Pareja exige reembolso por soportar las flatulencias de un perro en un vuelo

Historias
hace 7 meses

Recientemente, una pareja de Wellington, Nueva Zelanda, decidió solicitar el reembolso de los fondos por su boleto de avión. ¿La razón? Una incómoda situación que vivieron durante su viaje aéreo, y es que se encontraron acomodados junto a un canino que, al parecer, hizo hasta lo imposible por convertir su travesía en una experiencia completamente desagradable. Aquí te contamos la historia.

Los protagonistas de esta singular odisea son Gill y Warren Press, quienes se embarcaron en la primera etapa de un extenso vuelo desde Europa hacia su patria neozelandesa. Este viaje tenía previsto un agotador recorrido de 13 interminables horas hasta Singapur.

La pareja, anticipándose a una larga travesía, optó por adquirir sus boletos de avión con la prestigiosa Singapore Airlines, reservando para sí asientos de la clase económica premium. Sin embargo, lo que debería haber sido un vuelo placentero se transformó en una pesadilla cuando se dieron cuenta de su inusual vecino de asiento: un pasajero que viajaba acompañado por un can de apoyo emocional.

Según relataron, este compañero canino no solo ocupó un asiento adyacente, sino que también se dedicó a emitir ruidos molestos que rápidamente perturbaron la tranquilidad de los pasajeros circundantes.

’La saliva del perro se pegaba en mi pierna’, se quejó Gill Press. Además, compartió cómo descubrió la presencia del perro en un asiento cercano: “Escuché este sonido, un resoplido fuerte. Al principio, pensé que era el teléfono de mi esposo, pero miramos hacia abajo y nos dimos cuenta de que era el perro respirando. En ese momento, pensé: ’No puedo soportar tener esto junto a nosotros durante todo el vuelo’”, expresó la mujer.

Press escuchó al dueño de la mascota explicar que el perro solía experimentar una gran ansiedad durante los vuelos, y por eso lo llevaba en la cabina como apoyo emocional. Sin embargo, para ella, en ese momento, la única criatura que parecía estar visiblemente angustiada era el propio canino.

Así, los pasajeros se acercaron a una de las amables azafatas del avión, quien les comunicó que solo quedaban asientos disponibles en la parte trasera de la sección económica. Ante esta propuesta, Gill y Warren Press decidieron permanecer en sus asientos originales.

Para la pareja, lo que comenzó como un viaje prometedor se volvió incómodo a mitad de la travesía, cuando el peludito comenzó a liberar “flatulencias” y a ocupar parte de su espacio, todo ello debido a su considerable tamaño. La experiencia, que en un principio parecía una simple anécdota, se convirtió en una verdadera prueba de paciencia y tolerancia.

“No podía tener al perro en el pasillo porque no podían pasar los carritos, así que tuvo que acercarse más. Su cabeza estaba debajo de los pies de mi esposo. Mi marido tenía pantalones cortos y la saliva del perro se pegaba en su pierna”, aseguraron.

Pasado un tiempo, la azafata tuvo noticias para la pareja: había asientos disponibles en la parte delantera de la sección económica, asientos que anteriormente estaban reservados para la tripulación. Además, les aseguró que el lamentable incidente sería debidamente informado a la aerolínea, la cual se comprometía a contactarlos pronto.

Sin embargo, el tan esperado contacto de la aerolínea nunca llegó. Ante esta falta de respuesta, decidieron tomar cartas en el asunto y enviar una queja por correo electrónico. La respuesta de la aerolínea fue un cupón para un viaje valorado en 95 libras esterlinas.

Sin embargo, la pasajera no estaba dispuesta a aceptar este gesto. Ella exigía, con firmeza y con justa razón, un reembolso completo, argumentando que no habían obtenido la experiencia por la cual habían pagado inicialmente. La frustración y la decepción se hacían palpables en cada palabra de su reclamo.

Finalmente, un portavoz de la aerolínea extendió una disculpa sentida por el incidente que se había suscitado durante el vuelo, y aseguró que seguirían en contacto con la pareja. Con voz apenada, expresó: “Singapore Airlines se esfuerza por notificar a los clientes que puedan estar sentados junto a un perro de asistencia antes de abordar el vuelo. Nos disculpamos sinceramente porque esto no ocurrió en este caso”.

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