Cómo bajé 4 kg en 4 semanas y, además, recibí dinero por ello

Salud
hace 2 años

Me encanta comer rico y en abundancia, así que suelo aumentar de peso rápidamente. Durante mis 30 años de vida probé cientos de dietas y comencé a practicar deportes muchas veces. Pero nunca logré ser constante, porque me lo impidió la pereza. Ya saben cómo es: empiezas con una determinación de hierro, pero después de un par de semanas, lo dejas todo.

Pero hasta las personas perezosas quieren lucir bien, por lo que constantemente busco diferentes trucos para hacerme las cosas más fáciles, y hoy quiero compartir uno de ellos con los lectores de Genial.guru.

Quiero aclarar desde el comienzo que esta es mi experiencia personal, y todo lo que hablaré aquí es mi opinión subjetiva, la cual no deseo imponerle a nadie.

¡Hola! Soy Carina, la perezosa, a quien no le gustan ni las dietas ni los deportes, pero que logró bajar de peso igual.

Probablemente hayas escuchado o visto programas en la televisión sobre bajar de peso. Hay análogos en diferentes países, pero la esencia es la misma: los participantes, con la ayuda de entrenamientos y dietas, pierden peso, y gana aquel que no pierde más en kilogramos, sino en porcentaje.

Como saben, la mejor motivación es el dinero, por lo que en el lado occidental se utilizan las recompensas monetarias desde hace mucho tiempo. También hay muchos sitios y servicios diferentes en donde la pérdida de peso a cambio de efectivo se produce en forma de juego.

Decidí intentarlo. Pero no usé esta clase de sitios, sino que simplemente tomé prestado el principio, invitando a mis amigas a hacer apuestas por mi pérdida de peso.

Me interesó la opción más fácil, una en la que había que perder el 4 % del peso en 4 semanas. Ganaban todos los que cumplieran la tarea

Si ganaba 1 persona, entonces todo el premio era para ella. Si varias cumplían el objetivo, el dinero de los perdedores se dividía equitativamente entre los ganadores. Sin votar fotos, sin hacer sorteos de premios en línea y sin ejercicios obligatorios, los merecedores del premio se calculaban matemáticamente, así que todo dependía de uno mismo.

Cuando lo hablé con mis amigas, unas 10 o 15 aceptaron inmediatamente, pero al momento de comenzar el juego, quedábamos 5. Aunque cuanta más gente haya, mayor es la posibilidad de ganar una cantidad decente, también está bien jugar con tan solo 2 personas. Es mejor apostar una cantidad que dé pena perder y sea agradable ganar. Nosotras pusimos 20 EUR cada una.

Mi peso al inicio del experimento: 71 kg.

Cuando les conté a mis amigas sobre la regla 4/4 (4 % del peso en 4 semanas), todas calcularon cuánto debían perder, y enseguida llovieron propuestas para aumentar las apuestas

Todos pensaron que perder un par de kilos en un mes no era algo difícil. Después de todo, en teoría, cuanto menor es el exceso de peso, tanto más fácil es deshacerse de él. Pero, en mi caso, era todo lo contrario. Engordé mucho en 2014, entonces sí me resultó sencillo perder 14 kg en seis meses, porque me repugnaba verme en el espejo, y eso no me permitió abandonar el camino.

Pero cuanto más cerca estoy de la meta, tanto más por el piso está mi motivación. Cuando me acerco a la figura que, en mi opinión, es la ideal, ya no me parezco tan gorda, entonces me relajo y termino en un círculo vicioso del que no logro salir.

A la izquierda: yo, en octubre de 2014, pesando 82,4 kg. A la derecha: yo, en enero de 2015, con un peso de 68 kg.

Incluso antes del comenzar el juego ya sabía qué usaría para lograr mi objetivo

En el póquer del adelgazamiento, a diferencia de las maratones que son muy populares hoy en día, no existe un programa obligatorio de ejercicios y nutrición. Cada participante decide cómo le resulta más cómodo perder peso. Y yo fui por el camino fácil, confiando en:

  • Ejercicios individuales con un entrenador de crossfit 2 o 3 veces por semana. En total, asistí al gimnasio un mes: 2 semanas antes del inicio del experimento de la pérdida de peso y 2 semanas durante el proceso. En ese breve período descubrí inesperadamente que es posible sudar bien sin usar máquinas, con simples sentadillas, flexiones y abdominales.
  • Una aplicación de conteo de calorías consumidas. Hice diferentes dietas muchas veces, pero nunca conté el índice calórico de mis alimentos. No quería involucrarme con esos cálculos, anotar, sumar y restar. Pero un simple programa de conteo se convirtió en mi salvavidas. Resultó que bebo muy poco líquido y que consumo mucha grasa, a pesar de que prácticamente no como alimentos grasos / fritos / ahumados.
  • Emoción y codicia. Fueron ellas las que me ayudaron a renunciar a los alimentos dañinos y a seguir ejercitándome tan fácilmente y sin luchas internas. Por ejemplo: hay un chocolate en el refrigerador mirándote. Llegan los pensamientos: ¿comerlo o no comerlo? La respuesta es: 20 EUR menos. O tienes ganas de comer una pizza: la anotas en la aplicación y ves que cubre la mitad de la ingesta diaria de grasas que puedes permitirte. Verás cómo la idea se alejará rápidamente de tu cabeza.

Existen muchas aplicaciones para contar calorías. ¡Elige cualquiera! Yo utilicé XbodyBuild. A la izquierda se muestran los carbohidratos, proteínas, grasas y carbohidratos que el programa calculó para mí para las 4 semanas, y a la derecha se percibe una falta de proteínas y de agua, y un exceso de grasas.

Todo iba según lo planeado, hasta que, en la tercera semana del experimento, fui a una zona de excavaciones arqueológicas en donde ocurrió algo inesperado

Todos los placeres de la vida salvaje y de las excavaciones arqueológicas reemplazaron mi carga física. Pero el tema de la comida fue un desastre.

La primera mañana tardé mucho en vestirme, y mi esposo fue solo a la distribución de los alimentos. Él consiguió mi desayuno, pero este consistía en avena con leche condensada, frutas confitadas y pasas de uva. Por supuesto que, de haber ido yo, hubiese pedido que no me agregaran todos esos dulces, pero no sé cuánto habría conseguido resistirme a ellos.

En resumen, el azúcar conquistó la fortaleza de mi mente sin recibir resistencia. Justo después del dulce desayuno, siguieron los helados, los refrescos y las rosquillas que comenzamos a comprar en la tienda todos los días.

Afortunadamente, la juerga semanal no afectó demasiado mi peso, pero sí me alejó de mi objetivo. A mi regreso, pesaba 68,7 kg. Quedaba una semana por delante, y tenía que ponerme al día y superar a todas. Pero, en primer lugar, a mí misma.

Para asegurar el resultado, decidí recurrir a un método de emergencia: comencé una dieta veloz sin sal

La misma está diseñada para 9 días, 3 días para cada etapa, en las que hay que comer aproximadamente 800 gramos de alimentos. Decidí tenerme piedad y reduje la dieta a 3 días, sin ponerme límites tan rígidos. Comía las cantidades que quería de:

  1. Arroz sin sal, ni salsas.
  2. Carne de pollo hervida o al vapor también sin especias, ni sal.
  3. Distintas hortalizas y frutas, excepto papas, bananas y uvas.

La dieta terminó un día antes del pesaje de control. Me paré en la balanza y no pude creer lo que veía: 67 kg. No había bajado 2,8 kg en 4 semanas, sino 4 kg. Otra alegría fue enterarme de que de las 5 personas que participaron, solo habíamos logrado el objetivo 2: otra chica y yo. Cobrar el premio fue un lindo bono a la victoria sobre mí misma.

La diferencia es pequeña, pero se siente en la ropa. Se fueron varios centímetros del volumen: ahora tengo menos rollos en la espalda, y se marcó más mi cintura.

Fue una buena manera de desafiarme, pero también tuvo una parte negativa

El póquer del adelgazamiento me ayudó a perder kilos sin excusas ni retrasos, aquí y ahora, pero no me convirtió en una persona diferente, sin malos hábitos y libre de la adicción a la comida.

Ahora mi peso es de 68–69 kg. Es mejor que antes, pero está lejos de mi sueño. Sin embargo, entiendo que lo importante no es combatir la pereza, sino aprender a controlar las emociones y reemplazar los malos hábitos por unos buenos.

Así que continuaré experimentando, buscaré nuevos métodos, y algún día podré volverme indiferente a la comida y comenzar a percibirla no como una fuente de emociones positivas, sino simplemente como “combustible”.

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