Especialistas dicen que dejar las cosas para después tiene que ver con tus emociones y no con tu tiempo

Psicología
hace 3 años

Tienes un ensayo que entregar hoy y ni siquiera has pensado en un título para él. Debes declarar tus impuestos a más tardar mañana y tampoco has hecho nada al respecto. Dejar las cosas para después de vez en cuando es común pero perjudicial. Se creía que el problema era cuestión de no saber organizarse, pero psicólogos están empezando a creer que la raíz de la procrastinación está en nuestras emociones.

Genial.guru te explicará por qué se piensa que postergar las cosas es algo emocional, además de compartirte consejos para evitar hacerlo.

Qué se pensaba que era procrastinar

La idea clásica sobre la procrastinación, o dejar las cosas para después, en especial las responsabilidades, es más que nada un problema de manejo de tiempo. Según esta perspectiva, las personas que posponen sus deberes lo hacen porque no han calculado correctamente el tiempo que les tomará terminarlos y no prestan atención a los minutos que pierden mientras hacen otras actividades.

El remedio entonces sería organizarse bien, tal vez con horarios y cronogramas, y tener mayor conciencia del tiempo, posiblemente con un reloj de pulsera y alarmas. El problema es que esto no se soluciona así.

Cómo se entiende ahora la procrastinación

No se soluciona así porque el problema puede ser más psicológico que de programación. Desde el 2000, expertos han empezado a dar una revisión a sus suposiciones sobre la procrastinación. Más recientemente, el psicólogo Tim Pychyl de la Universidad de Carleton y su colega, Fuschia Sirois, de la Universidad de Sheffield, plantearon que la procrastinación es una dificultad en el manejo de nuestras emociones, no de nuestro tiempo.

Según sus investigaciones, como la tarea que posponemos nos disgusta y nos produce sentimientos negativos, como aburrimiento o ansiedad, en el momento nos inclinamos a hacer algo que nos genere sentimientos positivos, como ver videos en Internet o hasta ordenar un cajón que lleva años cerrado.

Y tiene sentido. Comprendemos que deberíamos estar estudiando, trabajando o limpiando. Sabemos cuánto tiempo nos tomará la tarea. No es que no sepamos organizarnos. Simplemente no sentimos ganas de hacerla.

Pero no solo es cuestión de buscar un sentimiento positivo rápidamente. También es un problema de autocontrol. Cuando necesitamos hacer algo, nos apoyamos en nuestro autocontrol para animarnos a hacerlo. Pero este necesita de motivación para ponerse en acción. Cuando aparecen circunstancias que producen sentimientos desmotivadores como aburrimiento, miedo a equivocarse o ansiedad, pueden ponerse encima de nuestra motivación y llevarnos a procrastinar, incluso indefinidamente.

Las consecuencias de la procrastinación no son solo responsabilidades incumplidas, sino una dolencia psicológica: culpa. Es este efecto de naturaleza emocional lo que lleva también a los estudiosos a reconsiderar la procrastinación como un asunto psicológico más que de orden. Y hay más, los procrastinadores que se convierten en crónicos, tienen niveles de estrés más altos, síntomas de depresión y menos satisfacción en su vida.

“Realmente no tiene nada que ver con la gestión del tiempo”, explica Joseph Ferrari, psicólogo de la Universidad DePaul. “Decirle al procrastinador crónico que simplemente haga lo que tiene que hacer sería como decirle a una persona clínicamente deprimida que se anime”.

Cómo combatir la procrastinación

Ferrari dice que muchos hemos procrastinado alguna vez, pero que eso no nos hace procrastinadores a todos. Los crónicos deben consultar a especialistas para encaminarse nuevamente en su vida. Pero para quienes nos encontramos en el camino de la procrastinación de vez en cuando, aquí hay algunos consejos:

  • Si se trata de una tarea que no es urgente, reconsidera el panorama general. Puede que no sea necesaria ahora, pero te ayudará a lograr metas que deseas en el futuro. Tal vez, pagar tus impuestos suena muy aburrido, pero si no lo haces, puede haber consecuencias peores.

  • Si estás procrastinando porque no sabes por dónde empezar y no quieres sentirte incapaz, acepta que todos podemos tener dudas. Haz una lista de lo que necesitas entender para ponerte a trabajar o pide ayuda a alguien más.

  • Si te gustaría estar haciendo algo más divertido, es porque hay algo más entretenido que hacer disponible. Planea cumplir tus responsabilidades en los momentos en los que sepas que no tendrás distracciones atractivas por las cuales dejarlas de lado.

  • El miedo a fracasar puede hacernos procrastinar. Si es tu caso, es posible que estés enlazando tu valor con tus logros. Recuerda que existe una diferencia crucial, pues eres mucho más que tus éxitos: eres tu personalidad, tus conocimientos, la gente que te quiere, tus pasatiempos, etc.

  • Si trabajas mejor bajo presión, está bien. Solo asegúrate de planear tus objetivos y tareas de tal manera que no te atrape la procrastinación innecesariamente.

¿Cómo logras concentrarte y empezar tus tareas del día? ¿Qué papel crees que juega descansar adecuadamente en quienes procrastinan con regularidad?

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