Descubre los tips de autocuidado y maquillaje que Amanda Seyfried ha perfeccionado con su piel reactiva

Salud
hace 2 días

En un mundo donde la perfección parece ser requisito para mostrarse frente a una cámara, Amanda Seyfried nos regala algo mucho más valioso: honestidad. En un video, la actriz se maquilla mientras revela —con naturalidad y mucha ternura— los desafíos que enfrenta con su piel. Lo que podría parecer una rutina más de celebridades, se convierte en un relato entrañable sobre una afección de la piel que lleva consigo desde los 19 años y que, lejos de esconder, ha aprendido a entender y abrazar.

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POR CUALQUIER DUDA CON RESPECTO A SU SALUD O UNA POSIBLE AFECCIÓN MÉDICA, CONSULTE A SU DOCTOR.

Cómo vivir con eccema y seguir sonriendo

Amanda cuenta que fue a los 19 años cuando comenzó a notar un sarpullido en su rostro. Fue diagnosticada con eccema y dermatitis perioral. En ese momento, gracias a su dermatólogo, aprendió sobre productos medicinales y a cuidar su piel con más conciencia. Hoy, cerca de dos décadas después, el eccema sigue acompañándola, pero ya no la define. Entre risas, menciona que lavarse la cara activa el sarpullido, pero que lo cubre para salir en público.

Su rutina comienza con lo básico: una barra de jabón. Asimismo, aplica crema medicada en la zona del bigote, tónico, suero, crema de ojos y protector solar —porque “el cuello también es importante”, recuerda—. Habla del brote que tuvo hace un par de años y cómo eso la llevó a eliminar los lácteos, incluso renunciar al capuchino, una de sus bebidas favoritas. “Ahora solo café negro, porque no puedo empezar el día sin café”, confiesa.

Aprender a quererse... paso a paso

Más allá de los productos que utiliza, lo que impacta es cómo Amanda narra su relación con su piel. Asegura que con los años ha mejorado: después de tener hijos, al alimentarse mejor. Incluso el jugo de apio que ahora bebe, que dice que “también debe estar haciendo algo”, mientras aplica sus productos para el rostro. No lo hace para verse perfecta, sino como un complemento para sentirse bien.

Entre los detalles que Amanda Seyfried ha aprendido a dominar por sí sola, está el rizado de pestañas —las suyas son rectas, según cuenta—, pero nunca deja que otra persona lo haga por ella: ha tenido malas experiencias donde le pellizcan el párpado, y prefiere evitar ese riesgo. A esto se suma un bálsamo labial que apenas da un tono rosado, suficiente para inspirar salud y frescura. Es un gesto sutil, que reafirma su preferencia por lo natural y funcional.

En casa no usa base: nunca aprendió a aplicarla bien. Pero hay algo que no puede faltar: el corrector. Cuando creyó haberlo perdido en el aeropuerto, casi colapsa. “Es que no puedo vivir sin él”, confiesa. Lo aplica alrededor de los labios y en el contorno bajo sus ojos, que suele tener rojo. Pero en lugar de ocultarlo del todo, lo acepta. “Es como una sombra natural”, comenta, y ahí hay una gran lección: no todo necesita esconderse.

Belleza con memoria

Amanda también recuerda cómo solía sentirse durante sus primeras grabaciones. En una telenovela, rodeada de otras actrices, se veía en fotos y pensaba que era poco atractiva. Hoy, lejos de esa mirada dura, se muestra con ternura. Ya no se exige parecerse a nadie más, ni disimular las imperfecciones.

Cuando llega al paso del maquillaje en cejas, ríe al admitir que se las depiló demasiado (porque sí, nació en el 85). Le ha llevado años hacerlas crecer de nuevo. Las pinta de un tono similar al natural para unificarlas, y les aplica gel para que resistan incluso cuando se pone un suéter y lo pasa por la cara. Todo está pensado para no complicarse.

Amanda confiesa que el rubor fue un descubrimiento tardío: no entendía su magia hasta los treinta y tantos. Hoy, lo considera su arma secreta. También ama el lápiz labial mate, que aprendió a usar de forma sutil: lo difumina con los dedos, logrando un tono natural. “Puedo ir de compras y lucir glamurosa”, dice.

Más allá del maquillaje

Hacia el cierre del video, se suelta el cabello y admite que tiene buen pelo, pero que con ese “privilegio” también vino el eccema, como si todo buscara equilibrarse. Esa observación —como muchas otras a lo largo de su rutina— deja entrever que su relación con la belleza va más allá: habla de aceptación.

Reconoce que pasar de las telenovelasChicas pesadas fue algo que ocurrió tan rápido y de forma tan azarosa, que simplemente se dejó llevar por la corriente. Estaba feliz de estar trabajando y sabía que era afortunada, aunque no imaginaba lo grande que sería esa película. Y aunque suene triste, de alguna manera, esa experiencia la ayudó a prepararse para el rechazo que, tarde o temprano, enfrentan todos los actores.

Habla también de lo que significa ser madre. De cómo quiere que su hija se sienta hermosa sin importar cómo se vea. De cómo cantar durante el embarazo fue distinto, más emocional que técnico. También habla de su carrera actoral, de lo que ha aprendido, y que hay nuevos proyectos que la entusiasman.

Lo más valioso del testimonio de Amanda no es su piel ni su maquillaje. Es la calma con la que ha aprendido a convivir con lo que alguna vez le causó inseguridad. Es su manera de recordarnos que todas tenemos algo que nos incomoda frente al espejo, pero que también podemos aprender a verlo con otros ojos. Con compasión, con humor y amor.

Y para ti, ¿cómo ha cambiado la relación con tu piel o tu imagen desde la adolescencia hasta hoy? ¿Qué cosas que antes te incomodaban de ti, hoy forman parte de lo que te hace única?

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