absoluto una familia).

  • La gente puede cambiar. Es más, lo hace constantemente. Cambiamos con la edad y la experiencia. Lo que parece una excentricidad inocente en nuestra juventud, con el paso de los años puede acabar siendo una enfermedad mental o simplemente, un sinvergüenza animal. A veces, las personas se comportan de manera muy desagradable si entienden que la otra persona depende de ellas. Si esto te sucedió, no te regañes a ti misma por “no lograr identificar al sinvergüenza antes”. Hay muchas cosas que no podemos discernir mientras están ocultas bajo tierra. Actúa, consulta el punto 1.

  • Experimenta y prueba cosas nuevas. Nuevos trabajos, nuevos cortes de pelo, nuevos deportes. Nuevos platillos, nuevas reglas en la familia. Nuevas maneras de tener relaciones íntimas. Mientras más cosas nuevas puedas permitir que entren en tu vida, más segura te sentirás en una relación.

  • Comparte estas normas. Cuéntaselas a tus amigas. No te quedes indiferente si ves que alguien está siendo insultado o intimidado frente a tus ojos. Recuerda: a veces, la gente siente mucho dolor y vergüenza a la hora de pedir ayuda. Y sin embargo, la necesitan. Tal vez, tú seas la única que perciba el dolor de otra persona, y por eso, no debes pasar de largo.

¿Estás de acuerdo con estos mandamientos de Anastasia Rubtsova? ¿Tienes algo que añadir a esta lista? Compártelo en los comentarios.

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