La historia de Guillermo del Toro y las experiencias de su niñez que lo llevaron a crear mundos fantásticos

Historias
hace 1 año

Guillermo del Toro es un director, productor, escritor, autor, curador y más. Su particular visión de artista, en la que abundan los cuentos de hadas y los monstruos, le ha dado reconocimiento a nivel internacional. Es admirado por su capacidad para expresar con imágenes oscuras y terroríficas las profundidades de la naturaleza humana.

En Genial.guru, lo admiramos y hemos hecho un recuento de sus orígenes como cineasta, analizando la gran influencia que tuvo su familia en su formación.

1. Sueños lúcidos (o, más bien, pesadillas)

Guillermo del Toro vivió su infancia en la provincia de México, en un pueblo de Guadalajara, Jalisco. Cuando era niño, recuerda que sufrió mucho en las noches, ya que tenía pesadillas recurrentes.

“Me despertaba en el sueño como si algo estuviera en mi habitación, y literalmente veía criaturas”, recuerda el director. “No había diferencia entre eso y la realidad. En la casa de mi abuela, de vez en cuando, las campanas de la iglesia cercanas sonaban tarde, ya fuera a medianoche o a las 10 p. m. Escuchaba las campanas que hacían din don, din don, y había un gran armario en mi habitación de donde salían una mano y la cara de una cabra y la pierna de una cabra. Era horrible, tan horrible”.

2. Su abuela intentó “curarlo”

Esas situaciones aumentaron su fascinación por los monstruos y fantasmas desde niño. Su obsesión fue tal que su abuela, que era una religiosa muy ferviente, intentó curarlo con agua bendita para que dejara de dibujar seres de otro mundo.

Los esfuerzos de la abuela no dieron resultado en el joven cineasta. “Mi Santísima Trinidad estaba formada por Frankenstein, el monstruo de la Laguna Negra y los Hombres Lobo”, dijo Guillermo a un diario británico.

3. Un cambio repentino de niño

Al comienzo de su niñez, ocurrió un evento en la vida de Guillermo del Toro que cambió su vida para siempre. “Mi padre ganó la lotería cuando yo tenía cuatro años, y compramos una casa más grande”, recordó el director.

“Mi padre era un hombre de negocios muy exitoso, pero dejó de ir a la escuela muy joven. Nunca leyó. Así que, cuando tuvo dinero, compró una biblioteca. Eran los libros que leí de niño: El jorobado de Notre Dame, Edgar Allan Poe, esto y aquello. Pero lo realmente genial para mí fue que compró varias enciclopedias, The Family Health Medicine Encyclopedia y una llamada How to Look at Art, que tenía diez volúmenes. Te llevaba desde las pinturas rupestres hasta lo que entonces era arte moderno: cubismo, Klee, arte abstracto, arte pop. Los leí todos, varias veces, en realidad, y los consulté mucho. Esos fueron el principio”.

4. La abuela lo hizo pagar penitencia

Su abuela, Josefina, ya era mayor y muy chapada a la antigua; veía con desagrado la fascinación que tenía Guillermo por lo macabro. Así que, para “limpiar” su alma, le colocaba tapas de botellas de metal dentadas dentro de sus zapatos.

“Los ponía al revés”, recuerda. “Mi madre la descubrió y le dijo: ’No vuelvas a hacer eso’. Pero había muchas tapas de botellas por ahí. Aun así, formé un vínculo especial con ella; me explicó varias cosas teológicas, pero eso era muy difícil de entender para mí”.

5. Aprendió a perdonar

A pesar de la culpa que intentaba hacer sentir al joven Guillermo, más tarde él aprendió a perdonar a su abuela y llegó a amarla desde su adolescencia.

Él recuerda: “Ella inculcó muchos de los miedos que me rompieron. Hay una creencia estética y filosófica japonesa llamada kintsugi, que es cerámica rota que vuelves a juntar con oro. Creo que kintsugi es la clave para ser tú mismo. No quieres que te reparen; solo quieres ser consciente de que hay oro en tus fracturas. Y, de niño, ella fracturó esa parte de mí”.

6. Frankenstein se volvió su ídolo

Así, cuando Guillermo tenía 6 años, y cargando con toda la idiosincrasia de su abuela y de una sociedad que no lo entendía, vio su primera película de monstruos: Frankenstein, de 1931.

La película le provocó una abrumadora sensación de identificación con la criatura dañada, y pensó: “No va a durar. Tal pureza no puede durar en el mundo de los hombres. Y, por supuesto, no lo hizo”. Del Toro pensaba lo mismo de sí mismo.

7. Molestado por ser diferente

De niño, Del Toro era muy delgado y muy blanco, casi albino. Como también era rubio, los otros niños frecuentemente lo molestaban. “Tuve muchas peleas a puñetazos y perdía, porque estaba muy delgado. Así que empecé a engordar, y mejoré en la lucha”, recuerda.

También se obsesionó con las enfermedades, y se llamaba a sí mismo el hipocondríaco más joven del mundo, como resultado de leer la enciclopedia de salud de su padre. “Me di cuenta de que tenía triquinosis, me di cuenta de que tenía cirrosis, me di cuenta de que tenía septicemia. Podía ir muy confiadamente con mi madre y decir: ’Me estoy muriendo’”.

8. Un evento traumático

Del Toro comenzó su carrera haciendo maquillaje, FX y trabajando en comerciales de TV y en telenovelas en México. Gracias a esto pudo recabar los medios para producir su propio film: Cronos. Gracias a este proyecto, conoció al legendario director James Cameron, con quien formó una buena amistad desde 1991.

Cronos fue muy bien recibida en festivales de cine y pronto alcanzó fama que le permitió hacer su segundo proyecto: Mimic. Sin embargo, esta fama también ocasionó que cayera en manos de la delincuencia y, mientras estaba filmando la película, su padre fue secuestrado. Guillermo, desesperado, acudió a su amigo James, quien le prestó el dinero del rescate y el alcance a varios investigadores privados. Por este motivo, Del Toro y su familia salieron de México para radicar en Los Ángeles.

9. Comenzar desde abajo

“Fue muy difícil”, recuerda sobre su traslado a los EE. UU., no por problemas de idioma, sino “porque lo hice sin asistencia [financiera]. Lo hice con el dinero que me quedaba de hacer Mimic, porque el dinero que había ganado lo usé para pagar un cuarto de millón de dólares que le debía por Cronos”.

Poco a poco, reconstruyó su vida y su carrera, pasando de hacer Mimic El espinazo del Diablo en 2001, Blade II en 2002 y luego Hellboy, reinventándose como cineasta bilingüe. Gracias a eso, fue forjando su prestigio y, en 2006, fue nominado por primera vez al Óscar por El laberinto del fauno. En 2018, su cinta La forma del agua ganó dos óscares: mejor director y mejor película.

10. Llevó las experiencias a sus películas

Después de dirigir Hellboy II: The Golden Army Pacific Rim, en 2015, Guillermo del Toro rodó Crimson Peak, un filme basado en las experiencias de su madre tras la muerte de su abuela.

Crimson Peak se basa en algo que le pasó a mi madre. Algún tiempo después de la muerte de mi abuela, visitó a mi madre. También he tenido experiencias con fantasmas en mi vida”, dijo el director sobre la inspiración detrás de la cinta.

Poco antes de que su abuela muriera, recuerda: “Le mostré algunos de los efectos de maquillaje que estaba haciendo para alguna de mis películas. Y ella lloró y dijo: ’¿Por qué no pudiste hacer cosas bonitas? ¿Por qué siempre estabas creando estas cosas horribles?’. Y dije: ’Son hermosas para mí’”.
Todo esto ayudo a Del Toro a ser el artista que es ahora: “Esto es lo más mexicano que hay en mí: Aceptar lo fantástico como algo normal”.

¿Qué experiencias que tuviste de niño te marcaron de por vida? ¿Cómo superaste los miedos de tus infancia?

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