El dinero puede comprar muchas cosas, pero hay momentos en los que ni la fortuna puede salvarnos de situaciones incómodas. Desde tropezones en cenas elegantes hasta equivocaciones que arruinan el glamour, incluso los más adinerados tienen sus días malos.
Mi amiga fue a visitar a su conocida rica que vive en una mansión. Ella la invitó a la cocina, le sirvió té y la dejó sola unos 15 minutos. La amiga estaba aburrida, echó un vistazo a la cocina, se tomó el té y se sirvió una segunda taza. Se comió las 3 galletas de la lata (tenía hambre después del trabajo). La casera volvió, charlaron y se despidieron. Y entonces mi amiga se enteró, por casualidad, por una chica que trabajaba allí de limpiadora, de que la casa está llena de cámaras. Y esta tía vigila a sus huéspedes, pendiente de cómo se comportarán solos. Y a las asistentas. Y hasta a su esposo.
Una vecina consiguió trabajo de asistenta en la capital. Tengo conocidos en este ámbito, y están allí para chismear sobre los empleadores. Esto es lo que dijo una limpiadora. Hay una actriz joven y popular. Necesita tener una botella de agua mineral en su mesilla de noche por la mañana. ¡Atención! Con el tapón quitado. Y un día la limpiadora se olvidó de desenroscar el tapón. El castigo fue inmediato: le gritó delante de todos, le echó el agua mineral directamente sobre la cabeza y la despidió de inmediato.
¿Qué situaciones surrealistas te ha tocado vivir o presencias? Si te encontrases en momentos como los de las historias anteriores, ¿Cómo reaccionarías?