19 Personas que probaron el peor bocadillo de su vida

Historias
hace 9 meses

Dicen que la comida entra por los ojos, pero a veces los ojos engañan y aquellos platos que aparentan ser una maravilla acaban siendo un completo fiasco para el paladar. Sin embargo, por más desafortunada que sea la experiencia, el trago amargo queda como una buena anécdota para contar.

  • Una vez en el colegio, en una mesa de arte, vi un pastel que llamaban pan batido y era muy rico. Creí que era de un compañero y le di un mordisco sin preguntar. Quién sabe desde cuándo había estado ahí, casi vomito y nunca más tomé algo sin preguntar. © Flor López / Facebook
  • Estaba haciendo una dieta y quería probar una cosa llamada “fideos milagrosos”. Eran como unos fideos libres de calorías que vienen empacados en una bolsa con agua. Su sabor no era tan malo, pero la textura era tan fea que sentía que estaba comiendo cartílagos. No pude terminarlos. © Magmil / Quora
  • Un día, llegué a la madrugada a mi casa y estaba todo oscuro, pero no prendí la luz para no despertar a nadie. Traía un té helado, que dejé en la mesa; ya me iba para mi cuarto cuando recordé que había olvidado el té y regresé por él. Me metí al cuarto y le di un trago. ¡Era Pinol! Como estaba todo oscuro, no me di cuenta, pero al escupir todo, desperté a mi mamá. © Carolina Martín / Facebook

“Ordené pepinillos fritos de entrada. Me dieron un pepinillo cortado en cuatro y me cobraron 10 dólares por eso”

  • Una vez, me habían invitado a almorzar en casa de una amiga y su mamá hizo arroz con pollo. A mí me encanta el arroz con pollo, y ese olía y se veía buenísimo. Cuando probé el primer bocado, mastiqué algo entre agrio y amargo, que nunca en mi vida había probado. No me gustó nada. Eran alcaparras, y ¡el arroz tenía muchas! Tuve que comerme el arroz poniendo mi mejor cara, pero desde entonces odio las alcaparras.
  • De niña, mi mamá nos preparaba unos deliciosos licuados con vainilla, pastelitos y galletas con vainilla. ¡Olía delicioso desde la preparación! Un día, encontré la botella del extracto de vainilla, me serví una copita y... ¡oh, decepción! Nunca lo olvidaré. © Lily Elmar / Facebook
  • Una vez, cuando era chica, estaba jugando a escondernos con mis primas. Entré a la cocina de mi abuela, abrí el refrigerador, tomé un vaso que yo pensaba que tenía agua y me lo tomé bien rápido. Cuál fue mi sorpresa, porque lo que había en el vaso era clara de huevo. ¡Guácala, horrible! Hasta lloré. © Tere Hernandez Ruberte / Facebook
  • Mi mamá utilizaba tazas para colocar azúcar. Entré a la cocina y metí el dedo dentro de una, pensando que era azúcar, lo introduje en la boca y me lo chupé bien feliz. Resulta que también usaba tazas para medir el detergente, así que probé el detergente en polvo; nunca más confié en las tazas de la cocina. © Jenniffer De Morita / Facebook
  • Tengo dos hermanas, y una de ellas se puso a limpiar la pecera donde había peces recién nacidos. Tuvo la brillante idea de ponerlos en un vaso de vidrio, llegó mi otra hermana de la calle con sed y ¿adivinen qué tomó? © Karina M Zapata / Facebook

“Este es el bagel que le dieron a mi hermana en un restaurante”

  • De niña, pedí agua en casa de una querida vecina, abrí el refrigerador a ver si había agua helada y dije: “¡Qué padre, hay de sabor!”. Y ¡zas!, le eché un trago y era amargo, muy amargo. Era espinosilla, agua de uso para diabéticos. Se me quitó la costumbre de tomar algo que no supiera qué es. © Margarita Cardenas / Facebook
  • Cuando hice una escala en el aeropuerto de Dubái, me dieron un cupón para comida gratis. Podía elegir entre un local típico de comidas rápidas y una comida árabe, elegí comida árabe para probar algo diferente. Me dieron un plato de arroz sin sal ni ningún otro condimento y otro plato con algo que parecía una sopa. Probé un poquito y era tan picante que casi lloré. Creo que la idea era poner el arroz en este otro plato para darle el gusto, pero terminé comiendo el arroz sin condimentos.
  • Cuando era niño, mi mamá se negaba a comprar el cereal de desayuno azucarado, que se anunciaba en la televisión cuando veía mis dibujos animados favoritos. Así que cuando llegué a la universidad y vi Lucky Charms, Fruit Loops y todos los demás que ofrecían en grandes cantidades en la cafetería del dormitorio, solo pude pensar: “¡Finalmente! Esta es mi oportunidad. ¡Por esto trabajé tan duro en la secundaria!”. Fue decepcionante. Era como comer cartón cubierto con montones de azúcar y productos químicos. © Kent Fung / Quora
  • Recuerdo que fui a cenar a casa de unos amigos. Había espaguetis y ¡se veían bien! Pero, después de un par de bocados, me di cuenta de lo desabridos que estaban. ¡No podía creer que no hubieran sazonado nada! Busqué frenéticamente a mi alrededor por lo menos sal y pimienta, me moría por poder agregar un poco de ajo. ¿Cómo le dices a un amigo que es terrible cocinando espaguetis? © Iris Acheson / Quora

“Estaba feliz comiéndome el brócoli que un familiar preparó para la cena. Agarré mi segundo pedazo y lo vi plagado de insectos. Esto fue después de que traté de enjuagar el resto. Me rendí y perdí el apetito”

  • A mí no me gustan la cebolla ni el ajo, para nada, no los tolero. Pero un día fui con mis padres y mi hermana a visitar a un tío y unos primos por su cumpleaños. Estaban preparando espagueti blanco, con queso y crema. A mí se me antojó mucho y me serví un plato grande. Cuando me lo llevé a la boca, fue lo peor. No le habían puesto sal ni ningún otro condimento, solo cebolla, mucha, mucha cebolla. Me costó mucho trabajo, pero me lo tuve que terminar y no volví a comer espagueti en mucho tiempo.
  • Mi abuela puso lavandina en los jarritos del té para blanquearlos, y yo entré muy acalorada y tomé unos buenos tragos. © Alicia Serraino / Facebook
  • Un día, mis amigas hablaban del submarino, que es una bebida en la que se derrite una barra de chocolate en un vaso con leche, y confesé que nunca lo había probado, así que decidimos que en la próxima reunión lo tomaríamos. Honestamente, estaba emocionada porque siempre había escuchado buenas críticas y me intrigaba saber qué tan buen gusto tenía. Incluso me encargué de comprar los ingredientes. Cuando llegó ese día y una amiga lo preparó, me di cuenta de que estaba lleno de grumos... Odio la bebida con grumos, me provoca arcadas, ¡me revuelve el estómago! Sin embargo, me tomé ese submarino hasta la mitad, pero mi estómago no me permitió más. Honestamente, fue una experiencia repugnante, no lo volvería a tomar.
  • Una vez, en la preparatoria, me compré unas gomitas. Eran nuevas y nunca las había probado, pero me gustaron porque eran sabores de frutas diferentes. Le di una a mi amiga pensando que le iba a gustar, era de plátano. La probó e inmediatamente gritó, se la sacó de la boca y la aventó con toda su fuerza porque no le gustó. Yo me quedé sin palabras, pero aún más cuando volteamos y vimos que le había caído en la espalda al profe. Guardé mis gomitas corriendo y fingimos que no sabíamos qué había pasado.
Ten en cuenta: este artículo se actualizó en julio de 2023 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.
Imagen de portada HometownJess / Reddit

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