20 Hombres recuerdan el instante en que supieron que era ella

¿Vas todos los días al gimnasio, comes sano y aún así sientes que tu salud se debilita? Tal vez no sea falta de esfuerzo, sino exceso de mitos. En un mundo donde hasta tomar agua con limón tiene club de fans, muchos hábitos disfrazados de saludables podrían estar jugando en tu contra. No se trata de solo comer ensaladas y levantarse temprano: algunos de estos errores te están robando energía sin que lo notes. Acá desarmamos los más comunes, para que vuelvas a llenarte de energía y vitalidad.
¿Crees que saltarte el desayuno o el almuerzo te ayudará a marcar el abdomen? Piénsalo dos veces. Esta estrategia puede ser contraproducente y afectar negativamente tu salud y progreso físico, ya que:
¿Qué hacer en su lugar? Come cuando tengas hambre y detente cuando estés satisfecho. Además, el hecho de preparar tus comidas con anticipación puede ayudarte a evitar decisiones impulsivas,
Creer que todo lo bajo en grasa es automáticamente saludable es un error común, pero puede jugar en tu contra si no lees entre líneas (o etiquetas). Cuando a un producto le quitan la grasa, también le quitan mucho sabor. ¿La solución que usan muchas marcas? Le meten más azúcar y carbohidratos para compensar. Resultado: algo que suena fit, pero que a largo plazo puede aumentar tu riesgo de diabetes tipo 2 y sabotear tus objetivos de salud. Lo que puedes hacer es prestar atención a los gramos de azúcares y carbohidratos en las etiquetas de los alimentos y consumir grasas saludables como aguacate, frutos secos o aceite de oliva.
Hoy en día, muchos han decidido eliminar el gluten de su dieta sin tener idea clara de por qué. El marketing y las redes sociales han hecho parecer que “libre de gluten” es sinónimo de “más saludable”. ¿Y si lo eliminas sin necesitarlo? Muchos eliminan el gluten “por si acaso” o porque lo ven como una moda “saludable”. Pero esto tiene consecuencias:
Meterle proteína a todo lo que comes suena como la jugada ganadora: más músculo, menos grasa, mejor saciedad. Pero si la consumes en exceso, hay efectos secundarios que no quieres ignorar:
¿Cuánta proteína es “demasiada”? No necesitas exagerar. Calcula tu ingesta con base en tu peso, actividad física y objetivos. Considera todo: comida y suplementos. Y sobre todo, no descuides lo demás: agua, fibra, variedad y balance. La proteína es esencial. Pero más no siempre es mejor. Si la estás incluyendo en cada comida, batido, botana y hasta postre... es hora de repensar tu estrategia.
Durante años nos vendieron los endulzantes artificiales como la alternativa “saludable” y sin culpa al azúcar. Pero nuevos estudios están diciendo otra cosa: podrían estar afectando tu corazón y tu salud más de lo que crees, debido a que hay indicios de que los endulzantes podrían alterar cómo tu cuerpo regula el azúcar en sangre y contribuir al síndrome metabólico (presión alta, colesterol elevado, resistencia a la insulina). Todo esto es terreno fértil para enfermedades del corazón, diabetes y problemas circulatorios.
No hay que entrar en pánico, pero tampoco seguir confiando ciegamente. Por eso, los expertos recomiendan:
Los endulzantes artificiales no son la solución mágica. Reducen el azúcar, sí... pero podrían estar metiéndote en otros problemas. Si estás enfocado en mejorar tu cuerpo y tu salud a largo plazo, lo mejor sigue siendo lo simple: comida real, hidratación y balance.
Los carbohidratos son clave para mantener tu energía al máximo y rendir en el día a día, ya sea en el trabajo o en el gimnasio. Tu cuerpo los convierte en glucosa, la gasolina que usas para moverte y pensar. Los carbohidratos presentes en los granos enteros (avena, arroz integral o quinoa) y las legumbres (frijoles, lentejas o garbanzos) están cargados de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes que ayudan a tu salud general, a mantener tu peso y a evitar enfermedades. Los carbohidratos son tus aliados si eliges bien. No les temas, solo dale prioridad a los naturales y sin procesar para que te mantengas fuerte, con energía y sano.
El agua es la base para rendir bien, pensar claro y recuperarte rápido. No es un número fijo, se ajusta a tu vida y tus necesidades. Pero, ¿cuánta agua hay que tomar? La medida general varía entre 2,7 y 3,7 litros, dependiendo de distintos factores como:
No todo lo “saludable” es lo más sano, y ahora lo sabes. ¿Te identificaste con alguno de estos hábitos? ¿Qué otros “errores sanos” conoces?
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