8 Gestos y posturas por los que no nos contratan pese a tener un currículum excelente

Psicología
hace 5 años

La bailarina estadounidense Martha Graham ya lo dijo: “El cuerpo nunca miente”. Y los responsables de recursos humanos en las empresas lo saben mejor que el resto de profesionales. Cuando se encuentran ante un candidato cuyas palabras se contradicen con su lenguaje corporal, lo descartan por no ser digno del puesto.

Por eso, Genial.guru te contará en este artículo qué gestos y posturas deben evitarse para no perder ese trabajo con el que tanto soñaste.

1. Tocarse el cuello

Según las observaciones del exagente de contrainteligencia del FBI, Joe Navarro, bajo una situación de estrés, las personas tienden con frecuencia a tapar su cuello. De esta manera, inconscientemente, tratamos de proteger la parte más vulnerable de nuestro cuerpo. Al mismo tiempo, los hombres presionan firmemente la palma de la mano por el lateral, mientras que las mujeres tocan levemente su cavidad yugular en la parte frontal del cuello o bien acarician su collar.

Un gesto así revela que la persona es insegura o bien que algo profundamente la está preocupando. En definitiva, el responsable de elegir al personal puede sospechar en ese momento de que se le está ocultando algo importante, por lo que no confiará en el candidato al puesto.

2. Sentarse con las piernas cruzadas

La mayoría de nosotros estamos cómodos sentados con las piernas cruzadas. Sin embargo, un extraño puede considerar que hemos adoptado una postura a la defensiva. Además, con esta postura, será difícil cambiar de posición sin atraer la atención del entrevistador.

La experta en lenguaje corporal Patti Wood aconseja colocar ambos pies sobre el suelo. La sensación de apoyo durante una conversación facilita el cambio del pensamiento creativo al racional y al mismo tiempo hacer frente de manera eficaz a las preguntas complejas.

3. Subir un hombro por encima del otro

Una postura asimétrica revela a una persona débil y, cuanto menos, indecisa. Al adoptar esta postura se corre el riesgo de afectar negativamente a las hormonas y a nuestro sentido del yo, según explica la psicóloga social Amy Cuddy. Cuando nos encorvamos o se hunde el pecho, el nivel de cortisol en nuestro cuerpo comienza a aumentar mientras que el de testosterona disminuye.

Atendiendo a los resultados de sus observaciones, los especialistas en recursos humanos, en primer lugar, descartan a los candidatos que han adoptado estas posturas “débiles”. Al mismo tiempo, ni siquiera tienen que ver a estas personas de pie: perciben fácilmente la incertidumbre en sus rostros.

4. Ocultar las manos

Las manos, a menudo, revelan nuestro nivel de ansiedad, por lo que inconscientemente queremos ocultarlas de los ojos de los demás.

Causarás una buena impresión al responsable de recursos humanos si mantienes tus manos a la vista. Y las palmas abiertas lo convencerán de que su interlocutor alberga sinceridad y veracidad en sus palabras, porque mentir en esta posición se antoja casi imposible.

5. Desviar la mirada hacia la derecha cuando realizas una pausa

Las personas tienden a dirigir la mirada hacia la izquierda cuando intentan recordar algo, retroceder en el tiempo. Del mismo modo, la redirigen hacia la derecha para inventar alguna cosa. De este modo, si una persona mira a la derecha, hacia arriba o hacia abajo, y tarda en contestar, quizás entonces no quiere decir la verdad y esté inventando su respuesta.

En el otro extremo se sitúa “perforar” al entrevistador con la mirada. Este comportamiento suele ser percibido como agresivo. Por lo tanto, sería mejor limitar el contacto directo con los ojos al 60% del tiempo total y, al hablar, pasar suavemente la mirada de una parte del rostro de tu interlocutor (nariz, frente, labios) a otra.

6. Cruzarse de brazos

Cuando una conversación se vuelve desagradable, defendiéndonos, nos cruzamos de brazos sobre el pecho y corremos el riesgo de perder la buena impresión que se está generando en el interlocutor.

La mejor manera de permanecer como una persona abierta es recurrir a los gestos. Estos también nos ayudan a seleccionar las palabras con más velocidad, así como a formular mejor nuestros pensamientos.

7. Subir los hombros

La “postura de la tortuga” en la que los hombros se levantan y el cuello se vuelve casi invisible demuestra temor e inseguridad. Esa persona, o bien miente, o quizás tema algo, sostiene Joe Navarro.

Una postura erguida, por el contrario, nos aporta la apariencia de ser una persona segura de sí misma. Y una pequeña inclinación hacia adelante revela al interlocutor que estamos interesados ​​en la conversación.

8. Arreglarse el pelo con demasiada frecuencia

El hábito de arreglarse con frecuencia el peinado genera irritación en nuestro interlocutor. De esta manera, se demuestra que no sabemos controlarnos ni podemos hacer frente a la situación.

Para dejar de estar nervioso por este motivo, lo mejor es concentrarse en respirar. Respira hondo y habla mientras exhalas.

También se puede recurrir a la regla de los 2 segundos. Realiza una breve pausa antes de responder a tu entrevistador. Así le harás saber que estás siguiendo de cerca la conversación y que la misma la tienes bajo control.

Bono: cómo adelantar a tus competidores antes del inicio de una entrevista, un consejo de la psicóloga Amy Cuddy

Por lo general, comenzamos a cometer errores todavía antes de que arranque la propia entrevista. Doblando el cuello para mirar a nuestro teléfono inteligente empeoramos nuestra salud porque en esta postura nuestro cuerpo produce activamente cortisol.

Amy Cuddy encontró una gran solución para resolver este problema. Ella aconseja encerrarse a solas en el cuarto de baño y permanecer allí durante 2 minutos en la “postura del ganador” (como la que se aprecia en la imagen de arriba). Este tiempo será suficiente para que suba el nivel de testosterona y podamos sentir nuestra fuerza y ​​demostrársela a quienes nos rodean.

Y tú, ¿puedes contarnos qué técnicas y trucos te ayudan a pasar con éxito una entrevista de trabajo?

Ilustrador Daniil Shubin para Genial.guru

Comentarios

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Me pregunto qué pasaría si lo hiciéramos al revés. Por ejemplo, que en una entrevista de trabajo el entrevistado analice al entrevistador para ver si realmente trabajar allí vale la pena jajajaja

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