18 Situaciones tan embarazosas que esconder la cabeza en un hoyo no habría sido suficiente para superarlas

Historias
hace 5 meses


De vez en cuando, tenemos la mala suerte de cometer errores o realizar acciones que nos avergüenzan tan profundamente que nos dan ganas de cavar un hoyo y quedarnos ahí para siempre. Sin embargo, esto es más común de lo que crees, y no vale la pena martirizarte por algo “natural” que nos sucede a todos. Igual, nada es mejor que compartir estos momentos vergonzosos para que podamos reírnos después de pasar tremenda vergüenza, ¿no te parece?

  • Estudié en una escuela que tenía cafetería. Un día, hubo un problema en la tubería y dejaron de recoger las bandejas, por lo que había montones de ellas. Cuando fui a poner la mía en la pila, todo se vino abajo, y el piso quedó lleno de sobras. Los que no estaban ahí fueron a aplaudir mi estupidez, ¡qué vergüenza, no sabía en dónde esconderme! © Significant21 / Reddit
  • Un buen día, unos amigos fueron a visitarme a mi casa. De pronto, sentimos hambre, así que decidí comprar 200 mini pizzas árabes. Fue solo cuando llegó el pedido que me di cuenta de que había comprado DOSCIENTAS. Mis amigos no podían de la risa, y yo me sentí que me moría de vergüenza, porque en mi cabeza todos iban a comer mucho, pero era evidente que no alcanzarían a comerse 10 pizzetas cada uno. © Prize-King-7965 / Reddit
  • Cuando estaba en la escuela primaria, tuve mi primera clase de artes y la maestra quiso hacer un ejercicio de arrugar un papel A4 y luego alisarlo. El objetivo era hacer una relación con nuestras vidas o algo así. De todos modos, cuando llegó mi papel, sin pensarlo dos veces, comencé a armar un avión con esa hoja. ¿Para qué? Ella me miró, y dijo: “¿POR QUÉ ESTÁS HACIENDO UN AVIONCITO?”. Y le respondí: “Creí que el papel era para eso, maestra”. Todo el día tuve el rostro sonrojado. © Apprehensive_Watch24 / Reddit
  • Tengo muchas historias vergonzosas que contar, porque de niño era muy tímido. Creo que lo peor fue cuando tenía unos 10 años. Entré al consultorio del médico, el doctor me dio un apretón de manos y dije: “Bendición”. © Casirae / Reddit
  • Trabajaba en RR. HH. en una empresa y estaba llamando a algunos candidatos para ocupar diferentes vacantes. Llamé a uno de ellos y le pregunté si estaba interesado en pasar una entrevista para trabajar como pasante en la empresa, con un salario de un poco más de 100 dólares. El hombre parecía confundido por teléfono y luego sonó un poco grosero. Lo encontré muy extraño. Cuando colgué, vi que había confundido los números de celular en los currículums y terminé ofreciendo el puesto de pasantía a un hombre de 50 años, ingeniero, con varias especialidades. Esperé que no devolviera la llamada para presentar una queja ante mi jefe. © Gabrielle Politi / Facebook
  • Vivía en el campo y me levantaba muy temprano para ir a la escuela, a las 5 de la mañana. Una mañana, no escuché la alarma del celular y se me hizo tarde, así que tuve que correr, me vestí rápido, sin mirar que estaba cayendo una lluvia ligera. Esperé el autobús durante mucho tiempo y nada. Pensé que había perdido el transporte porque iba tarde. Cuando volví a casa y miré la hora, era la 1 de la madrugada. Sucede que miré mi teléfono celular a la medianoche y creí que eran las 6 en punto. © Jaine Zuconelli / Facebook
  • Cuando voy al supermercado con mi esposo, siempre lo pierdo de vista. Para encontrarlo fácilmente, marco el color de la camisa que lleva. Un buen día, un hombre con barba, con una camisa polo negra del mismo estilo que mi esposo se detuvo a mi lado. Tomé su mano y pensé que era extraño, pues halaba como si quisiera soltarme. Cuando me di cuenta de que mi esposo estaba del otro lado tratando de averiguar por qué sostenía la mano de un hombre al que nunca había visto, el extraño se alejó rápidamente. Me dio mucha risa, no podía parar de reír. © Ana Paula Salazar / Facebook
  • Una vez, mi madre y yo fuimos a visitar a una señora por primera vez. Estuvimos un rato hablando y, al despedirme, le pregunté cómo se llamaba.
    Ella respondió: “Felicidad”.
    Y yo dije: “¡Gracias, igualmente!”.
    Solo que Felicidad era su nombre. Casi me muero de vergüenza. Ella y mi mamá se rieron mucho. © Ana Luci Quadros / Facebook
  • Tenía un amigo que era muy tacaño, y siempre buscaba lo más barato en la cafetería. Un día, vio en el menú algo llamado “pan con man 0,10 USD”, por lo que le pidió al camarero: “Un pan con man y un café”. El camarero no entendía. Preguntó tres veces más sin éxito, así que mi amigo terminó comprando algo más costoso. Años más tarde, comprendió que “pan con man” era la abreviación de “pan con mantequilla”. © Luciana Santos / Facebook
  • Mi primer trabajo fue en telemarketing. Estaba esperando que la clienta se conectara a la banca por Internet para poder ayudarla, pero se demoró tanto que olvidé que estaba en la línea. Entonces, mi colega a mi lado me preguntó qué huevo quería para Pascua y, feliz, dije en voz alta: “Quiero comer huevos de codorniz”.
    La clienta, que seguía en la línea sin entender nada: “¿Hola? ¿Qué quiere?”.
    No supe qué contestar. © Leticia Moraes / Facebook
  • Cuando era niño, pensé que había perdido mi mochila unos 10 minutos antes de ir a la escuela. Toda mi familia se puso a buscarla. Entonces mi hermana notó que yo había llevado la mochila en mi espalda todo el tiempo. Mis hermanos llegaron tarde a la escuela por eso. © Esther Farias da Rocha / Facebook
  • Solía ​​trabajar en RR. HH. en una empresa, en la oficina central, y era amiga del gerente de una de las sucursales. Un día, sonó mi teléfono y apareció su número, así que lo respondí de inmediato y dije: “¡Casa de ensaladas! ¿Qué pepino desea ordenar?”.
    Pero quien estaba en la línea era uno de los directores de la empresa. © Ivy Ferrari Gerenutti / Facebook
  • Yo era camarera en una panadería. Un día, un cliente me pidió agua con gas. Como de costumbre, fui a preguntarle si quería un “vaso de hielo y limón exprimido”. Estaba tan cansada que le ofrecí “un vaso de limón y hielo exprimido”.
    El cliente se rio y dijo: “¡Vaya, eso es diferente, quiero probarlo!”. © Juh Ramos Cazassa / Facebook
  • He trabajado en varios lugares. En uno de ellos fui recepcionista en una clínica médica. Mi jefe siempre llamaba antes de ir a trabajar para consultar su horario conmigo. Sucede que, cuando hablo con mi esposo por teléfono, me despido con “Un beso, te amo, amor”, pero esta vez, estaba con mi jefe por teléfono y terminé diciendo eso. Morí de vergüenza, y fue peor cuando tuve que darle la cara para hacer pasar a sus pacientes. © Ana Lucia Alves / Facebook
  • Trabajé como jurado en las últimas elecciones. En la fila para votar, una mujer chocó accidentalmente con un hombre, y yo, desde el interior del cubículo, miré directamente al hombre y le pedí disculpas. Los otros miembros del jurado me miraron con una expresión de “¿estás loca?”. Hasta el día de hoy, no puedo entender por qué lo hice. Lo único que sé es que siempre que lo recuerdo siento una profunda vergüenza. © Francileni Lisboa / Facebook
  • Estaba en casa de mi madre y estaba a punto de irme, así que busqué a mi hijo, que en ese momento, tenía 11 meses, pero no pude encontrarlo en ninguna parte. Comencé a volverme loca, y vi a mi madre y a mi hermana riéndose de mí. Al cabo de un rato, me dijeron: “¿Por casualidad tu hijo es el bebé que tienes en tus brazos?” Y sí: lo tuve todo el tiempo en mis brazos y no me di cuenta. © Marlúcia De Paula Silva / Facebook
  • Mi madre me contó que, una vez, ella y mi tío salieron a entregar currículums en una calle muy comercial de la ciudad. Entonces mi tío le pidió información a una persona frente a la tienda y estaba esperando la respuesta, mirando de lado a lado, cuando se dio cuenta de que estaba hablando con un maniquí. Mi mamá se rio a carcajadas de esta situación, y aún hoy se enoja cuando recordamos esa anécdota. © Mauricio Melo / Facebook
  • Trabajé durante mucho tiempo en telemarketing. Un día, respondí una llamada en mi celular, no recuerdo a dónde llamaban, solo sé que respondí: “Servicio Wesley, buenas noches”. Luego hubo un largo silencio de la persona al otro lado de la línea, que probablemente no entendía nada, y siguió con su tema. Cuando terminé la llamada, le dije: “¿Hay algo más en que la pueda ayudar? Agradeció y me dio las buenas noches”... Creo que ese día estaba muy confundida... © Wesley Santana / Facebook

A veces el estar más distraídos, muy cansados o ir pensando en otras cosas nos juegan malas pasadas y acabamos pasando la vergüenza de nuestras vidas. Aunque, también es cierto, que aun estando en pleno uso de nuestras facultades, también nos tocan momentos embarazosos que preferiríamos poder borrar.

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Pobre chica la que se levantó para ir a la escuela a esas horas

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