16 Peculiaridades que algunas parejas no pudieron seguir ocultando al mudarse juntos

Cuando imaginamos a Julio César, solemos tener en mente una figura solemne e imponente. Sin embargo, muchos pasajes poco conocidos de la historia nos abren la puerta al lado más íntimo de este gran senador romano, cuya vida llena de rumores e insólitos romances nos deja claro que la humanidad nunca ha dejado de disfrutar del amor en todo su esplendor. Ponte una túnica, prepara tus ojos y viaja con Genial hacia aquellos días en que la pasión conquistaba el corazón y la mente de Julio César.
Mucho antes de que Julio César llegara a ser la figura pública más influyente de Roma, una serie de alianzas y matrimonios estratégicos iba construyendo su imagen adulta. Aunque existen dudas al respecto, se cree que contrajo matrimonio con una mujer llamada Cosucia mucho antes de ser reconocido como un adulto en la sociedad romana.
De esta unión solo se conocen unas monedas con el rostro de la novia, posiblemente acuñadas por ambas familias para celebrar el matrimonio. Sin embargo, no tuvieron hijos y la vida de Julio César fue rápidamente tomando otro rumbo: la posibilidad de ser sumo sacerdote de Júpiter tocó su puerta y se interpuso entre la pareja.
Muchos creen que este fue uno de los motivos que terminó con el matrimonio. Al ser nominado para ese puesto, Julio César necesitaba casarse con una patricia, es decir, una mujer de la clase dirigente. Es así que el primer divorcio habría llegado a la vida del orador, y de Cosucia no se sabe mucho más.
Pero existiría un secreto que también tomó lugar en los años mozos de Julio César. Según Plutarco, un amorío con una importante patricia inició tímidamente en esos días y, aunque los años pasaron rápidamente, dicha relación volvería más adelante —tal y como nosotros volveremos a este rumor en unos instantes.
Muchos historiadores consideran a Cornelia como la primera esposa de Julio César y quizás la historia que rodea a ambos confirme esa teoría. Si el matrimonio con Cosucia fue un total fracaso, el matrimonio con Cornelia parece sacado de un cuento de hadas.
Cornelia era la hija de Lucio Cornelio Cina, uno de los políticos más influyentes en aquel tiempo. Luego de que el padre de Julio César falleciera, Lucio ofreció la mano de su hija y pronto se celebraron las bodas. De esta unión nació la única hija reconocida de Julio César, Julia.
Como suele suceder en todo cuento de hadas, siempre hay un villano. En este caso, el villano surgió de un enfrentamiento político entre los generales Cayo Mario y Cornelio Sila. El padre de Cornelia tomó el lado de Cayo Mario y un familiar de Julio César alguna vez derrotó a Sila. Como el matrimonio con Cornelia colocó a César como el mejor candidato para el puesto de sacerdote de Júpiter y le otorgó cierto poder, Sila rápidamente identificó a César como su rival.
Cuando regresó a Roma, Sila ordenó a César divorciarse de Cornelia. Increíblemente, Julio César se negó y enfrentó una serie de adversidades: se le privó de su sacerdocio, la dote de Cornelia y su propia herencia. Muchas amenazas llegaron, pero César permaneció firme y se negó a divorciarse de Cornelia. Todo esto terminó por lograr que César huyera de Roma y fuera desterrado.
Los amigos y parientes de Julio César presionaron a Sila y finalmente el general cedió. César regresó a casa y su fidelidad fue recompensada con trece felices años de matrimonio. Pronto, el orador fue nombrado cuestor, un puesto relacionado con la administración y política del imperio, y la vida parecía no poder ser más perfecta. Entonces, la tragedia tocó a su puerta otra vez: Cornelia falleció en aquellos días, posiblemente al dar a luz.
Cornelia había partido y el recuerdo de aquel matrimonio feliz lo acompañó por algunos años. Sin embargo, la vida pública de Julio César continuaba y con ello sus deberes sociales. A pesar de todo lo sufrido por Sila, César contrajo matrimonio con Pompeya, la nieta de su antiguo rival.
Unos años después de contraer matrimonio con Pompeya, Julio César obtuvo el puesto de pontífice máximo, el puesto más alto en la religión del estado. El nuevo cargo vino con una lujosa residencia en la Vía Sacra y Pompeya no dudó en disfrutar del lugar con una gran fiesta.
En la víspera de las festividades en honor a la Bona Dea, o la buena diosa, Pompeya organizó una celebración exclusivamente para mujeres —ningún hombre tenía permitido participar. Un atrevido joven patricio llamado Publio Clodio Pulcro decidió que sería una buena idea disfrazarse de mujer y colarse en la fiesta. Se cree que en realidad buscaba seducir a Pompeya. Sea como haya sido, Publio fue descubierto y el escándalo se propagó por toda Roma.
El joven fue procesado por delito de sacrilegio, pero Julio César no pudo presentar las pruebas necesarias para condenar al muchacho, así que finalmente fue liberado de todos los cargos. Entonces César dirigió su vista hacia Pompeya y todo indicaba que el divorcio era más que inminente.
En todo este escándalo surgió una de las famosas frases que acompañarían a César. Se cree que al divorciarse de Pompeya, resumió uno de sus motivos de la siguiente manera: “Mi esposa debe estar por encima de toda sospecha”. Más adelante, muchos dirían: “La esposa de César debe estar por encima de toda sospecha”.
Después del estrepitoso final de su matrimonio, Julio César accedió al cargo de cónsul y su nueva posición requería cumplir con ciertos estándares sociales. Al cabo de unos años, contrajo matrimonio con Calpurnia, hija de otro cónsul. Ella sería su última esposa y, quizás, la más leal de todas. Los escritos de la época la describen como una mujer muy tímida y humilde. No obstante, aquella actitud servicial alcanzó niveles extremos, pues para entonces Julio César se había convertido en todo un casanova, lleno de amantes a pesar de su matrimonio.
Luego de tantos matrimonios fallidos y tragedias, la lealtad de Calpurnia podría haber sido un alivio para la vida de César. Sin embargo, él ya era una persona muy diferente a aquel joven de hace años. Se cree que por esa época César solía seducir a las esposas de los hombres más poderosos del imperio, incluso a aquellas comprometidas con sus aliados.
Aquella misteriosa mujer de la que hablamos al inicio también hace una importante aparición en esta época, pero antes de llegar a ella, Julio César tuvo un par de romances con figuras igual de célebres que él.
Eunoe, la esposa del rey de Mauritania, posiblemente conoció a Julio César en una de las campañas que su esposo realizaba en España. Lo más seguro es que esta aventura se haya llevado a cabo en el contexto de la Batalla de Tapso, cuando César arribó a África. A pesar de que algunos describen la historia como un largo romance, aquel tórrido amorío posiblemente duró tan solo unos meses, pues César dejaría la región en junio de ese mismo año. No obstante, el romance resultó beneficioso por cuanto duró, ya que el senador llenó a la reina de regalos.
Cleopatra peleaba contra su hermano Ptolomeo XIII por el trono de Egipto y, mientras, Julio César mantenía una rivalidad con Pompeyo. El hijo de Pompeyo llegó en medio del enfrentamiento entre hermanos para pedir ayuda militar en favor de su padre, a lo que los hermanos accedieron. Luego de estos acontecimientos, Cleopatra fue finalmente exiliada por su hermano y huyó a la provincia siria de Roma.
Con la ayuda militar de Egipto, Pompeyo se enfrentó a César en la Batalla de Farsalia, la cual perdió. Fue entonces cuando se refugió en el Egipto de Ptolomeo XIII. Sin embargo, este último temió que aquella situación afectara su reinado, así que traicionó a Pompeyo y declaró su muerte a través de un terrible mensaje. Julio César estaba horrorizado y ordenó que la batalla entre hermanos terminara.
Ptolomeo no hizo caso de estas órdenes, pero Cleopatra vio en César a un potencial aliado. Fue entonces que lo visitó personalmente en su residencia de Alejandría, dando inicio a este estratégico romance. Como resultado, Julio César ordenó que tanto Ptolomeo y Cleopatra reinaran juntos, lo que a ojos de muchos pareció ser una medida que favorecía a la reina y al senador en términos militares.
Todo esto resultó en una serie de batallas que empujaron a César y Cleopatra a compartir residencia por al menos unos años, mientras los conflictos se llevaban a cabo. Los refuerzos de César llegaron pronto y finalmente venció a Ptolomeo. Por cuestiones políticas, el hermano pequeño de Cleopatra fue nombrado rey de Egipto, pero ella ocupó un puesto de regente mientras en privado convivía con Julio César.
Esos años fueron los más felices de su relación, plagada de victorias. Finalmente, Julio César decidió dejar Egipto y con ello al hijo que Cleopatra afirmaba era suyo. El niño fue nombrado Cesarión y Cleopatra no dudaba en declarar que era el hijo de César, a pesar de que este último no lo reconociera oficialmente. Esta situación llevó a la reina de Egipto a visitar Roma, con la esperanza de que César aceptara a su hijo como heredero. Desafortunadamente, llegaría para presenciar uno de los momentos más recordados de la historia.
Antes del final, volvamos a los años mozos de Julio César. Como Plutarco dejó entrever, una relación habría marcado la adolescencia de César. Se trataba de un amorío con Servilia, una patricia de su misma edad. Ambos tomarían diferentes caminos y, mientras César pasaba por tragedias y escándalos, Servilia contraía matrimonio con Marco Junio Bruto. De este matrimonio nacería Bruto, uno de los principales implicados en la muerte de César.
Al fallecer Marco Junio, Servilia contrajo matrimonio con Décimo Junio Silano y en medio de ese compromiso, Julio César volvió a su vida. Es así que inició un tórrido romance que, se especula, fue el más duradero de la vida del orador. A la muerte de Décimo Junio, Servilia no volvió a casarse y su amorío con César se volvió cada vez más comentado.
La primera prueba de esta aventura surge en el año 63 a. C., cuando el hermano de Servilia encontró una carta de amor que ella intentaba enviar a Julio César en medio del senado. El descontento era grande, pues la familia de Servilia era rival de Julio César y partidaria de Pompeyo, pero eso no cambió la situación para nada. Tanto Servilia como César estaban locamente enamorados e incluso él le regaló una muy lujosa perla que costó seis millones de sestercios.
En todo ese asunto, existe un gran secreto que aún se discute. Retomando lo dicho por Plutarco, muchos afirman que aquella fugaz aventura de la adolescencia habría resultado en el primer embarazo de Servilia, lo que haría que Bruto sea el asesino de su propio padre.
Nos encontramos en los últimos días de César y tres mujeres importantes para él están en Roma. Se cree que ninguna de ellas sabía nada de la conspiración en su contra, pero solo una podría haber salvado su vida.
Aquella mañana, Calpurnia, que tanto había soportado los amoríos de César, despertó preocupada por una terrible pesadilla en la que su esposo había sido herido mortalmente y agonizaba en sus brazos. Como resultado, le rogó a César que no fuera al senado y él, conmovido por la desesperación de su esposa, aceptó quedarse en casa.
A pesar de todo, cuando su colega Décimo Junio Bruto Albino —otro conspirador— llegó a su residencia, lo convenció de asistir al senado. Fue así que César ignoró una vez más el cariño de Calpurnia, un hecho tan trágico como su propia muerte.
Servilia tuvo que defender a su hijo y a su familia de las acusaciones que surgieron luego de la muerte de César, sin importar que tan solo unos meses antes vivía un tórrido romance con el senador.
Cleopatra continuó su camino e intentó asegurar el futuro de su hijo al deshacerse de su hermano pequeño y proclamar a Cesarión como rey de Egipto. Una relación con Marco Antonio marcaría su futuro.
Y mientras todos los demás continuaban, Calpurnia lloró la muerte de su esposo junto a sus damas y sirvientes.
Es increíble cómo la vida real a veces parece ser más interesante que el mayor drama teatral. Julio César aún es una figura muy influyente gracias a su legado, pero no cabe duda de que quizás sus mayores errores estuvieron en el difícil ámbito del romance. ¿Crees que el destino de Julio César habría cambiado si algunos de estos romances no se hubieran dado? ¿Cuál crees que fue el mejor romance? ¡Comparte tus teorías sobre estas apasionantes aventuras en la caja de comentarios!