14 Historias de niños que no pueden ir a una tienda sin vivir una aventura

Historias
hace 4 meses

Ir de compras con un niño pequeño puede ser una experiencia estresante. Ningún progenitor está a salvo de las rabietas y los momentos incómodos. Y si el niño va solo de compras, ese viaje puede acabar como un chiste.

  • Anteayer fui al supermercado con mi hija de 4 años. Estuvimos dando vueltas un buen rato, eligiendo comida. Estábamos a punto de ir a la caja, pero todavía tenía que comprar algo para la higiene personal. Ella es una niña bastante impaciente: no puede quedarse en un sitio durante mucho tiempo, enseguida empieza a escandalizarse. Y esta vez sucedió así. Estaba eligiendo toalla femeninas, cuando ella gritó a todo el supermercado: "¡Mamá, venga, date prisa en elegir tus pañales y vámonos ya!". Creo que en ese momento me puse más roja que un semáforo en rojo. © Mamdarinka / VK
  • Un día fuimos mi sobrino y yo a la tienda. Pensé: "Ya es mayorcito, dejaré que pague él mismo el huevo Kinder". Le dije: "Aquí tienes un huevo Kinder y algo de dinero. Dáselo a la mujer, ella es cajera". Le entrega el juguete y el dinero. Entonces suena el pitido mágico del lector y la amable mujer le da el tan esperado regalo. Él dice: "Gracias". Yo le digo: "Espera, eso no es todo". La amable mujer le da el cambio. Mi sobrino me mira con ojos asombrados, luego a la cajera y dice: "¡Así que de aquí sacan el dinero papá y mamá!". © Autor desconocido / Pikabu
  • Mi hija de 3 años estaba entusiasmada por ir conmigo a una tienda de construcción. Llegamos y, mientras la ayudaba a bajar del coche, exclamó:
    - Papá, ¡esta es una tienda de construcción errónea!
    - ¿Qué quieres decir?
    - Es azul. Íbamos a la verde. Esta no me gusta.
    Resulta que era "fiel" a otra cadena de tiendas. © herrschnapps / Reddit
  • Mamá envió a mi hermana pequeña a una tienda del pueblo, pidiéndole que comprara una cebolla y una barra de pan. Por cierto, en la tienda, el propio cliente pesa la fruta y la verdura. La peque fue a la tienda, volvió con una cebolla y pan, pero la cantidad gastada en la tienda era más de la esperada. Naturalmente, mamá le pregunta:
    - María, ¿por qué ha costado más?
    - Es que la balanza no quiso pesar una cebolla, puse la segunda para que funcionara.
    - Vale, ¿dónde está la segunda cebolla?
    - La dejé en la tienda, tú pediste solo una.
    Está creciendo para ser una mujer de negocios. © splin** / Pikabu
  • Hace unos años, cuando mi hijo tenía 3 años, él y mi esposo fueron a una tienda de construcción, ya que estábamos reformando la vivienda. Mi marido hablaba con el dependiente y mi hijo paseaba entre las filas y nombraba en voz alta todo lo que allí había. En un momento dado, la paciencia del niño se colmó, se acercó y preguntó: "Papá, ¿cuándo nos vamos ya?". El vendedor respondió: "Ahora contaré los clavos para tu padre". Y mi hijo le dijo: "¿Acaso no sabes que son tornillos autorroscantes?". ¡Y solo tenía 3 años entonces! © Mamdarinka / VK
  • Fui a la tienda con mi hija pequeña. Pidió un pollo asado. La dependienta fue a buscarlo, y entonces veo que mi hija se apoya en el escaparate y le digo: "¡No lo lamas!". La dependienta se da la vuelta sobresaltada y dice: "¡No lo lamo!". Levantamos el ánimo de toda la fila. © ordinaryguy / Pikabu
  • Una mamá y su hija de unos cinco años hablan en una tienda:
    - ¡Mamá, compra salchichas!
    - Que la compre papá, tu mamá solo toma comida sana.
    - Y papá, ¡deliciosa! © miss.avokadoo / Pikabu
  • Trabajo en una zapatería. El otro día, entra una familia: esposo, mujer e hijo de unos cinco años. El marido fue al departamento de caballero, paseando, mirando los tenis. La mujer y el niño fueron al departamento de mujer y ella empezó a probarse algo allí. Oigo que su hijo le dice:
    - ¡Oh, mamá, qué zapatos tan bonitos, cómprate unos!
    - No sé, son muy caros.
    Lo veo correr hacia su padre y decirle:
    - Papá, mamá dice que te quiere.
    - Lo sé, que se los lleve.
    Qué sensación tan cálida se desprende de ellos, una familia muy positiva. © Mamdarinka / VK
  • Ayer recogí a mi hija de la guardería. Tiene 3,5 años. Decidimos pasar por una tienda infantil para comprar algunos juguetes nuevos. Fuimos a la sección de peluches y enseguida tomó un poni. Miro el precio, casi 15 euros. Me parece mucho para un pequeño peluche, no esperaba gastar más de 10. Empiezo a sugerir alternativas:
    - ¿Nos llevamos este caballo?
    - No.
    - ¿Qué tal esta jirafa?
    - No.
    - ¿Qué tal este oso?
    - No.
    - ¿Y este gato?
    Se lo pensó un segundo y yo me ilusioné. Entonces ella dijo: "Vamos a tomar este gato también". Y ese fue el final de la puja bastante rápido. Compramos el poni. © Say2626 / Pikabu
  • Un niño pequeño en la tienda tiró algo de su carrito y su padre exclamó inmediatamente: "¡Severus!". Yo también estaría cabreado todo el rato si me hubieran puesto ese nombre. © AvryRobinOtt / Twitter
  • Me acordé de una anécdota. Mi madre envió a mi hermana pequeña a la tienda que había cerca de casa. Le dio dinero y una bolsa. Quince minutos después, vuelve con un plátano, un chicle, una piruleta y un yogur. Mamá la mira sorprendida y le dice: "¡Te pedí que compraras pan y crema agria!". A lo que mi hermana responde con lágrimas en los ojos: "Es que se me olvidó qué tenía que comprar". © Nepret / Pikabu
  • Mi esposa y yo le compramos a mi hijo unos tenis nuevos. Se los probó, parecieron gustarle, pero empezó a quejarse de que le oprimían. Le dije que trataríamos de solucionarlo. Le puse otro par de calcetines en los pies, luego los tenis y lo mandé a dar vueltas por el rellano. Veinte minutos más tarde, mi hijo llega a casa y me da la buena noticia: "¡Ya no aprietan! Pero me he roto los pantalones mientras llevaba los tenis". © Cámara 6 / VK
  • Recuerdo que mi madre y mi hermano pequeño estaban en el supermercado comprando un pavo para Acción de Gracias y él dijo: "¿No es raro que el pavo que comemos tenga el mismo nombre que el ave pavo?". © jademc07 / Twitter
  • Un día, cuando tenía unos 5 años, mi madre me mandó a la tienda a comprar huevos. Le pregunté cuántos huevos comprar, a lo que ella, sorprendida, me dijo que como siempre. Y así llegué a la tienda de comestibles, y con la vendedora tuve este diálogo:
    - Deme, por favor, un kilo de huevos.
    - ¿Un kilo? ¿Tal vez una docena?
    - Bueno, si no tiene un kilo, ¡deme una docena!
    Después de aquello, no volví a la tienda en mucho tiempo. © thndr / Pikabu

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