6 Hábitos de higiene del pasado que muestran lo lejos que hemos llegado

Curiosidades
hace 1 día

Estamos tan acostumbrados a nuestros rituales de higiene modernos que a menudo no pensamos en cómo era vivir en el pasado y cuidarse. De hecho, no era nada fácil. Uno de los principales problemas era la falta de información y recursos, lo que daba lugar a extrañas teorías y prácticas antihigiénicas. En este artículo hemos recopilado algunos datos interesantes sobre los hábitos higiénicos del pasado que hoy resultan cuanto menos desconcertantes.

En la antigua Grecia utilizaban madera en lugar de toallas femeninas

En la antigüedad, no había muchas alternativas para la higiene femenina, así que la gente utilizaba lo que tenía a mano. En la antigua Grecia, en lugar de tampones, utilizaban madera, o mejor dicho, trozos de madera finamente cortados que se envolvían en tela. En otros países, las mujeres también eran creativas: en Egipto fabricaban tampones con papiro, en Roma con lana, en Japón con papel y en Indonesia con fibras vegetales.

También existía una extraña teoría sobre la menstruación: el antiguo médico griego Galeno creía que su causa era la pereza. Como las mujeres solían realizar las tareas domésticas y moverse poco, supuestamente el fluido se acumulaba en el cuerpo. Sin embargo, tenía que salir de alguna manera. Así, la menstruación era una especie de “salvación” para las mujeres que llevaban un estilo de vida menos activo, a diferencia de los hombres.

En la antigua Grecia y Roma, en lugar de papel higiénico se utilizaba cerámica y un palo especial

En la antigüedad existían varias alternativas al papel higiénico. Los retretes tenían un palo en el que se sujetaba una esponja empapada en vinagre, llamada “tersorio”. Este artilugio no era en absoluto desechable, por lo que la higiene estaba fuera de toda duda.

Otro peculiar sustituto del papel higiénico eran unos productos cerámicos en forma de círculo, llamados “pesoya”. Existe la teoría de que se utilizaban para escribir en ellos los nombres de los archienemigos y, una vez “cumplido” el ritual, se les vengaba simbólicamente.

En el siglo XVIII, la ropa interior blanca se llevaba en lugar de lavarse

En aquella época estaba muy extendida la creencia de que el agua tenía un efecto muy negativo sobre la salud. La gente solo podía bañarse unas pocas veces en la vida. Se cree que Luis XIV solo se bañó dos veces en toda su vida. Incluso los médicos daban consejos contradictorios sobre el baño, considerándolo indeseable. Por ejemplo, bañarse en agua caliente se consideraba peligroso para la salud porque abría los poros, y el agua fría podía provocar escalofríos y resfriados.

Pero uno podría pensar: “¿Cómo es eso? ¿Acaso la gente no se lavaba ni se cuidaba?”. De hecho, la gente de la época encontró una solución: llevaban ropa interior de lino blanco, que cambiaban con frecuencia. Se creía que la higiene corporal dependía mucho de ella, ya que supuestamente absorbía la grasa y la suciedad del cuerpo.

La corte real tenía un “cuidador de retrete”

Uno de los empleos más controvertidos de la historia fue el de “retretero del rey”. El palacio empleaba a un “asistente de aseo”, una persona especial encargada de supervisar y ayudar al rey en sus necesidades.

El cargo fue establecido por primera vez por Enrique VII, y durante el reinado de su hijo, Enrique VIII, llegó a ser muy honrado. El trabajo implicaba el conocimiento de aspectos muy íntimos de la vida del rey y a menudo prometía un rápido ascenso.

Por ello, muchos hijos de nobles y otros solicitaban este puesto para mejorar su posición en la corte. Algunos ascendieron a secretarios con elevados salarios y privilegios. Se cree que el nombre de la “profesión” procedía del retrete, que siempre se llevaba consigo por si el rey lo necesitaba. También se llevaba agua, toallas y una jofaina para lavarse.

En la antigua Roma había retretes públicos

Aunque estamos hablando de un pasado lejano, Roma estaba bastante desarrollada entonces: hacía tiempo que existía un sistema de alcantarillado. En las ciudades había retretes públicos, que solían estar situados junto a los baños públicos. Sin embargo, una característica interesante de estos establecimientos era que en su interior no había paredes divisorias. La gente se sentaba literalmente una al lado de la otra, sin ninguna intimidad. A menudo, estos lugares se convertían en escenario de acaloradas discusiones. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa se puede hacer cuando se está sentado con otros durante largos periodos de tiempo, cómo entretenerse uno mismo y entretener a los demás?

Las mujeres solían cubrirse el cabello con grasa animal

En la Edad Media, la grasa de oso se hizo especialmente popular como remedio contra la caída del cabello y para estimular su crecimiento. El fundamento de esta práctica era la creencia de que el espeso pelaje de los osos indicaba alguna propiedad especial de su grasa que podía tener un efecto favorable sobre el cabello.

Las recetas solían incluir grasa de oso mezclada con otros ingredientes como ceniza de paja de trigo o hierbas. Sin embargo, debido a la caza excesiva de osos en los siglos siguientes, los fabricantes empezaron a sustituirla por grasa de cerdo, aunque siguieron vendiéndola como “grasa de oso”.

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