Mi suegra me llamó ‘cazafortunas’, pero su hijo fue quien puso los límites


El drama del lugar de trabajo puede convertirse en una auténtica crisis profesional cuando vuelve un jefe tóxico, obligando a tomar decisiones difíciles sobre salud mental, seguridad laboral y crecimiento profesional. Desde las decisiones de RRHH hasta la política de oficina, situaciones como esta pueden hacer que incluso un trabajo de ensueño resulte inseguro. Hoy, una lectora nos ha enviado una carta sobre cómo volver a enfrentarse a su antiguo jefe en el trabajo.
Querido Genial.guru,
¡Hola! Me llamo Miriam, tengo 31 años.
Mi supervisor, Sergio, me despidió de mi antiguo trabajo porque me negué a seguir haciendo su trabajo. Me echaba tareas encima, desaparecía durante interminables pausas para el café y luego se llevaba el mérito al final del día.
Después de dos semanas, me enfrenté a él. Me llamó “vaga” y me acusó de “eludir responsabilidades”. Como era superior, tenía el poder y me despidió.
Me fui y finalmente encontré otra empresa. Llevo aquí 3 años y todo ha ido genial hasta ahora. He crecido mucho, he aprendido muchísimo y me sentía realmente feliz aquí.
Entonces me enteré de que Sergio había dejado su antiguo trabajo, le habían contratado en mi empresa actual y se iba a unir a nuestro equipo. Peor aún, iba a volver a ser mi supervisor.
Cuando me enteré, sentí como si mi peor pesadilla hubiera vuelto. Fui directamente a RRHH y le dije: “No voy a trabajar con el hombre que me despidió injustamente. Es poco profesional y elude sus obligaciones”. Se limitó a sonreír y no dijo nada.
Al día siguiente, RRHH envió un correo electrónico a todos:
“Queridos compañeros, queremos dar la bienvenida al Sr. Sergio L. como su nuevo supervisor. Y para que se familiarice con nuestro flujo de trabajo y nuestras costumbres, Miriam, miembro de nuestro equipo, le asistirá y guiará durante los dos primeros meses”.
Lo leí dos veces, pensando que tenía que ser una broma. Pero no lo era. RRHH había decidido que sería yo quien “asistiría” a Sergio, porque nos ayudaría a “dejar atrás la tensión” y a “empezar de cero”.
Sonreí y asentí.
Después de comer, todos entraron y se quedaron helados al ver mi mesa vacía. Le dije a RRHH que me iba. No puedo trabajar en un entorno en el que se espera que apoye a la persona que me maltrató y me despidió.
Ahora estoy indecisa. ¿Es un error marcharme?
He pasado 3 buenos años aquí y me parece injusto perder un trabajo que adoro por culpa de una persona. Pero tampoco puedo imaginarme volver a trabajar a sus órdenes.
¿Qué debo hacer?
Miriam

Miriam, gracias por confiarnos tu historia. Antes de formalizar tu renuncia, haz una pausa y evalúa tu próximo paso con una estrategia profesional clara.
Te mereces un lugar de trabajo seguro, una responsabilidad real y comenzar de nuevo en tus condiciones. Este es nuestro consejo para ti:
Antes de decidir nada, escribe una cronología limpia y objetiva de lo que pasó la última vez con Sergio: fechas, tareas que dejó, créditos que se llevó, el enfrentamiento y el motivo de despido que esgrimió. Llévalo a una reunión privada con el responsable de RRHH (no el mismo representante) y dile: “Estoy documentando un conflicto laboral previo con mi supervisor entrante”.
Pídeles que lo añadan a tu expediente y confirma por escrito quién se encarga de la escalada en caso de que se repitan las represalias. No se trata de una “charla sobre sentimientos”; es documentación de riesgo que hace que RRHH te tome en serio.
Si insisten en que “lo ayudes”, conviértelo en un plan de incorporación estructurado con artefactos públicos: una lista de comprobación, propietarios y aprobaciones que todo el equipo pueda ver. Configúralo de modo que cada tarea que hagas quede registrada como “Miriam entregó X” y cada decisión quede registrada como “Sergio aprobó Y”.
Esto elimina su movimiento favorito (desaparecer + atribuirse el mérito) porque el propio flujo de trabajo se convierte en una prueba. Si intenta endosarte trabajo, puedes señalar la lista de comprobación: “Eso está asignado a la función de supervisor”.
Utiliza la expresión “dos meses” de RRHH en su contra: propón un plan escrito según el cual, transcurridos 30 días, tú (a) pases a otra línea jerárquica, o (b) transfieras equipos, sin dramas, solo un punto de control programado.
Formúlalo como: “Apoyaré la incorporación, pero necesitamos una opción de reasignación predeterminada si vuelve el patrón anterior”.
Es específico para tu situación porque RRHH ya ha creado el plazo de dos meses y te ha nombrado públicamente. Si se niegan incluso a un punto de control, es información que puedes utilizar para decidir si merece la pena quedarse.
En lugar de desaparecer con la mesa vacía, reingresa con un plan de salida controlado: presenta primero tu candidatura internamente (otro supervisor, equipo adyacente) mientras te entrevistas discretamente externamente. Dile a RRHH: “No dimito hoy; estoy explorando una reasignación interna y tomaré una decisión definitiva antes de [fecha]”.
Eso protege los 3 años que construiste, mantiene tus referencias limpias y evita que te pinten como “impulsiva”. Si nada cambia, te vas, pero con tus condiciones y con opciones.
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