19 Historias que demuestran que la vida familiar no es una dulce telenovela, sino una verdadera comedia de situaciones

Dicen que el estómago es el camino más directo al corazón, y en el caso de Emerson Bayse, esta frase cobra un significado aún más profundo. A sus 8 años, su corazón ya no podía mantenerla con vida por mucho más tiempo: necesitaba uno nuevo. Pero en medio de la espera, y como un regalo inesperado, la pequeña pudo cumplir un sueño: aprender a preparar su comida favorita. Gracias a una chef voluntaria del hospital, Emerson se convirtió en una experta en hacer pepinillos y ganó fuerza y ánimo para afrontar su dura espera.
Pequeña, rubia, risueña y amante de los pepinillos. Así podríamos comenzar a describir a Emerson, quien dejó una huella sazonada durante su paso por el Hospital de Niños de Boston, adonde ingresó para esperar un nuevo corazón tras finalizar el año escolar en Medway, Massachusetts.
Durante su estadía en el hospital, Emerson se preparaba para el tan esperado trasplante de corazón. Como parte del tratamiento, se le restringió el consumo de líquidos, lo que despertó en ella antojos de comidas saladas. En su caso, el deseo se concentró en un solo alimento: los pepinillos.
Era tan grande su admiración por esta preparación centenaria, que una especialista le decoró la vía central que tenía insertada en su cuerpo con pegatinas de pepinillo. Pero la historia de amor de Emerson con este encurtido no comenzó con su llegada al hospital de niños, siempre los había adorado, sin embargo, no tenía idea de que podría hacerlos ella misma... hasta que conoció a la chef Sarah Bryce.
Con la intención de hacer más llevadero el difícil proceso de Emerson, el personal del hospital se puso manos a la obra y contactó a la chef que también dirige el programa de servicios culinarios, una iniciativa que utiliza la comida como herramienta para llevar un poco de alegría a los niños y niñas internados.
A través de este proyecto, Bryce ha creado experiencias positivas para los pequeños, cocinando junto a ellos galletas, tortas de cumpleaños, pizzas, tacos, waffles e incluso cannolis rellenos, todo con el objetivo de animarlos a comer y brindarles momentos agradables.
En una entrevista, Bryce comentó que entiende muy bien por lo que estos niños están pasando, ya que en su momento también fue paciente del mismo hospital. Ahora, quiere hacer una diferencia: "He trabajado en estas habitaciones y he visto el impacto que tiene en un niño el poder comer. Simplemente trato de que coman algo... Suena sencillo, ¿verdad? Pero, en realidad, puede hacer una gran diferencia". Y vaya que lo hizo para Emerson.
Tras recibir varios correos electrónicos de los médicos de Emerson y hablar con el dietista, Bryce se acercó a la pequeña y le preguntó si sabía cómo se hacen los pepinillos. “Ella dijo: ’¡No! Nunca se me habría ocurrido’, y yo le respondí: ’¿Y si hacemos algunos juntas?’”, recordó Bryce en una entrevista. “Sus ojos brillaron y dijo: ’¿Podemos hacer eso?’”.
Tras asegurarle que podían cocinar lo que quisieran, la chef investigó recetas que pudieran prepararse en la habitación de Emerson, ya que ahí no se permiten quemadores ni equipos similares. Tres días después, Sarah apareció con todos los ingredientes necesarios para hacer los pepinillos, además de otros seis tipos de encurtidos, que incluían cebollas, ajos e incluso sandía. Prepararon tantos, que no tuvieron más opción que organizar una fiesta de degustación.
La habitación de Emerson se convirtió en una sala de degustación de encurtidos, donde el personal de varios departamentos del hospital probó las creaciones del dúo gastronómico, que también ofreció limonada con cubos de hielo hechos con jugo de escabeche. Durante el evento, la paciente de 8 años utilizó su experiencia en encurtidos para guiar a los asistentes sobre el orden en que debían probar las opciones.
Aunque la fiesta se organizó con el propósito de animar a Emerson, Bryce admitió haber pasado las mejores dos horas de su vida. Sin embargo, lo más valioso fue que durante todo el proceso de preparación y degustación de los pepinillos, consiguieron que la niña olvidara por un momento su dolorosa realidad: estar en la lista de espera para un trasplante de corazón. El gesto del Hospital de Niños de Boston fue aplaudido por Allison Bayse, mamá de la pequeña.
“El hecho de que sean tan solidarios al conocer los intereses de los niños y lo que les gusta hacer, y luego seguir con esa idea, realmente ha normalizado la experiencia de Emerson aquí en el Hospital de Niños”, compartió Allison y agregó: “Ella está tomando como ejemplo el cuidado y el interés de estos adultos hacia ella, y está tratando de devolverlo a los otros niños aquí en el hospital”.
A pesar de llevar meses esperando su turno para recibir un trasplante de corazón —y todo lo que eso implica—, Emerson se esforzaba por hacer sentir mejor a las demás niñas y niños hospitalizados. De hecho, también es conocida como “La Magnífica Cardio” gracias a los shows de magia que ofrecía a pacientes, personal médico y a cualquiera en la planta que quisiera presenciar algo espectacular.
También aprovechó el tiempo en los pasillos del centro médico preparando una mesa donde expuso las maravillas del mundo marino, en el marco de la inauguración del impresionante acuario del hospital, donde los peces son bautizados por los pacientes.
La resiliencia y la actitud positiva de la niña de 8 años fueron un ejemplo admirable y una fortaleza que la ayudó a sobrellevar casi un año de espera hasta convertirse en la paciente 403 en recibir un trasplante de corazón en el Hospital de Niños de Boston.
Según una publicación hecha por su familia, Emerson regresó a casa dos semanas después de la cirugía y dos meses más tarde ya montaba su bicicleta por primera vez, demostrando que aún hay historias con final feliz.