18 Personas que podrían poner en su CV: grosero e insolente

Historias
hace 7 meses

Cada uno de nosotros ha tenido que enfrentarse, al menos una vez, al comportamiento inadecuado de los demás. Sin embargo, algunos incluso viven según el principio de que «la insolencia es la segunda felicidad». Por ejemplo, una cajera en una tienda de comestibles es grosera con un cliente, una anciana en un autobús exige con rudeza que se le ceda el asiento, o unos parientes abusan de tu amabilidad descaradamente.

  • Me asombra la insolencia de la hermana de mi esposo. Ella tenía las llaves de nuestro garaje con sótano donde le dejamos almacenar sus cosas de temporada. Fui dos veces seguidas a por las papas que almacenamos allí durante el invierno y me di cuenta de que se estaban acabando rápidamente. Le dije a mi marido que no tendríamos papas suficientes para dos familias en lo que quedaba de invierno. Cambió la cerradura. Hoy llamó esta chica, histérica, diciendo que por qué no le habíamos dado un juego de llaves nuevo. Le preguntamos: «¿Qué necesitabas allí en invierno? ¿Una bicicleta o una patineta?». Se enfadó y colgó. Planta tus propias papas, Miriam, y no te olvides de regalarnos un par de sacos.
  • Después de un duro día de trabajo, entré en la tienda y compré dos grandes bolsas de comida. Siempre verifico los comprobantes, así que enseguida me di cuenta de que me habían cobrado mucho menos de lo que debían. Quise informar de ello a la cajera, pero ni siquiera tuve tiempo de decir unas palabras. Empezó a ser grosera, diciendo que había fila, que no tardara. Intenté varias veces comunicarle su error, pero me ignoró. Con la conciencia tranquila, me fui a casa a comer mis golosinas.
  • Una vez en un trabajo me hice amiga de una chica, teníamos 23-25 años. Yo siempre llevaba galletas, manzanas, dulces, café al trabajo y la invitaba. En aquella época vivía sola, así que económicamente no me agobiaba. Luego tuve que empezar a remodelar mi departamento. El dinero escaseaba, así que empecé a ahorrar. Decidí ir a trabajar sin golosinas. Así que esta «amiga» vino a picar algo, pero yo no tenía nada. Me dijo: «Entonces iré a la tienda y compraré un bollo y un plátano». Le pedí que me los trajera también a mí. Volví y me dijo: «Dame el dinero». Al principio pensé que estaba bromeando, porque solo eran un plátano y un bollo. Pero resultó que no bromeaba. Le di el dinero, pero de algún modo la amistad se esfumó.
  • Un día estaba comprando en una tienda y me encontré con mi ex. Rompimos por iniciativa suya, porque «no era feliz conmigo». La saludé y le dije: «Hola, ¿cómo estás?». Estaba con sus amigas, así que se dio la media vuelta y soltó en voz alta: «He oído que tienes una nueva novia. No es nada guapa». Y entonces me di cuenta de que mi vida podría haber sido diferente si no hubiera roto con esa persona cruel«. © Bill Terry / Quora
  • Por alguna razón, la vecina pensó que éramos amigos. Tiene dos hijos pequeños que intenta echarme encima. Viene y me pide que haga de canguro mientras ella va de compras, se hace las uñas o va a casa de una amiga. Y su esposo «no da abasto». Yo no estaba de acuerdo. Pero una vez vino el propio marido de la vecina con estas palabras: «Eres joven. Quédate, juega con el niño y yo descansaré un rato». Me negué y él se marchó. No hubo conflicto. Pero no entiendo con qué cuentan los vecinos. Llevamos así seis meses.
  • Tengo 20 años y soy una estudiante que no trabaja. De repente, mi madre se me acercó y me dijo: «Bueno, pronto te graduarás en la universidad, así que es hora de que consigas un trabajo y te independices. Ah, se me olvidaba, me debes 1000 dólares por cuidarte y aguantar tus rabietas. Cariño, ¿me los darás en lo siguientes seis meses? He gastado mucho dinero en ti todos estos años. Trata bien a tu madre, necesito un abrigo de piel». Después de estas palabras decidí mudarme. Ella fue la que me convenció de ir a la universidad. Alquilé un departamento y me fui. Mi padre prometió ayudarme. Y a mi madre le daré 100 dólares y que se vaya en paz con su abrigo de piel.
  • Hoy en una cafetería un hombre y su mujer comieron por 80 dólares. Pidieron filete de salmón, gambas y demás. Cuando le trajeron la cuenta, dijo que había que calcularla con un descuento, como para el personal. Si no, no pagaría nada, porque las gambas no estaban suficientemente rosadas, la salsa del filete tenía un sabor a naranja demasiado pronunciado. Durante unos 20 minutos habló descaradamente. Cuando la encargada le dijo que había llamado a la policía, accedió a pagar la cuenta. Sonrió y dijo: «Oh, creía que era posible montar un escándalo y obtener un descuento en su local». © Muna_Talus / Twitter
  • Cuando tenía 15 años, iba en un avión con mi madre. De repente, alguien se nos acercó y nos pidió que cambiáramos de asiento para que un chico pudiera sentarse junto a sus padres. Mi madre preguntó: «¿Qué edad tiene el chico?». Y le contestaron que tenía 18 años. Por supuesto, mi madre no estuvo de acuerdo y durante el resto del vuelo, los propios padres del chico nos miraron de reojo. © cyntycatty / Reddit
  • Camino a trabajo, solía recoger a una colega. Al principio todo iba bien: yo paraba en el lugar acordado, ella subía e íbamos a la oficina juntos. Luego me pidió que la recogiera en otro sitio, porque el kínder de su hija estaba cerca. Después empezó a llegar tarde con varios pretextos: su hija estaba de mal humor, tardaba mucho en vestirse, no quería levantarse tan temprano... El punto final fue el momento en que, de repente, hacía un frío que pelaba, de modo que las ventanillas del interior del coche estaban cubiertas de escarcha. Llamé a mi colega y le dije que hoy fuera al trabajo sola, porque yo no tenía tiempo de recogerla. Me dijo que no iría ella sola, que me esperaría. Esperé a que se calentara el coche para limpiar los cristales. Hice todo, fui a recoger a mi colega. Y cuando me encontré con ella, me dijo: «Deberías ser más responsable y salir de casa más temprano». Le dije que salgo de casa cuando puedo y que, a partir de ahora, la lleve otra persona. Se ofendió.
  • Hubo un caso en la escuela de arte donde trabajo. Una madre entra y grita que ofendí a su hijo en plena clase y que lo eché de allí. Veo que la mujer es una desconocida, y el niño no es de mi clase. Le pregunto cuándo ocurrió. Me responde: «Hace un mes. El niño no estudia en esta escuela, pero le interesa cómo dibujan los niños. Y en general, lo estoy criando sin marido, así que no le debemos negar nada, de lo contrario se traumatizará». Gritó que se quejaría al ministerio. Y lo único que hice fue pedirle a un alumno que no era mío que abandonara la clase. Me encanta mi trabajo, pero hay muchos padres inadecuados.
  • Viajaba en autobús con los auriculares puestos, junto a la ventanilla. Una mujer se sentó a mi lado. Cerré los ojos y empecé a disfrutar de la música. De repente, esta señora me dio un fuerte codazo en el costado. Me volví hacia ella y me dijo: «¡Para! ¿A quién intentas seducir?». Me quedé de piedra. Resultó que, sin darme cuenta, empecé a morderme el labio inferior. Me sentí confusa y no sabía qué decirle.
  • Iba en un avión. Elegí de antemano un asiento junto a la ventanilla. Una madre se sentó a mi lado, y su hijo de unos 5 años se sentó a su lado, pero al otro lado del pasillo. Por supuesto, la mujer empezó a exigirme que cambiara de asiento. No me lo pidió, sino que me exigió desde el principio que me cambiara. Ante mi razonable comentario de que debería haberse preocupado por el asiento de su hijo con antelación, empezó a regañarme: «Bien hecho por elegir con antelación un asiento junto a la ventanilla. Y ahora mi hijo no está junto a la ventanilla». Le pregunté: «¿Y por qué me exiges algo? Hay una persona sentada al lado de tu hijo, pregúntale». Como respuesta oí: «Ves, hijo mío, así de mala puede ser la gente».
  • Viajo en autobús. En la parada, llega un chico con un taburete (al parecer, lo acaba de comprar y se lo lleva a casa) y se dirige al final del autobús. Pone el taburete en un espacio libre y se sienta. En la siguiente parada entra una mujer, echa un vistazo a la cabina, se dirige al chico y le exige que le ceda el asiento en tono ordenado. El chico intenta explicar que la silla es suya, pero entonces otros pasajeros se unen a la mujer. El chico, que no está acostumbrado a semejante embestida, se levanta, y la insolente satisfecha se sienta en su taburete.
  • Por la noche oigo que llaman a la puerta. La abro. Una anciana está allí: "¡Hola! Y tú, por lo que veo, ¿has puesto persianas en las ventanas? Porque ahora no se ve nada. ¿Por qué, ahora tienes otro novio? Es que me he fijado en que hay otro coche bajo las ventanas. La eché inmediatamente por ser descarada.
  • Un día, mi hermano mayor trajo a una chica a casa. De alguna manera convenció a nuestros padres para que la dejaran quedarse con nosotros una temporada. Lo curioso era que tenía un hijo pequeño. Al cabo de un mes, esta chica empezó a regañarme, diciendo que dejaba mis cosas en «su baño». Y luego empezó a pedirme que hiciera de canguro mientras ella salía. Solo después de 14 meses mis padres no pudieron soportarlo y le pidieron que se mudara. © w****reddit / Reddit
  • Sucede que en esta etapa de la vida trabajo sola en la familia, así que el principal ingreso proviene de mí. Con mi esposo lo hablamos todo, ¡así debe ser! Y todo iba de maravilla: yo trabajaba, hacía el café por las mañanas y preparaba el desayuno, y mi marido limpiaba y preparaba la cena en casa. Y ayer me tomé un día libre, resolviendo pequeños problemas del trabajo a distancia. Mientras me mensajeaba con un cliente, le pedí a mi esposo que hiciera la cena. Se enfadó y me dijo: «En realidad, ¡ya cocino todos los días!».
  • Estaba poniendo productos de mi cesta en la cinta de la caja en una tienda. Detrás de mí había una anciana. Y entonces la vi tomar mis toallas femeninas de la cinta y ponerlas en la estantería más cercana. Me quedé de piedra y le dije: «Perdone, pero esto es mío, devuélvalo». Y ella: «¡Debería darte vergüenza! Da las gracias de que no esté mi nieta, o te habría dado una bien fuerte por semejante vulgaridad. ¡Aquí hay gente comprando comida!». Ni siquiera pude encontrar las palabras para contestarle. Afortunadamente, la cajera intervino y exigió que le devolvieran la mercancía. No sé qué tiene esa anciana en la cabeza.
  • Salí con un chico durante mucho tiempo. Vivíamos en mi departamento de alquiler o en el suyo. Pero él vivía con su madre. Una vez me ofreció un plan fiable, como un reloj suizo: él se hace cargo de la hipoteca, yo me mudo con él. Y el dinero por la vivienda simplemente se lo daría a él. Le pregunté: «¿Y si rompemos?». Inmediatamente me dijo: «En todo caso tendrías que pagar el alquiler». Después de esta conversación, la relación no funcionó.
Imagen de portada yana_aff_ / Twitter

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