El auto más rápido del mundo rompe la barrera del sonido como un avión a reacción

Curiosidades
hace 8 meses

Nos encontramos en el desierto de Black Rock, en Nevada. Aquí, el auto más rápido del mundo está siendo probado. Es ese pequeño punto a la distancia, pero se acerca muy rápido ¡y nos pasa en una fracción de segundo! El sonido llega unos momentos después. ¡Guau! Exacto, este auto se mueve más rápido que la velocidad del sonido, así que primero lo vemos y solo más tarde lo oímos acercarse. Vayamos al taller y echemos un mejor vistazo a este milagro tecnológico.

Este es el Bloodhound LSR. En realidad, no termina de ser un auto ni un cohete. Fue construido con el único fin de romper el récord de velocidad existente y ser el primer auto en alcanzar los 1600 km/h. Tiene un cuerpo alargado, con una longitud de unos 13 m de punta a punta y un ancho de dos metros y medio, así que tiene casi el mismo tamaño que un autobús escolar. Pero los autobuses escolares no tienen un detalle importante: el motor a reacción.

De hecho, el Bloodhound tiene un par de esos motores. El primero hace que llegue a los 1000 km/h. Luego, para alcanzar velocidades superiores, el cohete híbrido entra en acción. Estos dos motores usan una enorme cantidad de combustible por segundo; para asegurar que haya una cantidad suficiente, cuenta con... ¡otro motor! El Jaguar V8 supercargado ha sido utilizado para alimentar los propulsores de los cohetes. Pero los diseñadores planean reemplazarlo con un motor eléctrico en el futuro.

La forma alargada del vehículo se vuelve más angosta hacia el frente. Eso responde a problemas aerodinámicos que aparecen cuando el auto se mueve a velocidades tan altas. Mientras más rápido avanzas, más resistencia opone el aire. No lo sientes cuando conduces por la ciudad en tu vida cotidiana. Pero, si sacas la mano por la ventanilla en una autopista, sentirás que el aire se vuelve más duro, como si fuera helado.

Por eso, al diseñar el vehículo, los ingenieros usaron tecnología aeroespacial. Después de todo, la apariencia del Bloodhound LSR es similar a la de un transbordador. Otro detalle que este auto tomó prestado de los aviones son las ruedas. Para las pruebas a bajas velocidades, se utilizaron 4 neumáticos del avión de caza English Electric Lightning. Pero, para las pruebas de velocidad en Sudáfrica, en el año 2019, las reemplazaron con ruedas de una aleación resistente y de 90 centímetros de ancho. Cada una pesa más de 95 kg.

Estas ruedas deben ser capaces de soportar 10 000 revoluciones por minuto. A esa velocidad, son expuestas a una fuerza increíble, mientras que los neumáticos experimentan una carga de 50 000 fuerzas g. La cabina del Bloodhound LSR recuerda a la de un avión o un auto de Fórmula 1. Tiene el mismo volante y decenas de interruptores, así como varias pantallas que rastrean el desempeño de los sistemas del vehículo. En otras palabras, olvídate de la comodidad. Los sistemas de aire acondicionado y música fueron descartados para que el auto sea lo más liviano posible.

Pero, a pesar de los esfuerzos, pesa unas 6 toneladas. Los responsables de esto son los motores a reacción y el tanque de combustible. Sin embargo, si volvemos a compararlo con un autobús escolar, veremos que el Bloodhound es casi dos veces más ligero: 6 toneladas contra 11. Actualmente, los ingenieros están preparando este vehículo para una carrera, pero podemos simular este proceso paso a paso. Así que regresemos al desierto de Black Rock.

Él es Andy Green. Es piloto de la Real Fuerza Aérea y ostenta el récord actual de velocidad. Además, es la primera persona que rompió la barrera del sonido sobre tierra. El 15 de octubre de 1997, se sentó detrás del volante del Thrust SSC. Es un vehículo parecido, con dos turborreactores similares a los motores de los aviones de caza F-4 Phantom. Tenían 110 000 caballos de fuerza en total, y consumían casi 18 litros de combustible por segundo. En aquel entonces, Andy Green alcanzó los 1228 km/h en solo 30 segundos.

Cuando el auto cruzó la barrera del sonido, creó una explosión sónica. Pero esta vez el objetivo son los 1600 km/h. Andy se pone su traje y ocupa el asiento del piloto. Frente a él hay una línea recta de decenas de kilómetros de distancia. El equipo inicia la cuenta regresiva, como si fuera el lanzamiento de un cohete. Los latidos de los ingenieros, de los diseñadores y del piloto están al límite. La cuenta regresiva llega a su fin... ¡En marcha! ¡El Bloodhound sale a toda velocidad!

Durante la aceleración, Andy experimenta una sensación similar a la de los astronautas durante el lanzamiento de un cohete. Una enorme nube de polvo se forma detrás del auto. ¡El velocímetro supera sus valores máximos! En menos de medio minuto, el Bloodhound cruza la barrera del sonido. Volvemos a oír una ensordecedora explosión sónica. En este momento, el motor alcanza los 3000 °C, un número que duplica la temperatura en el interior de un volcán. Las ruedas giran a 10 200 revoluciones por minuto.

El piloto está más concentrado que nunca. Solo un segundo más y romperá el récord de velocidad. 1450 km/h... 1500... 1550... ¡1600 km/h! Andy Green logró su objetivo, pero solo recorrió la mitad de la pista. Comienza a frenar. Cierra las válvulas de mariposa, lo que bloquea el flujo de aire por el motor. El auto comienza a sentir la resistencia extremadamente fuerte del aire. Al mismo tiempo, el piloto se expone una presión tan intensa como la que se siente al hacer una pirueta vertical en un avión.

La velocidad ha bajado hasta alcanzar la del sonido, llegó la hora del freno aerodinámico. Usando alerones y otros elementos, el auto incrementa aún más resistencia del aire, y la velocidad sigue disminuyendo. Cuando llega a los 960 km/h, el paracaídas de frenado se abre. 650 km/h. En este punto, un segundo paracaídas se abre si el auto no ha desacelerado lo suficiente. Una vez que alcanza los 400 km/h, llega la hora de los clásicos frenos de disco. Una vez empleados, se calientan tanto que se vuelven rojos como el metal caliente de una fragua. Y por fin... ¡se detiene! Andy Green establece un récord mundial de velocidad sobre tierra al haber alcanzado los 1600 km/h. El equipo no puede esperar para felicitarlo. Las emociones están a flor de piel. Todos esos años de trabajo han sido un éxito. Hora de una foto conmemorativa con todo el equipo y el auto. ¡Ah, perfecto!

Y si bien se ha invertido una enorme cantidad de tiempo y dinero en este proyecto, no tiene ningún uso concreto para la vida cotidiana. El Bloodhound LSR no puede ser utilizado en calles normales. Bueno, en términos de tamaño, parece un autobús, pero el motor... Si el conductor decidiera pisar el acelerador en un semáforo, el auto detrás de él se convertiría en un kebab. Además, rugiría como un avión de propulsión a chorro.

No queremos transformar nuestras calles en pistas de aterrizaje, ¿o sí? Aunque, a esa velocidad, podrías viajar de Nueva York a Los Ángeles en dos horas y media. En cambio, un avión hace el mismo recorrido en cinco horas y media. Bueno, ¿y cuál es el récord de velocidad que una persona promedio puede alcanzar en un auto? Este es el SSC Tuatara. Actualmente, es el coche de producción más rápido del mundo. Tiene 1750 caballos de fuerza y les ha robado el título del auto más veloz a Bugatti y Koenigsegg. La marca fue establecida en un camino cerrado cerca de Las Vegas, en Nevada. El conductor pisó el acelerador y no lo soltó hasta haber alcanzado la increíble velocidad de 532 km/h. Esto equivale a la mitad de la velocidad crucero de un avión de pasajeros, ¡en una calle común y corriente! Y es mucho más cómodo que el Bloodhound LSR. Tiene aire acondicionado, un equipo de música y espacio para un pasajero.

La compañía aún no ha anunciado el precio de este monstruo, pero costará al menos 1,9 millones de dólares. Bueno, los viajes a altas velocidades seguirán siendo un beneficio de los ricos, pero no es el auto más caro del mundo. Ese título pertenece al Bugatti La Voiture Noire, con un precio de 18,6 millones de dólares. Para que tengas una idea, el precio de los aviones privados capaces de viajar de un continente a otro parte de los 3 millones. Así que podrías comprar seis aviones. Sí...

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