18 Personas que tenían una buena razón para mentir a sus seres queridos
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La intolerancia a la lactosa afecta a millones de personas en todo el mundo, y a menudo pasa desapercibida. Este artículo destaca 8 señales comunes que tu cuerpo puede estar advirtiéndote de que la intolerancia a la lactosa te está causando molestias.
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Aunque son menos frecuentes, algunas personas con intolerancia a la lactosa también presentan síntomas como dolores de cabeza, fatiga, dificultad para concentrarse, dolores musculares y articulares, úlceras bucales, problemas urinarios e incluso eccemas.
Productos lácteos como la leche, el queso y el yogur se han relacionado con las aftas bucales. Algunos expertos creen que las proteínas de la leche de vaca pueden desencadenar úlceras bucales en determinadas personas debido a una reacción inmunitaria adversa.
Si te salen aftas con frecuencia, plantéate suprimir los lácteos, sobre todo los de origen animal. En su lugar, prueba alternativas como la leche de soja, la leche de avena y el queso vegano para ver si estos cambios ayudan a reducir las aftas.
Las alergias a los lácteos pueden desencadenar reacciones más allá del sistema digestivo, afectando a la piel, los pulmones y otros órganos. Los síntomas más comunes son
En los lactantes, también puede aparecer sangre en las heces.
Las reacciones graves, como la inflamación de garganta y las dificultades respiratorias, pueden indicar anafilaxia, una respuesta alérgica potencialmente mortal. Los síntomas suelen aparecer a los pocos minutos de consumir lácteos, pero pueden demorarse horas. Si se produce anafilaxia, es crucial actuar de inmediato: administrar epinefrina (si se dispone de ella) y buscar atención médica de urgencia. Si no dispones de epinefrina, acude sin demora al servicio de urgencias más cercano.
La intolerancia a la lactosa se produce cuando el organismo tiene dificultades para digerir la lactosa, el azúcar natural de la leche, lo que provoca problemas digestivos como diarrea después de consumir lácteos. Aunque no es perjudicial, puede causar molestias importantes.
Curiosamente, la intolerancia a la lactosa no siempre provoca diarrea. En algunos casos, sobre todo en personas cuyas bacterias intestinales producen metano en lugar de hidrógeno, el estreñimiento puede ser uno de los síntomas principales. Las investigaciones sugieren que el metano ralentiza el movimiento intestinal, lo que provoca estreñimiento en aproximadamente un tercio de las personas con intolerancia a la lactosa.
La hinchazón es un síntoma frecuente de intolerancia a la lactosa, tanto en niños como en adultos. Se produce cuando el organismo carece de lactasa, la enzima necesaria para descomponer la lactosa, el azúcar natural de los productos lácteos.
Sin una digestión adecuada, la lactosa no digerida llega al colon, donde las bacterias intestinales la fermentan, provocando hinchazón y malestar.
La intolerancia a la lactosa puede causar síntomas que van más allá de las molestias digestivas, como dolor de espalda, dolores de cabeza, fatiga, dificultad para concentrarse y cansancio general. Algunas personas también refieren trastornos del sueño, mareos y una sensación general de malestar.
Estos síntomas menos frecuentes pueden deberse a la incapacidad del organismo para procesar adecuadamente la lactosa, lo que puede desencadenar respuestas inflamatorias o metabólicas en personas sensibles.
Cuando la lactosa no se digiere correctamente en el intestino delgado, pasa al colon, donde las bacterias intestinales la descomponen.
Este proceso de fermentación produce ácidos y gases como hidrógeno, metano y dióxido de carbono, que provocan los síntomas habituales de la intolerancia a la lactosa, como flatulencias.
La lactosa, el azúcar de los productos lácteos, no siempre es bien tolerada por el organismo. Aunque algunas personas pierden de forma natural la enzima lactasa necesaria para digerir la lactosa, incluso aquellas que pueden procesarla pueden experimentar efectos secundarios más allá de la digestión.
Cuando la lactosa se descompone mal, puede alterar el microbioma intestinal, elevar los niveles de azúcar en sangre y contribuir a la inflamación sistémica. Esta inflamación puede manifestarse como dolor muscular y articular, lo que convierte a los lácteos en un desencadenante potencial de molestias. Ya sea por problemas digestivos o por efectos metabólicos, reducir el consumo de lactosa podría ayudar a minimizar el dolor relacionado con la inflamación.
Los signos más comunes de la intolerancia a la lactosa incluyen calambres y dolor abdominal, que suelen aparecer a las pocas horas de consumir lácteos.