10 Pruebas de que la vida de las mujeres en las antiguas Roma y Grecia no era como la muestran las glamorosas películas

Mujer
hace 2 años

Ser mujer en las antiguas Roma y Grecia no era en absoluto lo mismo que ser una mujer ahora. Las cosas que damos por sentado no estaban disponibles en ese entonces. Y no se trata solo de los derechos y libertades, sino también de cosas más comunes.

En Genial.guru, nos sumergimos en el pasado y descubrimos algunos hechos particulares que nos ayudarán a comprender lo que significaba ser una mujer del mundo antiguo.

1. Había que trabajar mucho

En general, la vida de las mujeres romanas bajo el mando del emperador Agustín era difícil de envidiar. Si una mujer pertenecía a los estratos sociales más bajos, su libertad de movimiento era mucho menos restringida que el de una dama de clase alta. A pesar de eso, también tenían que trabajar más duro: ayudar en la granja.

Si una chica vivía en la ciudad, por ejemplo, podría convertirse en partera, nodriza, peluquera, costurera, actriz, mesera, cocinera o entretener a los romanos como malabarista o bailarina. Las chicas de clase alta, en cambio, se dedicaban a ser amas de casa.

2. Había que usar el ingenio durante la menstruación

Es probable que, en la antigüedad, las chicas no tuvieran períodos menstruales con tanta frecuencia como las mujeres modernas debido a su dieta. Sin embargo, las romanas y griegas esperaban tener flujos abundantes, ya que temían por su salud si el líquido quedaba dentro.

En general, durante el período, las mujeres se quedaban en casa y se ponían algodón, lana y trapos entre las piernas, que luego se lavaban y se reutilizaban. Además, los científicos creen que las mujeres usaban subligaculum (ropa interior de cuero) durante esos días.

3. Para deshacerse del marido, había que irse de casa por 3 días

En aquellos tiempos, según la primitiva ley romana, existían 3 tipos de matrimonio. Confarreatio, un matrimonio entre patricios, romanos de alto rango. El segundo era coemptio, “compra”.

Y el tercer tipo de matrimonio era “por costumbre”: una mujer que ha vivido permanentemente en la casa de su esposo de facto durante 1 año era reconocida como su esposa legal. Por tanto, en este último tipo de matrimonio, una mujer podía escapar de su marido por 3 días una vez al año para no ser reconocida como su esposa.

4. Para charlar, había que ir a un sauna

En comparación con otras ciudades antiguas, la higiene en la antigua Roma estaba a un nivel bastante alto. La ciudad tenía un sistema de alcantarillado bien desarrollado y los baños y saunas públicos no dejaban apestar a los romanos y romanas. No obstante, también les traían dudosos beneficios: los lugares púbicos de ese tipo eran un excelente lugar para contraer algún tipo de enfermedad. Por lo que, al ir al sauna, los romanos debían tener cuidado.

Sin embargo, también había aspectos positivos. Los baños y saunas eran una especie de lugar de encuentro. Las mujeres romanas iban allí para charlar con conocidos, escuchar poesía y encontrarse con amantes. Aunque no era común que hombres y mujeres se bañaran juntos en Roma, más tarde, el obispo Agustín les prohibió por completo a las mujeres bañarse desnudas. Y así, estando en saunas, las romanas tenían que usar togas especiales.

5. No era muy común amamantar

Las mujeres romanas ricas no amamantaban a sus bebés. Los recién nacidos se entregaban a la nodriza. Soranus, un médico influyente en aquellos tiempos, asumió que una madre quedaba demasiado desnutrida después del parto para poder amamantar al bebé.

Además, el médico romano creía que una de las ventajas de acudir a una nodriza griega era que, junto con la leche, se podía transferir el don de su lengua materna al bebé.

6. Había que casarse a temprana edad

En promedio, las romanas se casaban entre los 12 y 20 años, aunque las mujeres nobles generalmente lo hacían antes. Según la primitiva ley romana, el varón vivo de mayor edad era la cabeza de la familia y tenía el poder absoluto sobre sus hijos.

Tenía el derecho de acordar el matrimonio de una hija o un hijo mucho antes de que alcanzaran la edad requerida. Sin embargo, la hija podría rechazar el matrimonio si podía demostrar que el posible esposo tenía un mal carácter.

7. Las costumbres libres no eran del todo libres

En general, la antigua Roma era famosa por la moralidad libre. Y aunque indudablemente existían matrimonios basados ​​en el amor mutuo, los poetas romanos ensalzaban con mayor frecuencia las relaciones entre amantes. Y en gran parte eran los hombres quienes tenían una amante, mientras que para las mujeres, una infidelidad era considerada algo “inapropiado”.

El estado intervenía en las relaciones amorosas solo si el asunto amenazaba el status quo de alguien. Sin embargo, hubo momentos en la historia de Roma en los que se ejercía castigo penal por el adulterio femenino.

8. Incluso después del matrimonio, el padre conservaba el poder

En los inicios del Imperio romano, la hija permanecía bajo la autoridad de su padre incluso después de casarse, y el esposo no tenía autoridad legal sobre ella. Se esperaba que la hija fuera fiel a su padre, incluso si eso significaba ir en contra de su marido. Además, una mujer, al contraer matrimonio, conservaba su apellido.

9. Había que usar ingredientes cosméticos inusuales

Por supuesto, incluso en la antigua Roma, las mujeres no se olvidaban del cuidado personal. En aquellos días, se valoraba la piel pálida y clara. Una de las recetas populares de máscaras era la lanolina, una sustancia que se obtiene de la lana de oveja. Al producir dicha sustancia aparecía un olor no muy agradable, por el que los hombres a menudo se quejaban. Las romanas también usaban otros ingredientes extraños: jugos de plantas, excrementos de animales, azufre, vinagre, conchas de ostra molidas, cebollas con grasa de ave, leche de burra.

Para blanquear la piel de las aristócratas, utilizaban estiércol de cocodrilo y cenizas de caracoles. Los romanos incluso hacían dientes artificiales de marfil.

10. Las mujeres no tenían nombres propios

Durante la mayor parte de la historia de la antigua Roma, las mujeres no tenían sus propios nombres. Se les llamaba según su clan (Cornelia del clan Cornelius), y si había varias hijas, al nombre se le agregaba la palabra “menor” o “mayor”. Por otro lado, las niñas recién nacidas se nombraban de acuerdo con el nombre de su padre (Vipsania, hija de Vipsanius).

Posteriormente, a la niña se le daban 2 nombres, combinando, por ejemplo, el apellido de su padre y el nombre del lugar donde nació. En la antigüedad tardía, las niñas a menudo recibían el nombre de sus madres u otras parientes femeninas, quienes, a su vez, a menudo recibían el nombre de santos.

¿Qué elementos de la vida del pasado te parecieron más increíbles?

Imagen de portada Alexander / Warner Bros.

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