15+ Historias de aprovechados que no conocen límites

Historias
hace 14 horas

Como suele decirse, uno se acostumbra muy pronto a las cosas buenas. Y muchos de nosotros conocemos a personas que primero piden alguna cosilla y luego, en un abrir y cerrar de ojos, se convierten en auténticos gorrones. Además, algunos de ellos se convierten en profesionales y están dispuestos a aprovecharse de ti durante mucho tiempo.

  • A mi novio le gusta venir de visita, dormir en una buena cama con sábanas caras y comer delicioso. Pero si menciono que estaría bien ayudarme a pagar el alquiler, comprar algo para la nevera o hacerme un regalo, enseguida me dice: “Eres mercantilista”. ¿Por qué no quedamos en su casa? Porque la mía es mejor. Solo que este “mejor” cuesta dinero, como suele ocurrir. © Overheard / Ideer
  • Conozco a los hombres para tener citas a su costa. Esperan algo de mí, pero yo me limito a comer con ellos, ver una película gratis y luego volver a casa y bloquearlos. Tengo la loca idea de tener 100 citas. © Overheard / Ideer
  • Cuando era más joven, mi hermano mayor convenció a mis padres para que dejaran que su novia (una mujer con un hijo de dos años que tuvo de otro hombre) se mudara con nosotros. Fue muy educada y cortés durante un mes. Luego empezó a regañarme por dejar revistas en “su” baño. Más tarde, ese mismo año, también me convertí en niñera gratuita mientras ella y mi hermano iban a conciertos y de acampada. No trabajó mientras vivió aquí, así que nunca pagó el alquiler. La casa era un completo desastre. Finalmente, al cabo de un año o así, mis padres le dieron un mes para mudarse. Y se fue a vivir con su padre y su madrastra. © willyreddit / Reddit
  • Después de casarnos, vivíamos con mi suegra en una casa particular. Su hermano mayor y su familia vivían en la casa de al lado, compartiendo una pared. Había una pequeña puerta en la pared para ir y venir. La esposa del tío de mi marido cocinaba fatal, por eso comían siempre en nuestra casa. El tío también dictaba lo que le gustaba y lo que no. Una vez hice un gran pastel, terminé de decorarlo por la noche. Lo metí en la nevera y me fui a la cama. Por la mañana, vi que lo habían cortado. Pensé que mi suegra lo había probado por la noche, pero no pregunté. Más tarde, entró la esposa de mi tío y me dijo: “El pastel está muy rico. Fui a por kéfir, abrí la nevera y allí estaba el pastel. Lo corté, lo probé yo misma y se lo llevé a mi esposo y a mi hijo”. Ni siquiera pensó si alguien lo había horneado para otra persona, si era para una celebración. Se le antojó y lo comió". © Dildora Usmanova-Alimova / Facebook
  • En nuestra residencia, los estudiantes se reunían en pequeños grupos: hablaban, estudiaban, jugaban, comían. Todo el mundo era muy amable. Pero había un joven que iba de un grupo a otro hasta conseguir lo que quería. Le pedía algo a uno, algo a otro y luego intentaba conseguir algo de un tercero. Pedía un bolígrafo por aquí, papel por allá. ¿Alguien se sienta a comer un bocadillo? Se detendrá “solo para charlar”. Al final, alguien se sentirá incómodo porque todos están comiendo menos él y le ofrecerá algo. Incluso iba a las duchas comunes cuando había alguien, y siempre se las arreglaba para “olvidar” el jabón y el champú en su habitación. Pronto nos dimos cuenta de lo que hacía y nadie volvió a ofrecerle nada. © Unknown author / Reddit
  • Cómo me cabrean los gorrones. Una vecina dice: “¿Tienes una pastilla? ¿Tienes un gotero? Dame cebollas y papas. ¿Me das la trona? Tenías un disfraz genial de tu hijo, ¿me lo das?”. ¡Dame, dame, dame! Cuando necesito algo, tomo el dinero y voy a la tienda. Su marido cobra más que el mío. Ella tiene un hijo, y yo tengo tres. ¿Por qué demonios me suplica siempre? El clímax fue cuando me negué a darle mi coche. Se ofendió, pero volvió a llamar y me dijo: “¡Dámelo!”. La mandé a freír espárragos. Ahora se está vengando de mí. © Overheard / Ideer
  • Estaba ingresada en el hospital, había un teléfono en mi habitación. Vino una enfermera. Me pidió hacer una llamada. Bueno, ok. Por la noche hablaba con mi esposo por el móvil, ella volvió a entrar, tomó el auricular sin decir nada y empezó a hablar en voz alta. Pero lo más increíble fue cuando de repente entra una mujer que ni siquiera conozco y dice que necesita hacer una llamada. ¡Era la primera vez que la veía en mi vida! Estaba totalmente en shock, pero aun así reuní fuerzas para negarme. ¡Se sintió tan indignada! © Strega Caspian / Facebook
  • Mi ex. Estuvimos juntos casi 5 años. Durante ese tiempo, mintió varias veces sobre su trabajo. Pero en realidad, nadie había oído hablar de él en los trabajos que mencionaba. Varias veces le di dinero para pagar los servicios públicos, y luego solo me enteré del impago cuando ya estaba todo apagado. Él no tenía coche propio, pero le gustaba usar el mío a todas horas, y nunca le echaba gasolina. Le compraba ropa. Tuve que rogarle para que me pagara el alquiler todos los meses y acabé pagándolo todo yo una y otra vez. ¿Dónde estaba mi cabeza?
    Cuando lo eché de casa, me sentí aliviada, la verdad. Fue como quitarme un peso de encima. ¡Y 27 kilos menos de propio peso también! Ahora estoy prometida y el año que viene me casaré con el hombre al que llamo mi mejor amigo© leesa725 / Reddit
  • Solía regalar la ropa buena que no me ponía por alguna razón. Luego descubrí que la persona simplemente las estaba pasando a otra gente o quizás incluso vendiendo. Pregunté: “¿Por qué?”. Y me dijeron: “¡Esta gente las necesita más!”. Vale, muéstrame a esas personas y se lo daré enseguida. ¡Pero qué va!
    U otro caso: le di una chaqueta a una mujer, obviamente era demasiado pequeña para ella, pero insistió en que le gustaba mucho. Luego, una vez fui a su casa, vi esa misma chaqueta debajo de su gato, que ahora duerme sobre ella. Me supo mal. Al fin y al cabo, hay gente que realmente necesita ropa. © Olga Jurgutite-Goltseva / Facebook
  • Cuando los nuevos conocidos se enteran de que soy manicurista, empiezan a tocarme las narices con las uñas y a invitarme a visitarles con estas palabras: “¿Tal vez podrías traer tus herramientas? Vamos a sentarnos a charlar y a arreglarnos las uñas al mismo tiempo”.
    Solía ir. Nunca pagaban, y además me sacaban el cerebro: aquí no es así, allí no es así. Ya no voy de visita. Si quieres que te haga las uñas, ven a mi salón. No me llevo herramientas a casa. Gasto dinero y tiempo en consumibles, ¿y quieren un servicio a cambio de una taza de té en la cocina? Ni hablar. © Overheard / Ideer
  • Mi hermano tiene 22 años y sigue viviendo con nuestra madre. Junto con su novia, que tiene 21 años. Trabajan a media jornada en un supermercado. Todo el dinero que ganan se destina exclusivamente a sus necesidades. No pagan ninguna factura y dependen mucho de mí y de algunas otras personas.
    Tengo un hijo de 4 años y hace un año mi madre decidió pedirme que me fuera. No tenía adónde ir, y encima con un bebé en brazos. Sin embargo, ahora tengo mi propio departamento, un trabajo a jornada completa. Voy a la universidad, tengo un coche y pago todas mis facturas a tiempo. Sinceramente, le agradezco a mi madre que me echara porque me gusta mi vida actual.
    Por cierto, no piensa echar a mi hermano. © Unknown author / Reddit
  • Tengo una amiga bloguera. Lo consigue todo gratis: le hacen un servicio y ella les hace publicidad. Fui a visitarla y decidimos pedir sushi. Le propuse un sitio donde están riquísimos, pero ella me propuso el suyo, donde habían acordado un trueque. De acuerdo.
    Nos trajeron un paquete enorme, ella hizo el desembalaje, grabó todo, los alabó filmando. Probé uno y... ¡estaba asqueroso! Le pregunté si realmente le gustaba. “No, no me gusta, pero es gratis”, me dijo.
    La siguiente vez en mi casa ordené sushi en “mi” sitio para cuando ella llegó. “Qué rico”, le dije, “a lo mejor puedes poner una reseña, te ha gustado, ¿no?”. Y ella me dijo que no iba a escribir una reseña gratis, por muy delicioso que estuvieran. © Overheard / Ideer
  • Soy peluquera y maquilladora. No fui a la boda de una examiga porque es avariciosa. Durante diez años no me regaló nada, pero me exigió como regalo 100 dólares + maquillaje y peinado, naturalmente, gratis.
    En lugar de eso, me vendé la pierna, me hice una foto y la colgué en Internet con el comentario: “¡Uh-oh, me he roto la pierna!”. La noche antes de su boda.
    Por teléfono, mi amiga casi sollozaba y gritaba que se lo había estropeado. Y fue en ese momento cuando se me acabó la paciencia: le dije toda la verdad, quién era y adónde podía ir ahora.
    Desde entonces vivo tranquila y feliz. © Overheard / Ideer
  • Mi hermano conoció a una chica. La invitó a un café caro. Decidieron dar primero un paseo por el parque. Pasean, y de repente se encuentran con dos amigas de ella, y esta inmediatamente les invita a ir con ellos. Bueno, mi hermano tampoco es tonto. Se puso en marcha y las llevó a todas a un sitio barato. A las chicas, por supuesto, no les gustó esta decisión, pero no se negaron. Probablemente, esperaban comer gratis en una cafetería cara. Las tres se sentaron y comieron como si se estuvieran ahogando en el agua. Y, como dice mi hermano, casi podía oír cómo le odiaban en sus mentes. Después de aquel día, la chica lo bloqueó. © Overheard / Ideer
  • Mi esposo y yo nos compramos un departamento. Pensamos el diseño, la distribución, los detalles. Y entonces vino su hermano con su equipo de construcción: nos dijo que lo haría todo de la mejor manera. Le dimos un anticipo y empezamos a esperar. Cuál fue nuestra sorpresa cuando un mes y medio después conseguimos llegar allí por primera vez... y era peor de lo que imaginaba. Mi cuñado ni siquiera parecía haber mirado los archivos detallados del diseño. Todo lo había hecho de memoria y de cabo a rabo. Además, nos pidió dinero para terminar la obra.
    Mi esposo estaba muy disgustado, así que nos fuimos a casa. Al final, llamó a su hermano, lo mandó al lugar indicado, le dijo que se llevara sus trastos y devolviera todo el dinero. Hubo un gran escándalo con todos los parientes. El hermano exigió el dinero que supuestamente había invertido él mismo. Mi marido exigió el suyo, pero no había contrato y todos se separaron.
    Solicitamos un préstamo para lo que faltaba y contratamos a un capataz normal. Tuvimos que esperar casi tres meses para que rehicieran la obra. Pero ahora tengo un departamento precioso, un mínimo de comunicación con los parientes de mi esposo y, lo que es más importante, una pérdida total de relaciones con este mismo cuñado. Este préstamo ha merecido la pena. © Overheard / Ideer
  • Mi hijo y yo fuimos a la tienda a comprar comida. Antes del 8 de marzo sacaron allí tulipanes a la venta. Nuestro diálogo:
    — ¡Mamá, mira qué bonitos son! Vamos a comprar unos rojos.
    — ¿Rojos? ¿Para quiénes?
    — Papa papá y para mí.
    — ¿Para qué?
    — Para regalártelas el 8 de marzo.
    Pequeño gorrón. © Mamdarinka / VK
  • Estudiaba en la universidad. Estaba previsto un viaje a España para los que aprobaran pronto y con sobresalientes. Uno de mis compañeros se puso a sí mismo en todas las asignaturas notas sobresalientes. La administración no se molestó en comprobarlo y envió al compañero a España. Mientras estaba de viaje, lo expulsaron de la universidad. © Overheard / Ideer

Este tipo de personas existieron, existen y seguirán existiendo. Se aprovechan con astucia de la bondad de los demás y rara vez sienten remordimiento. Pero ahora que conoces sus métodos, podrás decir “no” a tiempo. Al final, tu generosidad es una elección tuya, no un privilegio de ellos.

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