5 Heridas de la niñez que se pueden ver en nuestra personalidad y cómo superarlas

Psicología
hace 1 año

La crianza afecta en gran medida la clase de adultos en los que nos convertimos. Educar a los hijos para que sean independientes y felices y a la vez lidiar con sus propios problemas a veces puede resultar abrumador para los papás. Por eso, hay ciertas acciones que a largo plazo podrían generar heridas emocionales para los niños. Estas determinan algunos rasgos característicos de nuestra personalidad y también las herramientas con las que nos enfrentamos a la vida adulta.

En Genial.guru queremos compartir contigo por qué surgen las 5 heridas de la infancia y cómo sanarlas para llevar una vida en paz con nosotros mismos y con las personas que nos rodean. Por supuesto, se trata de simples consejos, ya que siempre es recomendable acudir a un profesional de la psicología para trabajar en profundidad los asuntos emocionales.

1. La herida del abandono

Por qué surge

Esta herida es la primera que puede aparecer, y surge habitualmente en los primeros 12 meses de vida. A pesar de que de bebés aún no somos conscientes, la conexión con nuestros cuidadores es muy fuerte. Por ello, aunque no haya un abandono físico absoluto, si sentimos la falta de cuidado, afecto o apoyo en estos meses, esto podría generarnos un trauma emocional.

Efectos en la adultez

Con esta herida, siendo adultos podríamos involucrarnos en relaciones codependientes por el miedo a estar solos; esto incluye tolerar muchas cosas con tal de no sentirnos abandonados, o incluso tomar acciones para dejar a las personas antes de permitir que ellas nos dejen a nosotros.

Cómo sanar

Para sanar este trauma, debemos trabajar en nuestro miedo a la soledad. Dedicar tiempo de calidad para nosotros mismos, conectarnos con nuestro niño interior y darle la validación que se merece son puntos clave para seguir adelante. También es recomendable aprender a estar bien solos antes de involucrarnos en una relación con alguien más.

2. La herida de la traición

Por qué surge

Esta herida suele aparecer entre los 18 meses y los 3 años. Tiende a darse cuando de pequeños perdemos la confianza en uno de los papás, generalmente del sexo opuesto, después de ver que no mantuvo sus promesas en situaciones repetidas.

Efectos en la adultez

De adultos la herida se puede manifestar a través de una personalidad desconfiada, posesiva y controladora, con el constante miedo de ser engañados o traicionados de nuevo. La lealtad se convierte en una de las cosas que les exigimos a todos a nuestro alrededor si fuimos marcados por la traición en la niñez.

Cómo sanar

Para sanar la herida, necesitamos trabajar en nuestra paciencia, tolerancia y confianza hacia los demás. También es importante aprender a delegar responsabilidades y a soltar un poco las cosas que están fuera de nuestro control. Además, ser consistentes con nuestras palabras, con las acciones y las promesas que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás contribuirá a mejorar nuestras relaciones.

3. La herida de la injusticia

Por qué surge

La herida surge entre los 3 y los 5 años, la etapa en la que comenzamos a tener un poco más de autosuficiencia y aprendemos a hacer algunas cosas por nosotros mismos, como comer o ir al baño. Suele darse como resultado de unos padres rígidos y autoritarios, que tienen altas exigencias hacia nosotros y poca tolerancia a los errores.

Efectos en la adultez

Este tipo de educación genera la sensación de que el mundo es injusto con nosotros, y podemos no sentirnos lo suficientemente valorados, lo que suele generar algunos problemas de comunicación. Podemos convertirnos en adultos rígidos, a los que les cuesta aceptar formas de pensar distintas, con fuertes valores acerca de lo que está bien y lo que está mal, además de ser extremadamente perfeccionistas y ordenados.

Cómo sanar

Para sanar es importante ir trabajando en la flexibilidad y la tolerancia para eliminar poco a poco la rigidez mental. Reconocer y respetar el derecho de otros a expresar sus sentimientos libres de juicios, aceptar las diferencias e ir construyendo la empatía nos ayudará a cambiar las consecuencias negativas de esta herida emocional.

4. La herida de la humillación

Por qué surge

Esta herida se origina entre el primer y el tercer año de la etapa infantil. Suele aparecer cuando de niños sentimos que uno o ambos padres desaprueban lo que hacemos, nos critican o incluso nos ridiculizan al controlarnos y limitar nuestros primeros impulsos de libertad.

Efectos en la adultez

Las consecuencias de este trauma emocional podrían convertirnos en adultos con falta de autoestima, que muchas veces anteponen las necesidades de otros, además de sentir culpa por todo lo que ocurre a su alrededor y responsabilizarse del bienestar ajeno. Muchas veces, podríamos llegar a sabotearnos a nosotros mismos y a pensar que no merecemos disfrutar de la vida.

Cómo sanar

Para sanar la herida, es necesario ir dejando poco a poco la carga de culpa y humillación, perdonarnos y perdonar a los demás. Reconciliarnos con el pasado, establecer límites e ir aumentando el respeto hacia nosotros mismos también nos ayudará a trabajar en nuestro bienestar para tomar las riendas de nuestra vida con plenitud.

5. La herida del rechazo

Por qué surge

El origen de esta herida se encuentra en la falta de aceptación por parte de nuestros papás o nuestros cuidadores en los primeros meses de vida; por ejemplo, suele suceder en los casos de depresión posparto de las madres.

Efectos en la adultez

Más tarde este trauma puede transformarse en rechazo hacia nosotros mismos. De adultos podemos considerar que no somos lo suficientemente valiosos, y cualquier pequeña crítica nos puede hacer sentir rechazados por los demás, cuando en realidad no es así. También podríamos desarrollar una personalidad huidiza, buscando la soledad para pasar inadvertidos y refugiarnos en su propia mente.

Cómo sanar

La herida del rechazo suele ser de las más profundas y complicadas para sanar sin ayuda; sin embargo, podemos hacerlo comenzando a trabajar en nuestras inseguridades, y aumentando la confianza y el reconocimiento hacia la persona en la que nos hemos convertido. Para cultivar el amor propio, podemos transformar poco a poco las críticas negativas hacia nosotros mismos en objetivos constructivos para mejorar nuestra calidad de vida.

¿Cuál es el rasgo de tu personalidad del que te sientes más orgulloso? ¿Qué es lo más valioso que has aprendido de tus padres?

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