15 Personas cuyo viaje habría sido gris y aburrido de no ser por sus compañeros de transporte

Historias
hace 4 días

En el transporte público se puede conocer a mucha gente: compañeros de viaje con modales de oso, payasos, ancianas descaradas y astutas, gente que está en las nubes. Estas historias te convencerán de que a veces un viaje en autobús o tren puede dejar tanta impresión como un espectáculo de circo.

  • Iba a una reunión con mi novio, pero no estaba de humor. Nos habíamos peleado el día anterior y por la noche se estaba gestando una nueva pelea. En el trolebús solo íbamos los chicos de la compañía de payasos y yo. Me vieron triste y no podían dejarlo sin más. En fin, estos profesionales en 2 minutos convirtieron el viaje en una fiesta. Fue divertido, y me llevaron fuera del trolebús en sus brazos. Probablemente, me habrían llevado más lejos, pero mi novio estaba esperando en la parada y me sacó de entre la multitud. © Elena Marchuk / ADME
  • Estaba sentada en el metro, se me acercó una mujer, mirándome para que le cediera el asiento:
    — En realidad soy mayor que tú, chica.
    — ¿Cuántos años tiene?
    — 32.
    — Yo, 33.
    Seguí sentada. © dragonlolli / Twitter
  • Estaba en un tren a altas horas de la noche y vi a un tipo que sacó un tarro entero de mayonesa, metió la mano sin cuchara y empezó a comérsela directamente con la mano, como si fuera un oso y la mayonesa fuera un tarro de miel. © angelsgirl2002 / Reddit
  • Estaba en el andén con los auriculares puestos, esperando el tren. Había mucha gente alrededor. Una anciana quería expresar urgentemente su valiosa opinión y, al parecer, intentaba gritarme, pero yo no la oía. Me sacó el AirPod de la oreja y lo tiró al suelo diciendo: “Te vas a cargar el oído con plátanos en las orejas”. © uchilka_nastya / Twitter
  • Volvía a casa después del examen. El examen era con una malvada profesora de la vieja escuela, y todo el mundo tenía que venir al examen con un atuendo elegante: camisa blanca, pantalones negros, el pelo recogido en un moño. Soy del primer año, hago lo que me dicen. Es un examen de verano, hace 30 grados fuera. Apenas puedo arrastrarme desde el sofocante tren hasta el autobús. Subo: todo está ocupado, está claro que no vale la pena esperar que alguien ceda su asiento. Apenas estoy viva y, de repente, una anciana sentada cerca de la entrada:
    — ¿Te sientes mal, hija?
    — Sí, estoy acalorada.
    Creo que a lo mejor me cede el asiento. Pero me dice:
    — ¡Pues deberías haberte puesto un sombrero! © jknastasi / Pikabu
  • Iba en tren con mi marido, nos compramos dos plazas contiguas. Me dijo bromeando antes del viaje: “Te quedarás sentada al lado de la ventana. O me pondré celoso, quién sabe qué hombres habrá en el vagón”. Así que entramos en el vagón, ¡y solo había chicas! Y todas guapas, jóvenes, delgadas: en pantalón corto y sin brasier bajo camisetas finas. Mi marido era el único hombre en todo el vagón. En resumen, tuvo que quedarse sentado al lado de la ventana durante todo el trayecto. © Treljalja / Pikabu
  • Soy estudiante. Estaba esperando un trolebús a las 11 de la noche, sin gente alrededor. Y entonces un hombre el doble de grande que yo se me acercó por detrás y empezó a pedirme dinero, diciendo que no tenía para el pan. Me asusté y le contesté: “Soy estudiante” -y con un suspiro condenado añado que un estudiante debe tener hambre. Entonces el hombre saca su cartera, saca 10 dólares y me los da con estas palabras: “No, un estudiante no debe pasar hambre”. © Overheard / Ideer
  • Un día estaba esperando el tren y vi a un tipo extraño. Él y 2 amigos se llevaron un carrito de la compra del supermercado al andén, bajaron con él en el ascensor y esperaron su tren. Supongo que los chicos tuvieron una noche de viernes dura. © nootnootnoodle / Reddit
  • Una vez, mientras estaba embarazada, una mujer intentó echarme de mi asiento. Entró con su esposo, que llevaba en brazos a una hija de unos 3 años. La mujer me fulminó con la mirada y dijo: “Cédele asiento al bebé”. Me puse la mano en la barriga y le dije: “¿No importa que esté embarazada?”. Y ella dijo de forma muy poco amistosa: “¡No importa!”. A lo que le contesté tranquilamente: “Bueno, a mí tampoco me importa que ustedes se queden de pie”. © ZinaGr / Pikabu
  • Un día viajaba en un autobús abarrotado. Un tipo se sentó junto a la ventanilla y puso dos enormes bolsas de hockey en el asiento de al lado. Le pedí que las quitara, porque no había sitio para sentarse. Me contestó: “¡Ve a sentarte a otro sitio, hermano!”. Volví a pedirle que apartara las bolsas amablemente, pero ni se movió, así que me senté encima de ellas. © enrodude / Reddit
  • Estaba sentado en la parada del autobús y había un tipo con una caja de pizza vacía a mi lado. Fingía comerse un trozo de pizza. Me miraba y apartaba su comida imaginaria, como si intentara esconderla. © Perynz / Reddit
  • Era una mañana entre semana. Era casi imposible subir al autobús. Y entonces una anciana por detrás empezó a animar a todo el mundo: “Suban, buena gente, suban, que voy a entrar. Voy a comprar pan fresco”. Mi ojo se crispó: ¡y esto a las 8 de la mañana en un autobús lleno de gente! © Stase4ka / ADME
  • Mi esposo y yo viajábamos en autobús. Una anciana entra con una niña, probablemente su nieta. Echa un vistazo experimentado a la cabina, donde ya no hay asientos, y se dirige hacia nosotros. Se acerca y nos dice: “Ceda el sitio, es difícil estar de pie”. Y ni siquiera añade un “por favor”. Mi marido se levanta. Yo me siento. La anciana insiste: “Señora, déjeme ir a la ventana”. No quería discutir, así que me levanté, la anciana se sentó rápidamente a la ventanilla, colocó su bolso en el asiento de al lado y llamó a su nieta, en plan siéntate, te lo he guardado. Esta se sentó sin remordimientos. Pero la historia no acabó ahí. Mi marido y yo tuvimos suerte, y en la siguiente parada había una pareja que desocupó unos asientos cómodos: con más espacio para las piernas y un soporte para el equipaje de mano. En cuanto nos sentamos, la nieta intentó convencernos para que cambiáramos de asiento, diciendo que no tenían dónde poner la maleta. Mi esposo y yo nos negamos casi unánimemente. © Anastomus / ADME
  • Hoy he visto en el metro, en un vagón, a un hombre calvo que se cosía los calcetines. Se ha quitado los zapatos y los calcetines, ha sacado un hilo y una aguja y empezó a coser. Se los cosió, se volvió a poner los calcetines y colocó los pies encima de los zapatos. Lo más divertido fue después. El hombre sacó las gafas y un periódico y se puso a leer, aun sin zapatos. No vi cómo siguió. © Podslushano / Ideer
  • Había una historia cuando era joven. Viajaba en autobús con mi esposa. Yo iba de pie y ella sentada, con nuestra hija en brazos. Había mucha gente. Y una chica de al lado estaba tan apretada por la gente que hacía todo lo posible por no pegarse con su pecho contra mí. Pero en algún momento se cansó, se pegó y (habiendo decidido, al parecer, que ya no tenía nada que perder) apoyó la cabeza en mi hombro. Y me dijo: “Voy a descansar un rato, ¿vale?”. Y mi esposa me miró con los ojos desorbitados. ¿Y yo? Me quedé allí riéndome. © Михаил / ADME

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