El Sol en realidad es del color de un arcoíris, mira por qué

Curiosidades
hace 7 meses

¿Sabías que nuestro Sol es en realidad... verde? No, mentira, estoy bromeando. En realidad, es... ¡de todos los colores que puedas imaginar al mismo tiempo! Espera, ¿qué? Sé que parece broma, pero lo digo en serio. ¿No puedes creerlo? De hecho, nuestro Sol tiene absolutamente todas las ondas del espectro luminoso. Es simultáneamente rojo, azul, verde, amarillo, ¡el color que quieras! ¿De dónde crees que vienen los arcoíris? Cuando la luz del sol se refleja en las gotas de agua que están en el aire, se divide en un montón de ondas de colores que podemos ver individualmente. Y cuando están todas juntas, vemos un rayo de luz blanco. Nuestros ojos son incapaces de percibir el concepto de “todos los colores al mismo tiempo”, por lo que su combinación nos parece blanca.

“Espera”, podrías decir. “¿Blanco? ¿No es amarillo el Sol?”. ¡Sí, también es amarillo! Pero, por favor, no mires al Sol directamente para asegurarte. Aparece blanco cuando lo vemos desde la Estación Espacial Internacional. Este es el color “real” del Sol, tal como lo perciben nuestros ojos. El astro adquiere un tono amarillento cuando sus rayos se dispersan en la atmósfera de la Tierra. Nuestra atmósfera no deja pasar bien los rayos azules del espectro. ¿Pero los rojos? ¡Seguro, por qué no! Por cierto, ese es el motivo por el cual el cielo nos parece azul. La atmósfera esparce el color azul por todas partes. Durante el amanecer y el atardecer, se reflejan ondas azules cortas, pero las rojas largas nos llegan perfectamente. Por eso vemos las puestas de sol de color rosa, naranja o rojo. Pero, ¿qué pasaría si el Sol tuviera un color diferente? Para responder a esta pregunta, repitamos rápidamente lo que hemos aprendido:

Uno. El Sol tiene todo el espectro de colores. Dos. Nuestra atmósfera dice: “¿Rayos azules? NO. ¿Rayos rojos? Claro que sí”. Así que probablemente ya hayas adivinado qué pasaría si el Sol fuera, digamos, rojo. El mundo entero se vería como durante las puestas de sol. No está mal, ¿eh? Ni siquiera tendríamos que esperar al anochecer para admirar un cielo escarlata. Agua anaranjada y una luna roja brillante... sí, sería más oscuro de lo que estamos acostumbrados, ¡pero aun así no estaría mal! Por cierto, un día, el Sol se volverá rojo. Cuando su vida llegue a su fin, se expandirá y se convertirá en una gigante roja antes de finalmente apagarse... Pero, eh, no va a ser muy divertido para nosotros, así que... Esperemos no estar por aquí para ver eso; momento, estoy seguro de que no estaré. Tengo una fiesta ese mismo día.

Bien, ¿y si el Sol fuera verde? Bueno, la verdad es que... El Sol ES verde. Bien, ya sé qué vas a decir. “¿Estás bromeando? ¡¿No acabas de decir que es blanco?!”. Buen trabajo, por cierto. No exactamente, amigo. El sol se ve blanco. Pero técnicamente, tiene una temperatura de alrededor de 5500 grados centígrados. Y la longitud de onda máxima del espectro del Sol corresponde a un tono verde azulado. Pero para asegurarnos de que el Sol sea verde, necesitamos ahogar el resto del espectro visible y hacer que nuestra atmósfera deje pasar un color verde puro. ¿Y qué pasará entonces? Bueno, todo será verde. Y también se volverá un poco más oscuro. Acéptalo, no es fácil ser verde. De acuerdo, sigamos. Ahora pintemos el Sol de azul. Las estrellas azules realmente existen. Se las llama “gigantes azules”. Afortunadamente, nuestro Sol no es una de ellas... ¿Por qué “afortunadamente”? Bueno, porque si fuera una gigante azul, sería una estrella joven, hermosa, inimaginablemente grande y muy, MUY caliente.

Mira, nuestra lógica de “el rojo es caliente, el azul es frío” no se aplica a las estrellas. Las estrellas más calientes son blancas y azules, y las más frías son amarillas y rojas. Sí, nuestro Sol es realmente muy frío, ¡en comparación con otras estrellas! Ahora toma la temperatura promedio de tu ciudad, pero multiplícala por cientos de miles. Sí... Estamos luchando contra el calentamiento global aquí, pero ¿una quema global? No, gracias, gigantes azules. De todos modos, imaginemos que el Sol se volvió azul. ¿Cómo veríamos el mundo? Sorprendentemente, nada cambiaría. ¿Recuerdas que dije que la atmósfera dispersa la luz azul? Por eso, en este caso, todo quedaría casi igual. Tal vez el cielo se volvería más azul, pero no veríamos mucha diferencia. Y, por último, la opción más oscura. ¿Y si nuestro Sol se volviera... negro? Tendríamos que abastecernos de lámparas y velas, porque ya no tendríamos luz. La gente usaría electricidad en todo el mundo las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Tampoco podríamos ver la Luna; después de todo, podemos observarla solo porque los rayos del Sol se reflejan en ella. Ahora, lo único que nos queda para iluminar nuestras noches son las estrellas... pero no nos ayudan mucho.

Lo bueno es que este escenario es totalmente irreal y no hay estrellas negras. ¡¿No es así?! Bueno... no, no hay ESTRELLAS negras. Pero... nuestro Sol se volverá completamente negro algún día. Y no me refiero a un agujero negro. Estoy hablando de enanas negras. Probablemente, hayas oído hablar de las enanas blancas, hasta tal vez incluso de los siete enanos. Cuando una estrella como nuestro Sol está a punto de terminar su vida, se expande y se convierte en una gigante roja. Y luego, perdiendo gradualmente sus capas superiores, se convierte en una enana blanca. Como ya no tiene combustible, se enfría lentamente. Todo lo que queda es un pequeño núcleo, viviendo su vida y ardiendo brillantemente. Y cuando la estrella se enfría por completo, se convierte en una enana negra. Pero probablemente nunca hayas oído hablar de ellas. ¿Por qué? Porque, sorpresa-sorpresa, ¡no existen! Y no, NO estaba mintiendo. La cuestión es que una estrella necesita alrededor de mil billones de años para convertirse en una enana negra.

Y nuestro Universo todavía es un bebé: solo tiene unos 14 mil millones de años. Entonces, ninguna estrella ha llegado a esta etapa todavía. Incluso las más antiguas todavía emiten un poco de luz. Es por eso que las estrellas negras son solo una teoría. Y es poco probable que alguna vez veamos una estrella así. ¡Pero! ¿Has oído el famoso dicho: “Las estrellas que vemos de noche ya son fantasmas porque su luz nos llega recién ahora”? ¡Eso es un mito! ¡Todas siguen vivas! ¡Hurra! ¿Por qué te cuento todo esto? ¡Imaginemos que nuestro Sol se convirtiera en una enana negra! Todo el Sistema Solar se sumergiría inmediatamente en la oscuridad absoluta. También sería terriblemente frío. La Luna dejaría su órbita y chocaría contra la Tierra... Espera, no. Pasemos por alto este momento y supongamos que todavía estamos vivos. Afortunadamente, no nos congelaríamos al instante, como podrías pensar. El núcleo de la Tierra tiene su propia temperatura, de más de 5000 grados centígrados. Pero las temperaturas en la superficie del planeta descenderían inmediatamente a 0 grados.

El núcleo se enfriaría gradualmente. En solo 2 meses, la temperatura de la superficie de la Tierra sería de 120 grados bajo cero. Y en un año, llegaría a 270 grados bajo cero. La mayoría de las plantas desaparecerían con bastante rapidez, no por el frío sino por la falta de fotosíntesis. Otras vivirían un poco más gracias al oxígeno que aún queda en la atmósfera. Y, por extraño que parezca, los árboles sobrevivirían durante mucho tiempo. Tienen un metabolismo lento y obtienen azúcar del suelo. La capa superior de los océanos se congelaría bastante rápido. Afortunadamente, esta gruesa capa de hielo aislaría las aguas profundas, por lo que no se congelaría todo el océano, al menos durante algún tiempo. A las criaturas marinas les iría bastante bien. (Existieron mucho antes que nosotros y ya están acostumbradas a los locos cambios de temperatura, la falta de oxígeno y comida, las enormes presiones y otras cosas de la vida en las profundidades marinas).

¿Y nosotros los humanos? En primer lugar, empezaríamos a enfermarnos. Sin vitamina D, las personas enfrentarían una gran cantidad de problemas de salud. Además, nuestro cuerpo necesita luz solar para producir melatonina, que nos ayuda a comprender cuándo debemos acostarnos y despertarnos. Si los humanos no tuvieran esta hormona, su cuerpo se confundiría mucho y no sabría si necesita dormir o no. ¡Eso traería insomnio para muchas personas! ¡Pero aún seríamos capaces de sobrevivir! Tendríamos dos opciones: construir submarinos gigantes y bajar a las profundidades del océano, más cerca del núcleo de la Tierra. O quedarnos en la superficie, viviendo nuestras vidas en algún lugar donde tengamos fuentes de energía geotérmica. En Islandia, por ejemplo. También podríamos asentarnos cerca de volcanes: su calor sería suficiente para calentarnos durante mucho tiempo. Nuestra visión se adaptaría a la oscuridad. Pero en algún momento, esta alcanzaría su máximo. Así que tendríamos que acostumbrarnos a vivir en completa oscuridad... Pero ¿quién sabe? Tal vez también podamos adaptarnos a esta vida. ¿Qué opción preferirías? ¿Vivir en el fondo del océano en un submarino o en la superficie cerca de los volcanes?

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