Por qué puede ser bueno que un niño tenga tiempo para aburrirse

Psicología
hace 3 años

El aburrimiento parece estar muy infravalorado, y es que, por lo general, no somos capaces de ver que otra persona se aburre sin hacer nada, o incluso de aburrirnos nosotros mismos. Cuando un niño se aburre, tendemos a proponerle mil y una ideas diferentes sobre lo que puede o no hacer, a comprarle cosas que realmente no necesita, a incluirlo en un gran número de actividades distintas, a cumplir sus antojos y deseos con tal de evitar el berrinche. En resumidas cuentas, los sobreestimulamos y los protegemos en exceso.

Es posible que los beneficios del aburrimiento en los niños pasen inadvertidos para muchos de nosotros, y es precisamente por eso que Genial.guru quiere mostrar algunos de los procesos asociados con este estado, que se relaciona con diversos sentimientos.

1. Qué supone el aburrimiento en los niños

Llegan las vacaciones, los feriados puente, los días festivos o tan solo momentos libres y los niños no saben qué hacer. Cuando un niño está acostumbrado a pasar la mayor parte de su tiempo ocupado y con situaciones o acontecimientos previamente programados, no se esfuerza por buscar el entretenimiento o la distracción.

El aburrimiento es para ellos esa sensación de desasosiego y nerviosismo por no saber qué hacer, por no encontrar algo lo suficientemente divertido que cumpla con unas expectativas cada vez más y más elevadas. Los niños, a su corta edad, aún no saben valorar el tiempo como tal y lo valioso de los ratos para uno mismo. Buscan estímulos, y si no los hallan, aparece el conocido “me aburro”; y si aun así no encuentran entretenimiento, pueden aparecer los berrinches y la desesperación.

2. Cuáles son los motivos de que aparezca

Puede que en alguna ocasión hayas escuchado decir a nuestros mayores que “en sus tiempos no había tantas cosas y los niños eran felices”; pues, no andan desencaminados. Lo cierto es que, en un mundo donde todo se mueve rápidamente y las cosas se obtienen en un parpadeo, se busca la satisfacción de los deseos y las necesidades de la misma forma, y los niños no son la excepción.

Los más pequeños de la familia suelen tener la agenda tan llena y ocupada que apenas les resta tiempo para el juego, y ahí radica el principal problema. Entre colegios, actividades extraescolares, deberes, tareas del hogar y algún otro tipo de compromiso social (cumpleaños, reuniones familiares, visitas a los abuelos, entre otros), les damos todo hecho, todo pautado y programado al milímetro, de modo que cuando son ellos los que tienen que pensar y planear su forma de entretenimiento, tenemos un problema.

3. Qué hacemos los padres cuando nuestros hijos se aburren

Como padres, por lo general, cuando somos conscientes o vemos claramente que nuestros pequeños se están aburriendo, solemos actuar de dos formas totalmente opuestas: o bien tendemos a ignorar sus peticiones y la forma en la que se sienten u optamos por la sobreestimulación, y ninguna de las dos es buena:

  • En el primer caso, se pueden presentar consecuencias en cuanto al desarrollo y el correcto aprendizaje, además de que los niños pueden llegar a creer que no nos preocupamos por ellos, que no nos interesa o preocupa cómo se sienten y, en consecuencia, que tampoco nos interesan ellos.
  • La otra opción es la de sobreestimular a los niños dándoles aquello que quieren, en el momento en que lo piden, para lograr que se calmen y no hagan un berrinche. Sin embargo, si optamos por solucionarles todo y darles las respuestas, estaremos propiciando la dependencia y la sobreprotección.

4. Por qué deberíamos dejar que se aburran

En un mundo y una sociedad en la que existen una multitud de compromisos sociales, requerimientos y obligaciones varias para los más pequeños, resulta imprescindible que encuentren tiempo para ellos mismos. Es decir, tratemos de no guiar u orientar cada uno de sus movimientos, dejémoslos andar por sí mismos y tomar algunas decisiones. Por ejemplo, a qué pueden jugar o en qué deben emplear su tiempo libre. Debemos tratar de facilitarles los medios, mas no el entretenimiento.

Cuando un niño se aburre, piensa, aprende un poco más sobre sí mismo, sobre quién es y lo que le gusta y, sobre todo, crea. En estos momentos surgen la creatividad y la imaginación para averiguar, descifrar y encontrar por sí mismos algo con lo que divertirse. Están aprendiendo y no dependen de alguien más para hallar entretenimiento o consuelo. Por sí mismos están resolviendo sus primeros conflictos.

5. Los beneficios

Puede parecer increíble, pero es cierto, el aburrimiento tiene sus beneficios:

  • Estar con uno mismo y hacerlo en armonía es uno de los aprendizajes más arduos de la vida de un ser humano, ya que descubrir cómo somos, encontrar todas esas características ocultas y reencontrarse con las partes más escondidas y soterradas puede suponer un gran esfuerzo emocional y psicológico. Cuando un niño se aburre y piensa en sí mismo, comienza este aprendizaje, inicia un camino de autodescubrimiento y exploración, que puede hacerle las cosas mucho más sencillas en la edad adulta.

  • Estar aburrido supone tener tiempo libre y, por tanto, un período de descanso y de retiro de la gran cantidad de actividades cotidianas.

  • Surge el ingenio y se fomenta el desarrollo del libre pensamiento y de la reflexión.

  • Dota al niño de sus propias herramientas para hacer frente a los problemas y solucionarlos.

  • Les enseña a manejar la frustración y a actuar ante ella.

  • La creatividad y la imaginación se desarrollan, aumentan y se convierten en grandes aliadas de nuestros hijos.

¿Qué hacen tus hijos cuando se sienten de este modo? ¿Cómo acostumbras a actuar cuando te dicen “me aburro”?

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