16 Profesores que seguirán siendo recordados incluso cuando la tabla de multiplicar caiga en el olvido

Historias
hace 2 meses

Todos recordamos a veces nuestros años de escuelauniversidad. El primer día lectivo, algunos se alegran de no tener que volver a asistir a largas y aburridas clases o perder los nervios antes de los exámenes. Mientras que otros recuerdan con nostalgia los días en los que su profesor favorito les contaba historias de la vida real y no les revisaba los deberes.

  • Mi hermano tenía un profesor meticuloso. Antes del examen, exigió que todos le entregaran su cuaderno con apuntes, de lo contrario no les permitía presentarse al examen. Los alumnos empezaron a desprender las tapas de los cuadernos para poder pegarlas a los apuntes ya revisados y mostrarlos como propios. La primera chica se acercó para entregarlos. El profesor comprobó los apuntes, se aseguró de que había suficiente volumen, sacó un punzón y perforó todo el cuaderno de un solo golpe.
  • La profesora de inglés nos aconsejó que, al expresar nuestra opinión, no empezáramos con la frase “creo que”, si queremos decir “pienso que”. Por eso todavía la recuerdo. © mandobaxter / Reddit
  • Era un examen de álgebra. Lo terminé en 10 minutos y empecé a hacer aviones de papel y a soltarlos en clase. Uno de ellos hizo un bucle gigante y aterrizó justo en la cabeza del profesor. Toda la clase se quedó sin respirar. El profe revisó mi avión y luego, con una cara muy seria, dijo: “Tíralos. Ahora mismo”. Recogí mis obras maestras por toda la clase. Y entonces el profesor se rio. Paró el examen y dijo: “Su compañera no sabe hacer los aviones de papel en absoluto. ¡Chicos, vamos a enseñarle cómo se hace!”. Durante una hora me enseñaron a hacer aviones de papel y luego todo el grupo salió a lanzarlos a los alumnos que iban a la siguiente clase. © Rebecca Lynn / Quora
  • Teníamos un joven profesor de filosofía. Cuando alguien llegaba tarde a su clase, no le dejaba sentarse hasta que el alumno bailaba, cantaba o recitaba algún poema delante de todos. Había todo tipo de cosas que la gente mostraba. Mi compañero de clase, al que le gustaba llegar tarde, incluso hizo un split una vez. Un día, el propio profesor llegó tarde. Le sugerimos que cantara o bailara. Pero por alguna razón no lo hizo.
  • Hubo un incidente en mi segundo año. El aula estaba llena de gente y nos faltaba aire. Veinte minutos después de empezar la clase, el profesor dijo que podíamos irnos o ir con él a la cafetería para continuar la clase. Quedaron unos nueve estudiantes de treinta que había. Llegamos a la cafetería, el profesor nos compró la comida y empezó a dar la clase como si no hubiera pasado nada. Los meseros, por supuesto, no entendían en absoluto lo que estaba pasando. Así es como se convirtió en uno de mis profesores favoritos, y todavía sigo en contacto con él. © matfri99 / Reddit
  • En un examen, el profesor nos dijo: “Saquen sus teléfonos y ‘acordeones’. Consideren que yo no los veo y ustedes a mí tampoco”. Dos minutos después de que todos sacaron sus móviles y “acordeones”, obligó a la mitad del grupo a abandonar el examen. Menos mal que no tuve tiempo de sacar nada.
  • Un día llegamos a una clase que tenía que darnos un nuevo profesor. Su nombre estaba escrito en el pizarrón, y nos pareció muy gracioso. Había un chico que no conocíamos, sentado al fondo del aula. Me senté a su lado y juntos empezamos a bromear sobre el nombre del profesor. De repente, se levantó de la silla, se dirigió a la pizarra y comenzó la clase. Más tarde nos enteramos de que tenía la costumbre de hacerse pasar por uno de los alumnos. © Kat Marasigan / Quora
  • Un día nuestro profesor de inglés cometió un error. Mi compañero se apresuró a señalarlo. El profesor le dijo: “Todos cometemos errores. Si no, pregúntales a tus padres”. © Unknown author / Reddit

“Mi compañero de clase trajo un cachorro a la escuela, diciendo que no había nadie que lo cuidara. Pensamos que la profesora se enfadaría, pero ella...”

  • Esto fue cuando todavía estaba en la escuela técnica. En educación física, el profesor nos dijo: “El que pueda trepar por la cuerda con los ojos cerrados y con un vaso de agua en la cabeza, tiene aprobado el examen de manera automática”. Todo el mundo decidió inmediatamente probarlo. Entonces, el profesor añadió: “Sin embargo, no creo que puedan hacerlo. Ni siquiera todos los olímpicos pueden hacer este ejercicio”. Al oír estas palabras, la mayor parte del grupo se sintió avergonzado, pero algunos, incluido yo, decidieron intentarlo de todos modos. En fin, por supuesto, nadie tuvo éxito, todos se mojaron y algunos incluso se lastimaron. El profesor primero nos miró a nosotros, luego a los que no lo habían intentado y dijo: “A los que lo han intentado, les pongo aprobado, y a los que no lo han intentado, espero verlos el día del examen”. Y es que no hay que tener miedo a hacer algo, aunque te digan que no puedes hacerlo. Cuando quiero rendirme, me acuerdo de esta situación.
  • Recuerdo bien que, un día, nuestro profesor de química nos dijo que el cabello contiene oro, y el de color rojo, la máxima cantidad. Desde entonces y durante unos años, todos soñábamos con raparle la cabeza a nuestra compañera pelirroja para conseguir el preciado metal.
  • Teníamos un nuevo profesor de matemáticas. Nuestro grupo sacaba buenas notas, por lo que se consideraba el mejor. Una tarde calurosa, dejamos la puerta abierta para que hubiera una corriente de aire. Al mismo tiempo, otro grupo de estudiantes iba con mucho ruido por el pasillo hacia la sala de computadoras que estaba cerca. Le preguntamos amablemente al profesor si podía cerrar la puerta, ya que los chicos hacían mucho ruido. De repente se levantó de un salto y gritó a todo el pasillo: “¡Cállense todos! ¡Aquí hay verdaderos matemáticos tratando de aprender!”. Y después dio un portazo. Nos reímos durante mucho tiempo. © Callum. Tyler / Quora
  • Estaba haciendo un examen. Como sabía que podía hacer trampa, no estudié. Sobre todo porque tenía suficientes créditos antes del examen y el profesor era muy amable. Entré y me senté al fondo del aula. Saqué mi “acordeón”. Sentí que el profesor fijó su mirada en mí, como si esperara algo. Me preocupé y le dije: “¿Algo está mal? ¿Debo sentarme más cerca?”. Pero me dijo: “¿Vas a tomar el papel con la tarea del examen, no?”. Entonces, me relajé y conseguí mi 10.
  • Un día llegó un nuevo profesor de literatura. Dijo que tenía puntos de vista y métodos de enseñanza creativos e interesantes que nos encantaría. Tenía razón. Todos los alumnos lo adoraban. Un día, se quedó a ayudar a algunos alumnos después de las clases. A eso de las tres de la tarde todos sintieron hambre, y como no había cantina ni máquinas expendedoras, les pidió una pizza para compartir. Más tarde fue despedido por ello. ¿Y cuál crees que fue su siguiente trabajo? Sí, repartidor de pizza. Nos traía la comida cuando ninguno de los profesores podía verlo. © Sean Klayman / Quora
  • En mi época de estudiante teníamos muchas clases en la universidad. La administración no se apiadaba de nosotros. En un día, nos podían colocar cinco o seis clases de una hora y media cada una. Por supuesto, esto no nos hacía gracia, y los profesores tampoco estaban contentos. Teníamos que tener una sexta clase, pero el profesor nos dijo que nos dejaría ir a casa. Todo el grupo nos alistamos, esperando que nos indicara que nos fuéramos. Pero entró y puso una presentación, haciéndonos saber que la clase seguiría adelante. Apenas empezamos a sentirnos molestos, nos mostró la primera diapositiva con frase: “Ja, ja, ja, los engañé”. Un bromista con el que era imposible estar enfadado.
  • En la universidad, teníamos un profesor de historia genial que siempre hacía lotería durante un examen. Digamos que se suponía que había 60 boletos con las preguntas del examen, pero el profesor quitaba diez de ellos para sustituirlos por los de la suerte. Incluían cosas como decir su apellido, citar a Eminem, contar un chiste, recomendar una película de terror, etc. En los tres años que nos dio clases y exámenes, solo una vez me tocó un boleto de suerte, así que no me hacía ilusiones y siempre estudiaba mucho. Pero en el último examen me tocó el boleto de “Nombra los colores del arco iris”. Y casi rompí a llorar porque había estudiado toda la semana, quedándome sin dormir para prepararme. Me negué a hacer esta tarea, saqué un boleto con las preguntas normales, las contesté y obtuve un 10.

Si todos los profesores fueran como los de las historias anteriores, con semejante ingenio y tan divertidos, ir a clases se convertiría en una opción imperdible para muchos. Sin embargo, no todos los alumnos corren con la misma suerte y se encuentran con profesores que nada tendrían que envidiarle a la temida Tronchatoro. Lo que es seguro, es que las anécdotas no faltarán, y es que, la etapa escolar, deja historietas para todos los gustos.

Imagen de portada Oídoporahí / Ideer

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