12 Secretos que pondrían los pelos de punta hasta a los más valientes

Se podría pensar que en la modernidad, gracias al trabajo de los arqueólogos, se han descubierto la mayoría de las antigüedades del pasado. Sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías y desarrollos científicos, los expertos siguen realizando hallazgos que revelan nuevas facetas de la vida humana de antaño. Desde un muro de piedra de la Edad del Hielo hasta textos babilónicos ocultos durante centurias, e incluso ¡un mastodonte en el medio de Estados Unidos!
Por eso, recopilamos algunos de los descubrimientos arqueológicos más significativos del año 2024: algunos de ellos completan o rectifican lo que se creía sobre algún hallazgo, otros son completamente nuevos, pero todos nos hacen pensar sobre el pasado y lo que este revela sobre nuestro presente.
La historia de Pompeya es bien conocida: en el año 79 DC, la erupción del cercano volcán Vesubio la sepultó, y sus habitantes quedaron “detenidos en el tiempo”, en las posiciones en las que se encontraban en ese momento.
Al ser cubiertos por una capa de ceniza, la forma de sus cuerpos se preservó aún siglos más tarde, y gracias a la técnica de Giuseppe Fiorelli, desde 1863 se realizaron cerca de cien moldes de yeso de sus figuras. A partir de ese momento la comunidad científica empezó a preguntarse por la historia de estas personas y a elaborar teorías sobre sus identidades y relaciones.
Una de las más extendidas es la historia de una madre, portadora de un brazalete de oro, abrazada a su hijo. A fines del 2024, gracias a estudios a nivel del ADN de los restos, se descubrió que la figura adulta era en realidad un hombre, y que el niño no estaba vinculado biológicamente con él. Además, se supo que una de las dos figuras femeninas que se pensaba que eran hermanas o madre e hija es en realidad perteneciente a un hombre, por lo que se establecen nuevas hipótesis sobre las relaciones de los habitantes de Pompeya.
En la Antigüedad, los eclipses eran hitos que podían alterar la vida cotidiana de los humanos, según registros escritos de los fenómenos cosmológicos que datan de miles de años. Es el caso de los textos cuneiformes de la Antigua Babilonia de alrededor de 4000 años reinterpretados recientemente, donde se hace mención de eclipses y lo que estos significaban.
Estas tablillas fueron descubiertas hace alrededor de cien años y ubicadas desde entonces en el Museo Británico de Londres. Si bien ya habían sido analizadas, estudios recientes revelaron nueva información con respecto a lo que se experimentaba en la Antigua Mesopotamia durante estos momentos de oscuridad e incertidumbre. Para los babilonios, los eclipses eran un mal presagio, pero sus estudiosos y astrónomos también pretendían conocer su origen y la posibilidad de predecirlos. Para ello, estudiaban los movimientos celestes durante largos períodos de tiempo para establecer patrones y adelantarse a los acontecimientos astronómicos.
Aun con dicha posibilidad, los eclipses seguían envueltos en un halo de misterio. Como la figura del sol estaba asociada con la del gobernante, los babilonios creían que un eclipse podría estar asociado al infortunio relacionado con el Estado, por ejemplo, el fin de una dinastía. De todas formas, el rey podía contrarrestar la mala suerte mediante rituales, por ejemplo.
Una estatua del dios griego Hermes de aproximadamente dos mil años, muy similar a la de la foto, fue descubierta en una alcantarilla romana por arqueólogos búlgaros. No todas las esculturas de la Antigüedad se encuentran en los museos: la escultura de mármol tiene dos metros de alto y fue encontrada en julio del 2024, cerca de la frontera entre Bulgaria y Grecia, en lo que fue la antigua ciudad de Heraclea Sintica, hoy el pueblo de Rupite.
Hermes, mensajero de los dioses y patrono de los viajeros, era una figura importante en el panteón griego. Los expertos especulan con que el entierro de su figura podría deberse a que, tras un terremoto, algunos adoradores del dios podrían haberla enterrado para preservarla de una posible destrucción. Aun cuando el cristianismo se establecía como religión oficial en el Imperio Romano, y si bien las nuevas creencias eran aceptadas por los habitantes, algunos seguidores del culto griego continuaban adorando a sus deidades y cuidando sus imágenes, lo que permite que, milenios más tarde, podamos atisbar una muestra de cómo era la vida en la Antigüedad.
El fondo del océano alberga numerosos misterios que se revelan gracias al trabajo de los científicos. Es el caso del muro de piedra encontrado en el fondo del mar Báltico, en Alemania, en 2021. Los investigadores llegaron a la conclusión en 2024 de que se trataba de una estructura hecha por el hombre durante la Edad de Piedra, entre 10.000 y 8.500 años atrás, lo que la convierte en una de las más antiguas de Europa.
El descubrimiento fue nombrado Blinkerwall, y se cree que fue creado para guiar y atrapar renos a lo largo de la línea costera, reunirlos en un solo lugar y facilitar el proceso de caza. El muro, de alrededor de 45 centímetros de alto, está compuesto por 1.300 piedras y 300 rocas de mayor tamaño, y se extiende a lo largo de 800 metros en el fondo marino, a 21 metros de profundidad. Este hallazgo permite pensar que los antiguos cazadores intervenían en su entorno natural para poder sacar mayor provecho de él.
El lugar de descanso final de Augusto, primer emperador de Roma, era un misterio para los arqueólogos e historiadores. Si bien había registros, ya que decían que el emperador había fallecido en la villa familiar en Nola, cerca a la ladera norte del Monte Vesubio, nunca se encontró el lugar específico de la morada final de Augusto.
En 1929 se había hallado una villa romana al norte del Vesubio. En 2002, un grupo de arqueólogos japoneses, liderado por la especialista Mariko Muramatsu, empieza a trabajar en el sitio. En el 2024, el equipo encuentra otra villa sepultada bajo la anterior. Según los registros de los historiadores romanos Tácito, Suetonio y Casio Dio, el lugar coincide con la residencia final de Augusto, que había sido esquivo para los investigadores hasta ahora. La villa recientemente hallada estuvo habitada antes del primer siglo d.C, y fue cubierta en cenizas como resultado de la famosa erupción del Vesubio en el año 79 d.C, catástrofe que también resultó en la destrucción de las ciudades de Pompeya y Herculano, en la ladera sur del monte. Posteriormente, durante el siglo II d.C, una segunda villa fue construida sobre los remanentes, y también fue sepultada por una erupción del Vesubio durante el siglo V d.C.
Los nuevos descubrimientos incluyen un depósito y baños privados, por lo que se confirma que la residencia pertenecía a una familia acaudalada. También se descubrieron ánforas de cerámica ubicadas en hilera.
Además de la importancia histórica del hallazgo de la residencia final de Augusto, el trabajo de los expertos sobre esta nueva villa permitirán conocer el alcance de la destrucción en las regiones del lado norte del Vesubio.
El río Támesis, ubicado en Londres, reviste una importancia central en la ciudad, y alberga múltiples secretos en su lecho: artefactos romanos, joyería medieval y, como se supo recientemente, tipos de letras de imprenta sumergidos bajo sus aguas. Es el caso de los tipos de imprenta Doves, creada por los socios imprenteros T.J. Cobden-Sanderson y su socio, Emery Walker, por el año 1900, por su imprenta, Doves Press. El primero, cansado de la “falta de compromiso” de Walker, arroja las letras de metal al Támesis. Estos tipos pertenecían a una edición especial de 16 puntos, por lo que cuando Cobder-Sanderson se deshace de ellos, sabía que estaba condenándolo a su desaparición.
Fue por la particular obsesión de un aficionado, el diseñador gráfico Robert Green, que el tipo de imprenta Doves se salvó de su destino de olvido. Green se interesó por este estilo a mediados de los 2000, e intentó replicarlo digitalmente por su cuenta. Todavía inconforme, en 2014 se dirigió a orillas del Támesis, al sitio específico donde, de acuerdo a una entrada de su diario personal, Cobden-Sanderson se habría deshecho de su carga. En 20 minutos fue capaz de encontrar tres piezas, por lo que se comunicó con las autoridades portuarias para proseguir con la búsqueda. En total, pudieron recuperarse cerca de 151 tipos (aunque se estima que hay más de 500.000 bajo las aguas).
La búsqueda continuó durante una década, donde se pudieron recuperar cientos de tipos de imprenta adicionales, los suficientes para formar parte de una exhibición dedicada a los hallazgos en el río más famoso de Londres. Una muestra de la vida cotidiana londinense y la participación de los ciudadanos comunes en la reconstrucción de su historia.
En 2022, un ciudadano del estado de Iowa se comunicó con la Oficina Estatal de Arqueología de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos (OSA). El motivo podía ser de interés para quienes trabajaban allí: conocía a alguien que había desenterrado un hueso bastante grande del lecho de un río cercano. Al acercarse, el equipo de arqueología constató que se trataba del fémur de un mastodonte, una criatura prehistórica similar a un mamut o a un elefante. Al otoño siguiente, los expertos volvieron al área, y encontraron sus colmillos, probablemente unidos al cráneo.
Tras recaudar fondos para continuar con la investigación, los especialistas regresaron en 2024. Esta vez pudieron recuperar el cráneo y los huesos de la criatura en una excavación que duró doce días. Gracias al método de datación de carbono, se estableció que los restos tendrían alrededor de 13.600 años. El mastodonte habitó la región entre un período de 3.5 millones de años hasta 10.500 años atrás, y su existencia se superpuso con la humana en su último tiempo, previo a su extinción.
El descubrimiento reviste de una gran importancia, ya que constata la presencia humana en el área. Los arqueólogos esperan recuperar a su vez herramientas de piedra o proyectiles, y analizar los huesos para encontrar marcas de cortes hechos por humanos. Una vez terminada la investigación, los restos del mastodonte serán presentados en una exhibición en el Prairie Trails Museum.
Las enigmáticas líneas de Nazca, en Perú, siguen dando de qué hablar: gracias al desarrollo de la Inteligencia Artificial (AI), se descubrieron cerca de trescientos nuevos geoglifos que representan ballenas, loros, gatos, monos e incluso figuras humanas.
Si bien había cerca de cuatrocientas figuras ya descubiertas, las nuevas tecnologías de inteligencia artificial y el uso de drones permitió a un equipo del Instituto de Nazca identificar cerca de trescientos geoglifos más en tan solo seis meses, ya que les permite recabar una mayor área en mucho menos tiempo y detectar construcciones de menor tamaño. Sus significados aún están siendo estudiados, se cree que las más pequeñas podrían ser signos, o representaciones de relaciones interfamiliares o comunitarias, aunque no tendrían el uso ritual de las figuras más grandes, relacionadas con el agua o a la fertilidad.
El imperio romano se extendió por una extensa porción del continente europeo, por lo que de tanto en tanto surgen enigmas arqueológicos en alguno de sus territorios conquistados. En Lincolnshire, Inglaterra, por ejemplo, se descubrió en 2023 uno de los más grandes dodecaedros: objetos vacíos de doce lados hechos de una aleación de cobre, cuya utilización hasta ahora se desconoce.
El misterio confunde a los expertos: no hay registros escritos o ilustraciones de estos objetos en los registros de la historia romana, no tiene señales de uso, por lo que se descarta su uso cotidiana, y su descubrimiento en un pozo señala que fue colocado allí deliberadamente. Se descarta que sea un instrumento de medición, ya que se descubrieron otros dodecaedros de diferentes tamaños. Richard Parker, el arqueólogo amateur que encontró el objeto, establece que el dodecaedro podría tener un significado religioso o ritual, teniendo en cuenta su conservación y la destreza necesaria para fabricarlos. El hallazgo fue exhibido en una muestra en el Museo de Lincoln en 2024.
Hasta ahora, se creía que el liderazgo en las culturas precolombinas estaba reservada al género masculino. Sin embargo, los descubrimientos recientes en Pañamarca, Perú parecen contradecir esta teoría.
Se descubrió una cámara real con un trono perteneciente a una mujer de la cultura Moche, que habitó la región entre los años 350 y 850 d.C, cuando aún era un centro político y religioso de importancia. ¿Y cómo sabían que pertenecía a una mujer? Por las numerosas pinturas que se encontraron en la habitación, sobre todas las superficies: columnas, paredes, techo e incluso el mismo trono, hecho de adobe. En una de estas representaciones, se puede ver a un héroe moche, quizás llamado “Ai Apaec”, luchando contra su propio doble, y varias imágenes de una mujer poderosa. En una de las pinturas se la ve recibiendo a una fila de visitantes, y en otra directamente sentada en un trono.
Según Jessica Ortiz Zeballos, la directora del proyecto, esto podría indicar que ese espacio podía tener un uso personal de parte de una mujer poderosa. Lisa Trever, historiadora del arte de la Universidad de Columbia, subraya la importancia de las pinturas de Pañamarca no solo por su creatividad, sino por desafiar las expectativas de género en la civilización Moche.
Estos hallazgos arqueológicos funcionan como muestra de todo lo que nos falta conocer sobre el mundo antiguo, y cómo algunos descubrimientos pueden incluso contradecir lo que se creía sabido. Los expertos e investigadores trabajan día a día con técnicas cada vez más sofisticadas para resolver los enigmas de la Antigüedad y permitir que el pasado siga hablándonos. ¿Cuál de los descubrimientos crees que es más relevante para la comunidad científica? ¿Cuál te gustaría ver con tus propios ojos?