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Aunque parezca increíble, tu cuerpo puede formar piedras en diferentes órganos. No se trata de una metáfora, sino de acumulaciones de minerales o sustancias que, si no se eliminan a tiempo, pueden generar desde molestias leves hasta dolores intensos. Para ello, te invitamos a entender estos procesos para que aprendas a identificar y evitar estos pequeños enemigos ocultos.
Los cálculos renales se forman cuando minerales, como el calcio, se acumulan en el sistema urinario y se cristalizan. Pueden ir desde el tamaño de un grano de arena hasta una pelota de golf. A su vez, pueden pasar desapercibidos o causar un dolor extremo cuando se mueven por los uréteres.
Entre los factores que los provocan están la deshidratación, una dieta alta en sal o proteína animal, y enfermedades metabólicas. Si son pequeños, suelen salir solos con la orina; si no, pueden requerir intervención médica.
Estos se forman cuando restos de comida, células muertas y bacterias se alojan en las criptas de las amígdalas. Se endurecen con el tiempo y generan mal aliento, inflamación o dolor de garganta. Son más comunes de lo que se piensa, especialmente en personas con infecciones recurrentes. En cuanto a su tamaño, este puede variar entre un grano de arroz hasta el de una uva. Pueden eliminarse con gárgaras de agua salada o, en casos persistentes, con ayuda médica.
Estos cálculos aparecen cuando la vejiga no se vacía completamente, permitiendo que los minerales se cristalicen en su interior. También pueden originarse a partir de cálculos renales que migran hacia la vejiga. Su tamaño varía, pero si no se expulsan, pueden causar infecciones urinarias o dolor al orinar. A menudo requieren medicamentos, láser o cirugía para su eliminación. Mantener la vejiga funcionando correctamente es clave para evitarlos.
La vesícula biliar puede formar cálculos cuando hay un exceso de colesterol o bilirrubina en la bilis. Estos cálculos, al igual que los cálculos renales, oscilan entre el tamaño de un grano de arena hasta una pelota de golf. Muchas veces no causan síntomas, pero si bloquean el flujo de bilis, generan dolor abdominal intenso y podrían requerir cirugía. Una dieta equilibrada y una buena hidratación ayudan a reducir el riesgo de formación.
En hombres, la próstata puede formar cálculos diminutos, de un tamaño similar a las semillas de amapola. Suelen pasar desapercibidos, pero si se infectan, pueden inflamar la próstata y causar síntomas urinarios molestos. Aunque no siempre requieren tratamiento, en algunos casos se necesita administrar antibióticos. Los cálculos prostáticos son más frecuentes en hombres de 50 a 65 años, aunque empiezan a ser comunes a partir de los 40 años.
1. Hidrátate con constancia: beber suficiente agua es la mejor defensa contra la formación de cálculos en riñones, vejiga y boca. La orina clara es señal de que tu cuerpo está bien hidratado. Apunta a tomar entre 6 y 8 vasos diarios, y aumenta la cantidad si sudas mucho o haces ejercicio intenso. También puede ser útil incluir algunas bebidas cítricas, como limonada y jugo de naranja.
2. Ajusta tu alimentación: reduce el consumo de sal y proteínas animales, especialmente si ya has tenido cálculos. Prefiere una dieta basada en frutas, verduras y cereales integrales. Los cítricos y los granos integrales ayudan a equilibrar minerales y evitan acumulaciones peligrosas.
3. Controla tu ingesta de oxalatos: alimentos como espinacas, chocolate, café instantáneo y nueces pueden contribuir a la formación de cálculos en personas propensas. No es necesario eliminarlos por completo, pero sí moderar su consumo y combinarlos con alimentos ricos en calcio, como yogur o queso.
4. Cuida tu digestión y vaciado vesical: evita retener la orina por mucho tiempo y asegúrate de vaciar completamente la vejiga, ya que esto reduce el riesgo de que se acumulen minerales. También ayuda mantener un sistema digestivo sano, evitando el estreñimiento y las comidas muy pesadas.
5. Incorpora frutas clave: frutas como sandía, plátano, manzana y limón no solo hidratan, sino que tienen propiedades que disuelven o evitan la formación de cálculos. El jugo de limón, por ejemplo, aporta citrato, que bloquea la cristalización de minerales, como el calcio.
6. Muévete con inteligencia: el ejercicio regular mejora el metabolismo y previene enfermedades como la obesidad o la diabetes, que pueden facilitar la formación de cálculos. Pero cuidado: entrenar demasiado sin hidratación adecuada puede generar efectos contrarios. Lo ideal es moverse todos los días, pero de forma progresiva.
Aunque muchas veces pasan desapercibidos, los cálculos en el cuerpo pueden volverse un problema serio si no se detectan o se previenen a tiempo. La buena noticia es que, con cambios sencillos en tus hábitos diarios, puedes reducir significativamente el riesgo de padecerlos. ¿Ya sabías que existían diferentes tipos de cálculos? ¿Cuál de estas recomendaciones aplicarías en tu rutina?
ESTE CONTENIDO FUE CREADO CON FINES MERAMENTE INFORMATIVOS Y NO DEBE SER CONSIDERADO UN REEMPLAZO DE LA OPINIÓN MÉDICA.
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