10 Consejos sencillos de psicología para ayudar al desarrollo de nuestros hijos

Psicología
hace 2 años

Criar niños pequeños es un desafío que puede parecer agotador, pues no todos los padres son profesionales de la salud mental. Sin embargo, siempre podemos hacer cosas para guiar a nuestros hijos desde que son pequeños y ayudarlos a desarrollarse lo mejor posible.

Es por eso por lo que en Genial.guru te compartimos diez tips psicológicos para fomentar un mejor y adecuado desarrollo de nuestros niños, ayudándolos a alcanzar la plenitud de una primera etapa sana y feliz.

1. Cultivar y no arrancar

¿Has escuchado esa expresión que dice: “Si amas una flor, cultívala, no la arranques”? Es una frase muy útil para pensar la paternidad. La imagen de un bonsái que no crece libremente, sino según le vayamos dando forma, es una buena imagen para pensar la vida de nuestros hijos. ¿Dejamos que crezcan en libertad o los moldeamos con la forma que nosotros esperamos que tengan?

Por ejemplo, si a nuestro hijo le gusta la música, podemos acercarlo a un instrumento y preguntarle si le interesa aprender a tocarlo en alguna escuela, en vez de correr a inscribirlo de inmediato sin su consentimiento.

2. Responder a todas las preguntas

Los niños son curiosos por naturaleza. Sus dudas casi siempre las dirigen a nosotros, y como padres nos corresponde aclarar sus inquietudes. Pero si nos preguntan el porqué de algo, y respondemos “porque sí” o “porque así lo digo yo”, poco estaremos ayudando a su desarrollo. En cambio, si somos pacientes y empáticos, es probable que nuestras respuestas favorezcan su crecimiento.

Por ejemplo, si le decimos a nuestro hijo que no debería comer demasiadas golosinas “porque así lo digo yo”, el niño tenderá a asociar el consumo de dulces con un mandato de autoridad, y que, sin entender muy bien por qué, se trata de algo malo. En cambio, si le explicamos cuáles son las consecuencias de comer golosinas en grandes cantidades, como problemas en sus dientes o dolores de estómago, es probable que entienda mejor en qué consisten los riesgos.

3. Evita las rabietas dándoles opciones de actividades

Las rabietas y los berrinches son propios de los niños. Hay que ser sumamente cuidadosos con eso, para no fomentar sus arrebatos. Por ejemplo, podríamos recurrir a ser tan claros como podamos para pedirles que, en vez de hacer rabietas, cambien esa actitud por una mejor. Un claro ejemplo podría ser que, en lugar de decir “Deja de aventar los juguetes”, digamos “Elige uno y juega con él en el patio”.

Si logramos cambiar la actitud del niño, lo mejor será elogiarlo. Por ejemplo, decirle “Gracias por jugar en el patio”. De este modo, asociará ese cambio de actitud con una recompensa a su conducta.

4. Leer y hablar con los niños

A veces, cuando somos adultos, nos cuesta reconocer las emociones y sentimientos. Quizá porque nadie nos enseñó a legitimarlos. Un buen ejercicio para fomentar esta distinción es leer y hablar con nuestros hijos. Aunque puede que a edades tempranas los niños no entiendan del todo el lenguaje, esto sentará las bases para que las palabras vayan reteniéndose en la mente del niño y las relacione con su lengua materna.

Así conseguiremos no solo ampliar el vocabulario de los niños, sino fomentar que les asignen palabras a sus sentimientos. Por ejemplo, podemos decir: “Mamá se siente triste porque este fin de semana no pudimos visitar a tus abuelos”. De este modo, será más fácil que el niño asocie la palabra “tristeza” con una causa en particular, y así, cuando él experimente algo similar, podrá decir “Me siento triste”, o “enojado” o “frustrado”.

5. Señalar los actos, no a las personas

Una tendencia muy común entre los padres es calificar a las personas en lugar de su actividad. Por ejemplo, solemos decir “niño malo” o “buena chica” cuando hacen alguna travesura o un acto acertado. En lugar de eso, conviene destacar la actividad, no al sujeto. Por ejemplo, si nuestro hijo hace alguna maldad, como pelearse con su hermano, en vez de decirle “niño malo”, podemos decir: “Eso que hiciste lastimó a tu hermano y lo hizo sentir mal. ¿Cómo te habrías sentido en su lugar?”.

De igual modo, por ejemplo, si nuestra hija obtiene buenas calificaciones, en lugar de decir “Qué brillante eres”, podríamos cambiar ese elogio por “Estudiaste duro, y ese esfuerzo rindió frutos”. Lo mismo aplica a las otras historias que contamos. En vez de decir “Pedro es mentiroso”, podríamos cuestionar: “¿Por qué crees que Pedro hizo eso? ¿Qué harías tú en su lugar?”.

6. No mentir solo para salir de la situación

Por supuesto, hay mentiras que parecen inofensivas y que incluso nos sacan del apuro. Y aunque las pequeñas mentiritas piadosas realmente pueden ayudar a evitar las rabietas y hacer que las cosas avancen, como “Si mientes, te crecerá la nariz como a Pinocho”, una investigación dice que incluso la deshonestidad más pequeña afecta a nuestros hijos para peor. Podría funcionar ahora, pero tendrá efectos negativos a largo plazo.

Entonces, ¿qué debemos hacer cuando se presentan situaciones difíciles? Trata de explicar a la niña o al niño tus razones, ya que esto lo hará más receptivo. Por ejemplo, usa frases positivas como “Sí, podemos andar en bicicleta mañana. Hoy estamos haciendo mandados”.

7. Brindar atención positiva

Es importante prestarles atención a nuestros hijos, sobre todo una atención positiva. Esto quiere decir que cuando hagan algo bueno, hay que reforzar tales actos con frases como “Me gusta mucho cómo has hecho eso”.

Si al niño no se le brinda esta atención, puede ocurrir que busque más bien un tipo de atención negativa. Esto puede manifestarlo con malas conductas o comportamientos inadecuados que sabe que sus padres mirarán tarde o temprano.

8. Reconocer errores y virtudes

Toda persona comete errores. Ninguna está exenta de alguna falla. Dado que defectos y virtudes nos acompañan a lo largo de nuestra vida, lo mejor es reconocerlos sin juzgar. Por ejemplo, regañar a nuestros hijos cuando cometen un error es poco eficaz en comparación con reconocer su desliz, pero invitarlos a ser mejores, fomentando sus virtudes. Recordémoslo: también nosotros nos equivocamos. Errar es humano, pero siempre podemos crecer y mejorar.

9. Acompañar, pero no resolver

A veces, como padres, tendemos a querer resolverles la vida a nuestros hijos, cuidando que nunca se equivoquen, o bien, si lo hacen, estando prestos y dispuestos a ayudarlos a buscar una solución. Sin embargo, esto es de muy poca ayuda si consideramos que no siempre estaremos ahí para hacerlo y que tendrán que arreglárselas solos tarde o temprano.

En lugar de siempre resolverles los problemas, es mejor ayudarlos a que ellos los solucionen por sí mismos. Lo mejor que podemos hacer es acompañarlos en sus procesos de crecimiento con consejos, en lugar de buscar resolverles la vida. Esto quiere decir dejar que experimenten con los problemas y conflictos.

10. Fomentar la calma

Los niños son un espejo de nuestras actitudes. Dependiendo de cómo seamos y reaccionemos frente a determinada situación, nuestros hijos nos observarán, y es muy probable que repliquen nuestra forma de actuar. Si tendemos a ser viscerales, es altamente probable que ellos también lo sean. En cambio, si reaccionamos serenamente frente a determinado problema, nuestros hijos tenderán a adoptar actitudes similares.

Si actuamos desde el impulso y el poco raciocinio, nuestros hijos serán propensos a no confiar en sus juicios de razón. Lo mejor que podemos hacer ante esto es fomentar espacios de calma y tranquilidad, para ayudarlos a pensar con la misma calma y serenidad.

¿Qué otras cosas crees que son importantes para el buen desarrollo de los niños y que los adultos pueden poner en práctica?

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