16 Peculiaridades que algunas parejas no pudieron seguir ocultando al mudarse juntos

¿Sabías que un simple hábito como guardar cebollas junto a papas o colocar carnes en los estantes altos del refrigerador puede arruinar tus alimentos y poner en riesgo tu salud sin que te des cuenta? Muchas de las prácticas que hacemos a diario en la cocina, por costumbre o desconocimiento, pueden favorecer la aparición de bacterias, acelerar el deterioro de los productos o incluso causar intoxicaciones alimentarias. Desde errores al refrigerar hasta el uso inadecuado de envases, estos 13 descuidos cotidianos podrían estar afectando la calidad de tu comida más de lo que imaginas.
Sobrecargar el refrigerador es un error común que muchas veces pasa desapercibido. Al llenarlo en exceso, se dificulta la circulación del aire frío, lo que no solo daña el aparato al tapar las rejillas de ventilación, sino que también impide que los alimentos se enfríen de manera uniforme. Esto puede provocar que algunos productos se mantengan a temperaturas inseguras, favoreciendo el crecimiento de bacterias y acelerando su descomposición. Dejar espacio entre los alimentos permite que el refrigerador funcione correctamente y conserve la comida en buen estado por más tiempo.
La mayoría guarda todos sus vegetales en un solo lugar, pero guardar cebollas junto a papas puede parecer práctico cuando en realidad acelera el deterioro de ambos alimentos. Las cebollas liberan un alto nivel de gas etileno que hacen que las papas broten y se pudran más rápido, mientras que la humedad natural de las papas favorece que las cebollas se ablanden o les aparezca moho. Lo ideal es almacenarlas por separado, en lugares frescos, secos y bien ventilados, para conservar su frescura por más tiempo.
Usar envases plásticos para almacenar comida es común, pero no todos los plásticos son seguros. Algunos pueden liberar sustancias químicas y metales, especialmente si se someten a temperaturas elevadas, lo que representa un riesgo para la salud. Además, reutilizar envases que fueron usados para carne cruda o alimentos contaminados, aunque se laven, puede dejar residuos microscópicos en pequeñas grietas y al ser porosos, favorecen la proliferación de bacterias. Lo mejor es optar por recipientes aptos para alimentos, preferiblemente de vidrio, y tener recipientes exclusivos para cada tipo de alimento.
¿Conoces la regla de las 2 horas? Dejar los alimentos perecederos fuera del refrigerador por más de dos horas puede ser suficiente para que las bacterias se multipliquen peligrosamente, sobre todo en clima cálido. Si la temperatura supera los 32 °C, el tiempo se reduce a 1 hora. Carnes, lácteos, salsas y sobras deben refrigerarse lo antes posible para evitar intoxicaciones. Mientras más rápido los enfríes, más seguros estarán.
Colocar la carne cruda en los estantes superiores del refrigerador es un riesgo, ya que sus jugos pueden gotear y contaminar otros alimentos. Siempre debe guardarse en recipientes cerrados y en la parte inferior, donde la temperatura es más baja y se evita la contaminación cruzada.
Cortar la parte con moho y usar el resto del alimento puede parecer inofensivo, pero es peligroso. El moho visible es solo la superficie; sus raíces pueden haberse extendido por todo el alimento, incluso si no se ven. Consumirlo puede provocar reacciones alérgicas y problemas respiratorios. Los alimentos que debes desechar ante el más mínimo signo de moho son: panes, yogures, mermeladas, quesos blandos, pasta cocinada, entre muchos otros. Ante la duda, es mejor desecharlo por completo. Sin embargo, existen algunos alimentos que se salvan de esta regla: queso duro, salami duro, jamones curados en seco y verduras o frutas duras. En estos casos puedes quitar 2 cm extra si el moho es pequeño.
Mantén el refrigerador a 3 o 4 °C y el congelador a −18 °C para conservar la seguridad de los alimentos. Si el refrigerador está por encima de esas temperaturas, las bacterias pueden multiplicarse rápidamente. Usar un termómetro es una forma sencilla de asegurarte de que todo se mantiene en condiciones seguras y frescas por más tiempo.
Si los alimentos se descongelan por completo y se dejan a temperatura ambiente por más de dos horas, lo más seguro es desecharlos, especialmente si son carnes, aves, mariscos, ciertas verduras y comidas ya cocidas, pues la las bacterias pueden multiplicarse rápidamente. Y la mala noticia es que esta regla aplica también a los helados y postres congelados similares, ya que cuando el helado se derrite, las bacterias encuentran las condiciones adecuadas para crecer y enfermar al que lo consume.
Aunque parezca obvio, no lavar bien frutas y verduras es un error frecuente que puede traer consecuencias. Estos alimentos pueden contener tierra, pesticidas, bacterias o restos de manipulación. Lavarlos bien con un cepillo apto bajo el chorro de agua ayuda a eliminar riesgos y mantener tu salud a salvo. Incluso los productos con cáscara o piel no comestible deben lavarse antes de pelarlos. Y, aunque es común escuchar que se debe lavar con productos especiales como lejía diluida, esto puede ser más dañino que útil. El agua potable es suficiente para eliminar los residuos más peligrosos sin dejar sustancias tóxicas en los alimentos.
Un mal olor, textura extraña, moho o cambios de color o sabor son señales claras de que algo no está bien, por lo que representa un riesgo real para la salud. Aunque el producto no haya vencido oficialmente, si presenta señales sospechosas o incluso si el empaque no está dañado, lo mejor es no consumirlo.
No separar alimentos crudos de cocidos, así como utensilios, tablas de cortar y superficies en contacto con estos alimentos, es un error que puede generar contaminación cruzada. Los jugos de la carne cruda, por ejemplo, pueden transferir bacterias peligrosas a los alimentos listos para comer, aumentando el riesgo de intoxicaciones alimentarias. Es esencial almacenarlos y manipularlos por separado, utilizando recipientes diferentes y lavando bien las manos y utensilios después de tocar alimentos crudos.
Consumir carne de cerdo mal cocida es peligroso, ya que puede contener parásitos como la triquina, que solo se destruyen a una temperatura interna de 71 °C o más. Comerla jugosa o poco cocida aumenta el riesgo de infecciones graves. Para garantizar la seguridad, siempre asegúrate de que la carne de cerdo esté bien cocida antes de consumirla.
Confiar solo en el microondas para cocinar alimentos desde cero puede ser peligroso, ya que este aparato puede calentar de manera desigual. Esto significa que algunas partes de la comida pueden quedar frías, donde las bacterias pueden sobrevivir. Para evitar esto, es importante remover y redistribuir los alimentos mientras se cocinan, asegurándose de que alcancen la temperatura adecuada en todo su interior. Aunque el microondas es excelente para recalentar, no es la mejor opción para cocinar alimentos crudos.
Cuidar la forma en que manipulamos y almacenamos los alimentos en casa no solo alarga su vida útil, sino que también protege nuestra salud y la de quienes viven con nosotros. Corregir estos errores cotidianos puede marcar una gran diferencia. ¿Y tú, cuántos de estos hábitos sueles hacer sin darte cuenta? ¿Qué es lo primero que vas a revisar en tu cocina después de leer esto?