5 Estrategias de manejo emocional con las que podemos reemplazar el “no llores”

Psicología
hace 19 horas

A todos nos ha pasado: estamos en el parque, en el banco o en una reunión familiar y de pronto nuestro hijo (o el de alguien más) comienza a llorar. Lo primero que se nos viene a la mente es decirle “no llores”. Pero aunque no sea una reacción malintencionada, puede tener un impacto mucho mayor de que imaginamos. En este artículo, exploraremos justamente el peso que esta frase puede tener en la vida de los niños y qué cambios podemos hacer al respecto.

¿Por qué lloran los niños?

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Antes de profundizar en el tema, debemos entender que el acto de llorar es mucho más complicado de lo que parece. Para empezar, el sistema nervioso, que se encarga de regular el llanto, se divide en dos partes (simpático y parasimpático) y cada parte tiene una función diferente. Por ejemplo, cuando nuestros hijos nos piden una galleta y les decimos que no, puede que empiecen a llorar. Esto es porque el sistema simpático tomando el control. Pero a medida que el niño se va calmando y disminuye el llanto, esto es porque el sistema parasimpático toma el control y hace la transición de una respuesta más agresiva a una de entendimiento y en la cual se procesan las emociones.

Además, debemos tener en cuenta que llorar es una respuesta normal a un estímulo externo. Contrario a lo que muchas veces se nos ha dicho, la mayor parte del tiempo no es una estrategia de manipulación por parte de los niños, sino que es una forma de aliviar el estrés de la situación y también parte del proceso de las emociones. Es decir, que aunque el llanto haya sido por un berrinche, sí tiene un propósito. La presencia de las lágrimas puede indicar que el niño o niña está en el proceso de aceptación y necesita de nuestra ayuda para poder continuar con ese proceso.

Por supuesto, las razones por las cuales un niño llora pueden ser muy variadas, y en la mayor parte de los casos nos pueden parecer insignificantes y hasta absurdas. Pero para un niño en sus primeros años de vida, toda causa de llanto es importante y no debemos minimizarla. Lo que debemos hacer es trabajar en reconocer los detonantes del llanto y aprender a controlarlos:

  • Estrés: debemos quitarnos de la cabeza la idea de que los niños no se estresan (o que no deberían tener razones para hacerlo). El estrés es una respuesta de nuestro cuerpo y no algo único de los adultos. Y para los niños, que no tienen experiencia en la regulación de sus emociones, hasta perder un juego les puede causar mucho estrés.
  • Cansanciohambre: si nosotros nos levantamos de mal humor cuando no dormimos bien, ahora imagina un niño. Entre más cansado esté nuestro hijo o hija, mayores serán las posibilidades de que lloren. Por eso es tan importante procurar que duerman lo suficiente y respetar sus tiempos de siestas. Lo mismo sucede cuando tienen hambre. Si tu niño llora sin razón aparente, pregúntate cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que comió algo. Un pequeño bocadillo en esas situaciones puede resultar milagroso.
  • Quieren algo: puede ser algo físico o atención. Si es algo físico como un juguete o bocadillo, decirles que no puede generar el llanto como respuesta. Por supuesto, no debemos ceder con el fin de que dejen de llorar. Lo mejor es explicarles por qué no podemos darles lo que quieren en el momento. El llanto ya pasará. Pero también considera que si es tu atención lo que buscan, ellos no tienen la madurez suficiente para entender ese sentimiento y mucho menos hacérnoslo saber. Piensa en si has estado muy ocupado en tu día y no has pasado mucho tiempo con él o ella. Tomarse un break de la rutina para reconectar con ellos puede hacer maravillas para su estado de ánimo y el nuestro.

Prohibido decir “no llores”

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Como mencionamos antes, llorar es una respuesta natural de nuestro cuerpo y puede ser un indicador de que los niños están en el proceso de aceptación. Decirles que no lloren, puede jugarnos en contra. La psiquiatra Dra. Willough Jenkins, menciona que este tipo de mensajes les dice a nuestros hijos que sus sentimientos no son válidos. Al contrario, menciona que lo recomendable es decirles que está bien sentirse tristes e invitarlos a hablar sobre ello, en vez de pedirles que se callen. Adicionalmente, los expertos aseguran que llorar no solo ayuda a los niños a calmarse, sino que el hecho de mostrar una actitud compasiva hacia las lágrimas de nuestros hijos también les ayudará a tener una mejor regulación de sus emociones y fortalecerá el lazo que tenemos con ellos.

Asimismo, terapeutas del Instituto Gottman sugieren que una buena forma de lidiar con el llanto de nuestros hijos es ayudarles a reconocer los detonantes. Es decir, que después de un episodio de llanto nos sentemos con ellos y les preguntemos, con calma, qué sucedió antes de que se pusieran a llorar. También ayudarles a etiquetar sus emociones (si es tristeza o frustración, por ejemplo) y reconocer las señales físicas de su frustración. Posterior a esto, lo que podemos hacer es discutir con ellos cómo responder a esos detonantes y hasta enseñarles ejercicios para afrontarlos, como contar hasta diez o respirar profundamente.

¿Cómo puedo apoyar a mis hijos?

El desarrollo emocional en nuestros hijos es de suma importancia en su crecimiento, ya que este puede tener un impacto directo en varios aspectos de sus vidas, como las interacciones sociales, el éxito académico y en su bienestar emocional en general. Por ejemplo, un niño con un desarrollo emocional fuerte estará más preparado para formar relaciones saludables, cooperar con otros y resolver conflictos, así como ser más empáticos con las personas que los rodean. Esto, a su vez, también les ayuda a tener un mejor desempeño en sus estudios, ya que tendrán mejores herramientas para manejar el estrés diario y así podrán tener una participación más activa en sus clases. Además, un buen desarrollo emocional les permite enfrentar mejor los desafíos que la vida traiga y los hace más propensos a aprovechar situaciones de crecimiento.

Si deseas que tus hijos puedan tener un buen desarrollo emocional y contar con todos estos beneficios a lo largo de sus vidas, acá te dejamos unos cuantos consejos que puedes poner en práctica en tu hogar:

  • Co-regulación: básicamente, debemos estar calmos para que nuestros hijos también se calmen. Por eso es tan importante una buena conexión con nuestros hijos, ya que así ellos pueden sentirse en un entorno seguro y calmarse con mayor facilidad. Un padre frustrado, difícilmente, va a lograr que su hijo se calme.
  • Movimiento: el desarrollo cognitivo y el movimiento están estrechamente relacionados. Por eso es recomendable la actividad física, así nuestros hijos podrán desarrollar funciones cerebrales de orden superior. Estas funciones están ligadas con la regulación de las emociones.
  • Procesamiento sensorial: cuando hay dificultades de procesamiento sensorial, es muy posible que también haya dificultades para regular las emociones. Debemos dejar que nuestros hijos exploren y activen sus sentidos a través del juego. De esta manera, vamos a fortalecer su capacidad para procesar la información sensorial y, por ende, tener un mejor desarrollo emocional.
  • Dieta y un buen ciclo del sueño: ya lo habíamos comentado antes, pero el hambre y el sueño influyen mucho en nuestro estado de ánimo, y por supuesto que también lo hará en nuestros hijos. Por un lado, la dieta es importante no solo por tener sus pancitas llenas, sino también porque una buena salud digestiva está ligada a una buena salud mental. De igual manera, un ciclo del sueño de calidad también tiene efectos positivos en la salud mental y física, además de que el descanso juega un papel fundamental en el manejo de nuestras emociones.
  • Juegos de rolhistorias: hacer actividades de este estilo nos permitirá poner a nuestros hijos en posibles escenarios donde ellos se encuentren molestos o tristes y así facilitarles el procesamiento de sus emociones. Además de que podemos darles estrategias para lidiar con esas emociones cuando les suceda en la vida real. El leerles historias o ver películas que hablen de las emociones también ayudará a que se familiaricen con esos procesos.

Como padres, tenemos muchas cosas en nuestra cabeza y el llanto de nuestros hijos puede empeorar el sentimiento de frustración. Pero antes de decirles que dejen de llorar, debemos recordar que ellos no han tenido la oportunidad de procesar adecuadamente sus emociones y que es nuestra responsabilidad que lo hagan. Entender las emociones no es un proceso lógico o intuitivo, sino que se desarrolla a medida que vamos creciendo y según la crianza a la que estemos expuestos. Así que la próxima vez que uno de nuestros hijos esté llorando, sin razón aparente, evitemos decir “no llores”. Mejor respiremos hondo y hablemos tranquilamente con ellos para ayudarles a procesar lo que sienten. De esta manera, podremos criar una nueva generación de personas con un buen desarrollo emocional.

¿Te imaginabas que el llanto era tan importante? Cuéntanos en los comentarios si has cambiado la forma en que respondes al llanto de tus hijos. ¿Qué estrategias te han funcionado mejor para validar sus emociones? Tu experiencia puede inspirar a otros.

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