18 Empleados que terminaron una relación laboral con la paciencia al límite

Historias
hace 1 año

¿Alguna vez has tenido un trabajo que te hizo querer tirar la toalla? Quizás fueron las reuniones interminables, los jefes que parecían sargentos de batallón o los compañeros lambiscones. En cualquier caso, es mejor actualizar el CV y renunciar en lugar de terminar convirtiéndonos en versiones malhumoradas, exhaustas y un poco desquiciadas de nosotros mismos.

  • Fui encargada de una pizzería, supuestamente el horario era de 5 de la tarde a 2 de la mañana, porque el dueño me decía que la pizzería tenía que estar abierta hasta que “la llama humee”. Eso significaba que si llegaban clientes a las 4 de la mañana, tenía que atenderlos y no cerrar el local. Por cierto, no me pagaban horas extra. Los primeros días sí cerré a la hora, pero el último día me quedé hasta las 4. Al día siguiente, lo llamé y le dije: “Vaya usted a atender su negocio, y si le da la gana, se queda hasta que la vela se queme”. © Teresa Mari / Facebook
  • En una ocasión, tenía tanta necesidad de dinero que entré a trabajar en una tienda de ropa donde nos trataban muy mal. Un día, entraron a robar, una compañera persiguió al ladrón, pero no lo alcanzó y se puso a llorar. La encargada maltratadora nos regañó sin importar que estuviéramos en shock por lo sucedido. Nos dijo que nosotros íbamos a pagar los artículos robados porque era nuestra culpa. Al día siguiente ya no regresé. © Angelica Sustaita / Facebook
  • Yo renuncié porque mi jefe me maltrataba. A todos les gustaban mis trabajos excepto a mi jefe directo. Podrían gustarles a los supervisores, ingenieros y directores, pero no a mi jefe. Él siempre me trataba mal y la última vez que me gritó, decidí renunciar. Después me enteré de que estaban intentando cubrir mi puesto, pero nadie pudo igualar la calidad de mi trabajo. Hace una semana me llamó para que volviera. Obviamente, le pedí el doble de sueldo y que me pidiera perdón. Nadie valora lo que tiene hasta que lo pierde. © Lucas Guenuin / Facebook
  • Yo perdí mi trabajo como hostess. Debía estar en la entrada del restaurante, darles la bienvenida a los clientes y llevarlos hasta su mesa. Un día, la encargada de turno me dijo: “Oye, aquí está un mandil, ponte a hacer tortillas que nos falta personal en la cocina”. Agarré mis cosas y me fui. No me ofendí y sé hacer tortillas a mano, pero eso no fue para lo que me contrataron. © Vaz Riv / Facebook
  • A mí me corrieron porque un artículo no tenía el código de barras. La cajera me mandó a buscarlo, pero yo seguía empacando las cosas del cliente. Así que le dije a mi compañero, pero él no quiso ir. Lo empujé discretamente con el hombro y me lo devolvió más fuerte. Entonces lo agarré del mandil, que se rompió. Incluso se nos cayó una sandía al piso y se partió en dos. Toda una escena dramática delante del cliente y la cajera. Al final nos reportaron y nos corrieron a los dos. Esto fue un 23 de diciembre, y el día siguiente era el mejor de todo el año por las propinas. © Dirram Azul Jackie / Facebook
  • Yo trabajaba en un consultorio y por descuido se me olvidó apagar las luces por la noche. Al día siguiente, llegó un proveedor de medicamentos, él le comentó al doctor el asunto y me corrió en seguida. Según él, había dejado las luces encendidas para que alguien entrara a robar. Todavía me preguntó si esa había sido mi intención desde que llegué a trabajar ahí. © Jelka Helena / Facebook
  • Soy enfermera. Me contrataron para cuidar a un paciente que tenía alzhéimer. El personal para que lo cuidara estaba 24 horas al día los 7 días de la semana. Una vez, escuché a su esposa decir: “Estoy pagándoles para nada, todo lo tengo que hacer yo”. Agarré mi bolsa, me di la vuelta y ya me estaba yendo cuando me preguntó por qué estaba renunciando. Le dije: “Si crees que no lo cuidamos bien, no tengo nada que hacer aquí, cuídalo tú”. Me pidió disculpas y nunca más me volvió a decir nada por el estilo. Duré tres años trabajando ahí. © Leticia Elizondo / Facebook
  • Trabajé en un restaurante con horario cómodo, buen sueldo, excelente ambiente y buenos jefes. Todo iba bien hasta que los dueños se fueron a vivir al extranjero para poner un restaurante allá y uno de los jefes falleció. Entonces, pusieron a un jovencito como encargado que no sabía cómo manejar el restaurante, nos pedía aumentar la producción siendo que nos faltaba personal. Finalmente, decidí renunciar, y luego me enteré de que otros dos compañeros también se fueron. Habían contratado a seis personas nuevas, pero al poco tiempo renunciaron cuatro de ellas. © Fidel Bobadilla / Facebook
  • Trabajé en una empresa privada. Mi jefe era polaco y me pidió que lo comunicara con el embajador de Estados Unidos. De repente, se le cayó el teléfono, porque ya era una persona mayor. Yo volví a comunicarlo y escuché que le decía al embajador: “Se cortó la llamada por culpa de mi secretaria. No sabe hacer su trabajo”. Ignoraba que yo entendía el inglés. Cuando salió de su oficina, le dije que renunciaba. Se quedó pensando y luego preguntó: “¿Cuándo se va?”. Le respondí que en cuanto tuviera mi reemplazo y me contestó: “En cualquier momento encuentro otra persona”. Entonces agarré mi bolsa y me fui. © Marieta Castle / Facebook
  • Yo perdí mi trabajo porque se me olvidó que estaba abierto el chat de la empresa y todos podían ver lo que estábamos comentando. Comencé a criticar al jefe porque no nos estaba pagando nuestras comisiones. Todo fue en tono de broma. Al otro día hicieron una reunión y me llamaron la atención. Luego me despidieron. ¡Qué vergüenza! © Marce Ort / Fcebook
  • Yo trabajaba como niñera de gemelas. Una de las niñas no quería usar el pañal porque ya sabía ir al baño, pero la mamá se negaba diciendo: “No voy a permitir que una de mis hijas se quede atrás”. Un día, tuve que faltar porque mi esposo iba al médico. Resulta que las niñas despertaron de su siesta, pero la mamá las ignoró. Al otro día, la señora estaba furiosa porque se quitaron el pañal y embarraron toda la pared con su popó. A la mamá le tocó limpiar todo. Yo estaba riéndome por dentro cuando me contó lo sucedido. © Luz Cruz / Facebook
  • Hace un tiempo, trabajé en la limpieza de baños públicos. Los primeros días fue muy difícil, ya que eran un asco. Un día me tocó ver a una señora a punto de vaciar pipí de una bacinica en el lavamanos. La detuve y le dije que para eso estaba el inodoro, que había que tener un poco de higiene y respeto porque muchos de los que trabajábamos en ese lugar íbamos ahí a lavarnos los dientes. Se molestó muchísimo y me reportó. © Linares Gaby / Facebook

Todos hemos tenido esas difíciles experiencias en el trabajo que nos hicieron querer renunciar en el acto. Pero bueno, al menos podemos recordar esos momentos y reírnos, ¿verdad?

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