16 Valientes que se animaron al deporte... y salieron con una anécdota épica

Historias
hace 2 meses

Todo el mundo sabe que hacer ejercicio es bueno para la salud. Ayuda a reducir el colesterol, mejora la circulación y el estado de ánimo, combate la depresión y, en general, aumenta la confianza en uno mismo. Los protagonistas de estas historias no solo se animaron a comenzar a entrenar, sino que también se llevaron anécdotas que nunca olvidarán.

  • Nos propusimos bajar de peso juntas con una compañera del trabajo y nos inscribimos al gimnasio. A ella solo le duró el entusiasmo un par de meses, pero yo me enganché y en 10 meses perdí 18 kilos. En la oficina me llovían los halagos, hasta que empezaron a mirarme con lástima e incluso algunos me ofrecían ayuda. Resulta que mi compañera les contó “en secreto” que había bajado tanto de peso porque estaba gravemente enferma y tomando sustancias prohibidas. Cuando le reclamé, me dijo que si fuera posible adelgazar solo con ejercicio, ella también lo habría logrado. Como no pudo, según ella “obviamente yo me estaba metiendo algo”. © Oído por ahí / Ideer
  • Nuestro instructor da clases de fitness en una escuela pública. Las sesiones son por la tarde y cuando terminamos, ya no queda nadie más que el conserje y el vigilante. Un día, el vigilante curioso comenzó a asomarse por las ventanas del gimnasio. No sabemos cuánto tiempo llevaba observándonos, pero esa noche, al cerrarnos la reja, nos dijo con toda naturalidad: “¡Hasta luego! Están muy buenas sus clases ¡hay puras embarazadas!”. Nos quedamos en shock. Pero, bueno eso fue una ¡motivación extra! © LadaTeplova / Pikabu
  • En los últimos seis meses subí 17 kilos. Y durante todo ese tiempo seguí yendo al gym con los mismos shorts. El otro día, mientras hacía sentadillas con barra, los shorts decidieron rendirse... ¡y se rompieron justo en medio, dejando al descubierto mis calzoncillos morados! Me moría de la vergüenza, ahora me muero, pero de la risa. © thatloose / Reddit
  • Mi esposo de repente empezó a ir al gimnasio, y resulta que su entrenadora es una mujer. Ella le arma las rutinas, le da consejos de alimentación... incluso le escribe por la noche, y él siempre sonríe cuando lo hace. Ya me tenía harta esa situación, así que decidí inscribirme también y ver qué era lo que realmente pasaba ahí. Entré al gimnasio y me puse pálida de inmediato: ahí estaba mi marido rodeado por 3 o 4 personas, todos mirando algo en su celular y muertos de risa. Resulta que a él le encanta ver y compartir memes de internet. Y la entrenadora a veces le manda cosas graciosas por mensaje, ¡por eso se la pasaba sonriendo! Al final, el gimnasio me gustó mucho. Ese mismo día compré mi membresía.
  • Puse la alarma muy temprano para salir a correr. A las 5 am la apagué y seguí durmiendo, pero soñé que estaba corriendo. La verdad, quedé satisfecho. © WorldWhite / Pikabu
  • El tipo que estaba sentado junto a mí en una banca acababa de hacer su serie y estaba tan agotado que agarró mi botella de agua y se la bebió de un trago. Tardó unos segundos en darse cuenta de que no era la suya. Me miró con una cara de disculpa tan sincera que no pude evitar reírme. Solo le dije: “No hay problema, hermano”. © NShadows_ / Reddit
  • Decidí bajar de peso. Me alimenté sano por un mes, pero no bajaba ni un gramo. Peor aún: me salieron lonjitas, y la panza no se iba. Hacía ejercicio extenuante, comía poco, trabajaba mucho... y nada funcionaba. El misterio se resolvió solo: ¡estaba embarazada! Ahora ando confundida, pero feliz comiéndome unas hamburguesitas. © Oído por ahí / VK
  • Conocí la verdadera vergüenza. Estaba en una clase privada con mi entrenador, hice una sentadilla... y mis shorts se rompieron justo por detrás. El entrenador, un chico guapo con una sonrisa encantadora, dijo: “¡Vaya, estás creciendo como con levadura!”. Seguro se acordará de mí por mucho tiempo. © Oído por ahí / VK
  • Había una mujer en el gimnasio con audífonos que cantaba a todo pulmón. Ese día olvidé mis audífonos, así que no podía dejar de escucharla. Tuve que parar varias veces porque me daba tanta risa que no podía seguir. © raginghomelessperson / Reddit
  • Tenía como 16 años y acababa de empezar a practicar boxeo. Quise correr en la caminadora, pero llevaba una sudadera con capucha y me dio calor. Decidí quitármela mientras corría a toda velocidad. En fin: salí volando de la caminadora con la sudadera atorada en la cabeza. © The_Mad_Hatter*** / Reddit
  • Voy al gimnasio con frecuencia. Cada vez que entreno, me esfuerzo al máximo, maldigo al entrenador y me arrepiento de haber ido. Pero cuando termino, me lleno de confianza, energía y alegría. Durante la sesión, me imagino fuerte, valiente, haciendo los ejercicios con orgullo. Hoy, al salir, una chica con la que entreno me dice: “¿Por qué siempre traes esa cara de sufrimiento cuando entrenas?”. © Oído por ahí / Ideer
  • Quise comenzar a hacer ejercicio. Empecé con unas flexiones. Me acosté en el piso, encontré una llave perdida debajo del mueble y una barra de chocolate bajo el sofá. Noté que un rodapié estaba suelto. Ahora estoy arreglándolo... mientras me como la barra. Las flexiones las dejo para mañana. © Fryking / Pikabu
  • Fui al gym ayer. Estaba en la caminadora, cada quien en lo suyo. Adelante, un chavo con su entrenador intentaba hacer una sentadilla con bastante peso. Apenas hizo una repetición con esfuerzo. De pronto, el administrador prendió el aire acondicionado y se fue la luz. Todos en la oscuridad buscaban algo. En eso, el tipo grita: “¡Andrés, hice 12 repeticiones!”. Todo el gimnasio estalló en risa. Luego regresó la luz. © ValeTur / Pikabu
  • Estaba cansado, no dormí bien, pero ir al gym es sagrado. Entrenaba en automático hasta que noté una mirada extraña de una chica. Me di cuenta: llevaba camiseta, tenis y boxers... ¡pero los shorts se me habían quedado en el vestidor! © Oído por ahí / Ideer
  • Me inscribí a clases grupales y comencé con entrenamiento de fuerza combinado con cardio. La música sonaba a todo volumen, todos brincaban, yo disfrutaba y sudaba a chorros. De repente, noté que varias chicas me miraban raro. Me revisé de pies a cabeza, pero no encontré nada fuera de lugar. Todo tuvo sentido cuando llegué al vestidor: había olvidado que llegué maquillada, y al limpiarme el sudor, me borré todo el maquillaje... ¡parecía una obra de arte abstracto!
  • El gimnasio al que voy está en un sótano, y toda la iluminación es artificial. Ayer, una vez más, se fue la luz de repente. Todo quedó en silencio. De pronto, alguien encendió la linterna de su celular y gritó con entusiasmo: “¡No pasa nada, seguimos!”. Y enseguida, el sonido de los discos chocando contra la barra volvió a llenar el lugar. © Oído por ahí / Ideer

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