Mi hija me acusa de avergonzarla por menstruar, yo solo quería ayudarla
En estos tiempos, la menstruación debería ser un tema completamente libre de tabúes, no solo para las mujeres sino también para los hombres. De manera que no tengan que pasar por situaciones como la que pasó el protagonista de nuestra historia, en la que por más que intentó estar preparado para la llegada de la menstruación de su hija, demostró que aún hay temas que son incómodos de hablar para algunos hombres.
Soy un padre soltero de 41 años con una hija de 13 años, ella se llama Lacey. Mi esposa murió al dar a luz y solo hemos sido Lacey y yo toda su vida. Mi hermana ha sido de gran ayuda en la crianza de Lacey y además nos mantenemos en contacto con sus abuelos maternos.
El problema empezó hace un par de meses cuando Lacey comenzó a tener su período. Sabía que llegaría este día, así que hablé con mi hermana, con mi mejor amiga y mi suegra para estar bien preparado. Hablé con ella, juntó con su abuela y su tía, le compré toallas sanitarias y tampones, incluso pastillas para los cólicos y almohadillas térmicas listas para cuando mi hija las necesitara.
El problema comenzó cuando empecé a notar un mal olor proveniente de la habitación de Lacey. Entré a investigar y encontré toallas higiénicas y tampones desechados abiertamente en su papelera. Revisé su baño y estaba peor. Tenía su ropa interior manchada de menstruación en la bañera.
Saqué su basura e hice todo lo posible para deshacerme del olor, pero no sabía qué hacer con la ropa interior en la bañera. Más tarde, noté manchas en el sofá. Sacar las manchas me llevó un rato, pero al final lo logré. Supuse que ese era el final de eso.
Pero sucedió nuevamente este mes, cuando noté que la habitación de Lacey apestaba otra vez. Y vi que ni siquiera había lavado la ropa interior de la vez pasada. El olor en el baño ya era insoportable en este punto. Luego, a principios de esta semana, volví a ver manchas de sangre en el sofá.
Senté a Lacey para charlar y le dije que tenía que aprender a desechar correctamente sus productos de higiene femenina y lavar su ropa interior, ya que el olor se estaba volviendo demasiado fuerte. Le pedí que tuviera cuidado para no manchar el sofá o cualquier otro lugar donde se siente.
Noté que sus sábanas estaban manchadas, así que también se las mencioné. Le hice saber que era normal tener accidentes cuando estuviera en sus días, pero que debía lavar su ropa o limpiar las superficies y que de esta manera yo no me enojaría de la situación.
Seguido de nuestra plática, recibí mensajes de texto de mi hermana y de mi suegra regañándome por hacer que Lacey se sintiera avergonzada de sus funciones corporales.
Pero, sinceramente, no estaba tratando de transmitir que los períodos son asquerosos. Estaba tratando de transmitir que era necesario mejorar su higiene y que el olor se estaba volviendo insoportable. Solo quería asegurarme de que Lacey supiera cómo deshacerse correctamente de las toallas sanitarias y los tampones sin que olieran, y que no me molestaría si ella lavaba las prendas manchadas.
Ya hablé con mi hermana y con mi suegra para explicar mi versión. Se disculparon por el malentendido y me dieron algunos tips de limpieza. Les pedí que volvieran a hablar con Lacey y le ayudaran a saber como desechar sus toallas y tampones. También le sugerí a mi hija ir al ginecólogo en caso de que sus cólicos sean insoportables.