Presume una pedicura perfecta gracias a las sales de Epsom

Consejos
hace 11 meses

Muchas veces dejamos a un lado el cuidado de los pies por diferentes motivos, siendo de los principales la falta de dinero para asistir a un podólogo o el no saber cómo hacerlo. Si alguno de estos es tu caso, te tenemos una solución. Las sales de Epsom, además de ser muy económicas, pueden ayudar a que tus pies luzcan fantásticos y permanezcan sanos. A continuación, te contaremos cómo.

¿Qué son las sales de Epsom?

La sales de Epsom son cristales de sales que contienen sulfato de magnesio. Han sido usadas desde hace cientos de años estética y medicinalmente para tratar dolencias. Son naturales, y entre sus principales beneficios podemos destacar que:

  • Los baños con estas sales ayudan a aliviar el dolor y la inflamación.
  • Remojar los pies en agua con sales de Epsom ayuda a disminuir los síntomas del pie de atleta.
  • Exfolian la piel, ablandan la piel muerta y facilitan su eliminación.
  • Actúan como un agente antibacteriano y ayudan a reducir los malos olores.

Paso 1: remojar los pies

Para empezar, retiraremos el esmalte de uñas, si es que tenemos, y remojaremos nuestros pies en una mezcla de agua con sales de Epsom. En un bol o recipiente lo suficientemente grande, mezclaremos media taza de estas sales con agua tibia, en abundancia suficiente para cubrir por completo nuestros pies, e incluso parte del tobillo si es posible.

El tiempo de remojo debe ser de entre diez y veinte minutos. Una vez trascurrido ese período, retiraremos los pies del agua. Con ayuda de una toalla, retiraremos el exceso de líquido, pero sin secar completamente.

Paso 2: exfoliar

A continuación, con ayuda de una lima o una piedra pómez, vamos a remover las durezas que se hayan formado por la acumulación de piel muerta. Hay que frotar con cuidado, principalmente alrededor y a los laterales de los talones, para exfoliar toda esa piel que al tacto se siente dura y áspera.

Expertos aconsejan realizar este proceso haciendo movimientos circulares, además de usar una herramienta especialmente dedicada al cuidado de nuestros pies y que sea de uso personal. Luego de utilizarla, será muy importante lavarla en profundidad antes de guardarla.

Paso 3: limpiar la piel muerta que se haya desprendido

Tras la exfoliación, podremos ver cómo sobre el pie habrá quedado toda esa piel muerta retirada en el paso anterior. Para removerla bien, cepillaremos alrededor de los lugares en los que tallamos con la piedra pómez para limpiar de los pies toda la piel que se haya desprendido.

Utiliza el cepillo en cada oportunidad que remuevas suciedad o tejidos muertos, como cutículas y callos. Si después de cepillar, al tocar tus pies, sigues notando que aún hay durezas y asperezas, puedes repetir con suavidad el paso anterior.

Paso 4: cortar las uñas

Con los pies ya suaves, es hora de acicalar nuestras uñas. Con ayuda de un cortaúñas, cortaremos nuestras uñas en formar recta, nunca curvada; los podólogos señalan que esta es la manera correcta de hacerlo, no importa si los bordes quedan afilados. De este modo, lograremos una forma cuadrada, la cual estimulará el crecimiento hacia adelante y no hacia los lados.

Aunque parezca una simpleza, hacer esto ayudará a evitar futuras uñas enterradas o encarnadas. Estas siempre deben estar por encima de la piel y no al revés. Cuando el tejido sobresale de la uña, esta crece dentro de la piel en lugar de sobre ella. Cortar de forma recta también evitará que podamos lastimarnos cortando los laterales más de la cuenta.

Paso 5: limar las uñas

Antes dijimos que no había que preocuparse, de momento, por los bordes afilados, pero ahora nos encargaremos de ellos. Con ayuda de una lima, suavizaremos todas y cada una de las esquinas de las uñas.

Además de las esquinas, puedes también suavizar cualquier otro borde filoso o saliente que haya presente. Aunque te pueda parecer innecesario, los expertos recomiendan hacer esto siempre después del corte para nivelar las uñas y evitar que los bordes irregulares dañen la piel.

Paso 6: retirar cutículas y más piel muerta

Con ayuda de una espátula o un palito de naranjo, y con cuidado, removeremos las cutículas y la piel muerta que haya entre las uñas y la piel de los dedos. Los especialistas en podología aconsejan hacerlo empujando hacia atrás de manera suave y retirando únicamente aquellos tejidos que se desprendan sin necesidad de tener que cortarlos.

Nunca debemos utilizar para este fin un cortaúñas o un alicate, porque de ese modo será muy fácil quitar más piel de la necesaria, incluso piel sana, que no deberíamos remover. Cortar las cutículas de manera insistente y profunda puede provocar que gradualmente estas vayan saliendo cada vez más gruesas y antiestéticas.

Paso 7: usar cortacutículas, solo si es necesario

Con el cortacutículas o, en su defecto, unas tijeras, solo debemos intentar retirar aquellos pedacitos de piel que se levantaron solos, pero no llegaron a desprenderse por completo. Lo ideal es hacerlo sin insistir demasiado en quitar más que esos “pellejitos” semisueltos.

Puedes cortar con mucho cuidado la cutícula para no hacerte heridas que pudieran infectarse; sin embargo, cabe mencionar que esto es únicamente con fines estéticos y que es mejor no hacerlo, ya que los podólogos aseguran que las cutículas sirven como una barrera protectora contra las bacterias.

Paso 8: aplicar esmalte

Por último, nos queda decorar nuestras uñas. Podemos pintarlas y aplicar un top coat únicamente si estas están sanas. Un indicador de hongos, según los especialistas, son las uñas gruesas, descoloridas o amarillentas.

Si nuestras uñas presentan algunas de las señales antes mencionadas, lo mejor es no aplicarles encima ningún tipo de esmalte. En tal caso, lo mejor será acudir a un profesional que nos recomiende un tratamiento adecuado. Para finalizar, debemos humectar nuestros pies con algún producto especial para eso.

Ten en cuenta: este artículo se actualizó en marzo de 2023 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.
Imagen de portada andreas160578 / Pixabay

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