Qué sucede si un astronauta flota hacia el espacio completamente solo

Curiosidades
hace 8 meses

Debe ser una de las peores pesadillas de un astronauta: flotar hacia el espacio exterior sin esperanzas de regresar. Imagina que te alejas lentamente de la Estación Espacial Internacional y en dirección a la oscuridad infinita, todo por culpa de un accidente. No hay nada más que un vacío frío. Afortunadamente, aún tienes una oportunidad de sobrevivir. Analicemos en detalle el momento en que esto podría ocurrir. Bien, te encuentras en la Estación Espacial Internacional. Se encuentra a una altitud de unos 400 km, en las capas superiores de la atmósfera. Es importante mencionar que no está inmóvil en medio del espacio. La gravedad de la Tierra la atrae constantemente. Para no caer, debe volar alrededor de nuestro planeta a unos 27 350 km/h. Esa velocidad es suficiente para que la estación se resista a la atracción terrestre.

Pero, en la EEI, cuando sales al espacio exterior, no sientes esa velocidad. Te parece que estás flotando en el espacio y que miras a la Tierra girar. Dicho eso, hay muchos escombros espaciales que vuelan en la dirección opuesta. Desde el punto de vista de una persona de la EEI, la velocidad de estos objetos es increíblemente rápida. Te pones tu traje espacial. Tiene suministros de oxígeno y está equipado con un compartimento de agua, así que puedes beber durante la misión. Estás a punto de caminar hacia el espacio. Primero tienes que pasar por una puerta especial, llamada esclusa de aire. Una vez dentro, verás que tiene dos puertas. Entras y cierras la primera para bloquear el acceso hacia el oxígeno de la estación espacial. Después abres la puerta que conduce al espacio. Lo que estás a punto de hacer se conoce como actividad extravehicular.

Existen varias razones por las que podrías estar en el espacio en este momento. Puede que estés realizando experimentos científicos para averiguar cómo se comportan diferentes cosas en el espacio. También podrías estar probando equipo, sensores y otros dispositivos de vanguardia nuevos. Otra posible razón es reparar partes descompuestas o un mantenimiento de rutina. Antes de dar un paso hacia el vacío, unes tu traje espacial a una soga conectada al casco de la nave. También ajustas unos pequeños cables a tus herramientas, como tu destornillador o tu llave inglesa, para no perderlas. Sales de la nave y sientes algo similar a nadar bajo el agua. Por cierto, antes de ingresar a una zona sin gravedad, los astronautas entrenan en unas enormes piscinas.

Te agarras de la nave y te diriges a la parte que necesita ser reparada. Supongamos que necesitas ajustar un pequeño tornillo. Un astronauta dijo una vez que cualquier tarea es difícil en el espacio exterior. Tienes un traje enorme que enlentece tus movimientos y te vuelve más torpe. También te da comezón. El trabajo puede durar hasta varias horas. En todo ese tiempo, sudas muchísimo. Uno de los filtros del traje podría descomponerse. En ese caso, todo el fluido que libera tu cuerpo podría esparcirse por todo el traje y llegar a tu cara. Tus ojos comienzan a lagrimear, y las lágrimas obstruyen tu visión.

Como puedes ver, hay decenas de peligros acechando en el espacio. Y no hay instrucciones claras para lidiar con la mayoría. En fin, estás ajustando el tornillo. ¡Pero algo sale mal! La llave inglesa salta de tu mano y el tornillo sale volando de la nave. Intentas atraparlo y te alejas de la estación por accidente. Logras alcanzarlo, pero tu cuerpo ya está alejándose. No tienes nada de qué agarrarte, pero tienes la cuerda y... ¡Oh, no! ¡Ya no está unida a tu traje espacial! No la aseguraste bien. Ahora, no solo te alejas de la estación, sino que además tu cuerpo da vueltas. La vista de la Tierra y del espacio oscuro se alternan frente a tus ojos. No puedes detenerte.

Afortunadamente, el cable no es la única medida de seguridad. Tu traje está equipado con un SAFER, o ayuda simplificada para rescate EVA, por sus siglas en inglés. Se trata de una mochila con un tanque que funciona como propulsores. Activas la mochila, lo que estabiliza tu vuelo. Dejas de dar vueltas y te tranquilizas un poco. Ahora sabes dónde se encuentra la EEI. Ahora debes elegir la dirección manualmente y volar hacia ella con mucho cuidado. El SAFER libera gas de unos pequeños tubos, lo que te hace volar hacia adelante.

Utilizando el panel del control del dispositivo, que parece un mando de juegos, puedes cambiar la dirección en que el gas es liberado para darle dirección a tu traje espacial. Asegúrate de que la estación esté en tu campo de visión. Presiona los botones para activar los tubos, pero tómate tu tiempo. Debes estabilizar tu movimiento hacia adelante. Si presionas el botón incorrecto, podrías volver a dar vueltas, lo que reducirá tus chances de regresar. Cada astronauta pasa varias horas en un simulador de realidad virtual que lo hace sentir como si estuviera en el espacio exterior, así que ya sabes controlar el SAFER. Te acercas a la estación a paso lento. No dejes que la mochila te lleve a acelerar demasiado. Si ganas mucha velocidad, debes apuntar los tubos en la dirección opuesta para desacelerar. Si vuelas demasiado rápido, podrías estrellarte contra la estación y dañar el traje.

Por fin llegaste a la EEI. Tienes que agarrarte a algo y avanzar hacia la esclusa. Sientes que estás escalando una montaña debajo del agua. Entras a la esclusa. ¡Fiu! Pero retrocedamos un poco hasta el momento en que te alejabas de la EEI. Bien, intentas usar la mochila para nivelar tu movimiento. Estás nervioso y no logras tranquilizarte. Presionas botones al azar y diriges los tubos en distintas direcciones. Pasan unos minutos. No estás más cerca de la estación, y el combustible del SAFER se ha agotado. Ahora estás aún más nervioso.

Regresemos en el tiempo una vez más. Te alejas flotando de la EEI y usas el SAFER para desacelerar la rotación de tu cuerpo. Ahora estás frente a la estación. Te acercas hacia ella con impulsos lentos pero constantes. Todo marcha bien, pero de pronto ves algo que se mueve. Se trata de un pequeño fragmento de metal de un satélite viejo. Se estrella contra el SAFER y atraviesa la mochila. El combustible comienza a filtrarse hacia el espacio. Vuelves a dar vueltas como consecuencia del impacto. No entiendes en qué dirección estás moviéndote. Lo que debes hacer ahora es respirar profundo y usar el resto del combustible para detenerte.

¡Listo! Estás flotando sin rotar. No hay instrucciones ni protocolos que te ayuden a salir de esta situación. Estás moviéndote hacia el espacio exterior y no tienes control del proceso. Para regresar a la EEI, debes impulsarte contra algo. Afortunadamente, aún tienes tiempo para pensar qué harás. Tu traje espacial tiene reservas de oxígeno suficientes para varias horas, y también cuentas con agua. Puedes beber a través de un pequeño popote de hule, unido a la parte interna del cuello de tu casco. Eres el primer humano en la historia que se encuentra en una situación como esta, pero eso no quiere decir que no tengas chances de sobrevivir. Si pudieras arrojar algo hacia un costado, te pondría en movimiento.

Por ejemplo, si tuvieras una llave inglesa pesada, podrías arrojarla en la dirección opuesta a la EEI. De esta manera, te impulsarías hacia la estación. Lamentablemente, no tienes nada para arrojar. Tienes tu SAFER roto, pero no puedes quitártelo sin la ayuda de otra persona. Disfrutas de la hermosa vista de la Tierra e intentas respirar lo más lento posible para ahorrar oxígeno. Parece que no hay nada que puedas hacer. En ese momento, otros astronautas te llaman usando el sistema de radio. Han detectado tu ubicación y planean salvarte. Tu colega se dirige hacia ti. Tiene dos cables unidos a su traje y planea darte uno cuando te encuentre. Usando el SAFER, la astronauta vuela hacia donde te encuentras. Ya está muy cerca. Por fin, desacelera y toma tu mano. Destraba uno de los cables de su traje y lo une al tuyo.

Utilizando este cable, te acercas a la estación. En este momento, una tuerca oxidada pasa volando. El peligro principal es que los escombros espaciales pueden atravesar tu traje y romper la cuerda. Aceleras y llegas a la esclusa. Abres la puerta ¡y te lanzas hacia el interior! ¡Una de las misiones espaciales más peligrosas ha sido completada! En teoría, existe otra manera de salvarte. Una nave espacial que envía comida y reservas de aire a la EEI puede pasar por ti y regresarte a la estación. Pero esta misión es aún más difícil, ya que exige calcular una ruta muy precisa. Si algo saliera mal, la nave podría expulsarte, y saldrías volando a una gran velocidad. Puedes viajar varias horas antes de quedarte sin oxígeno o hasta que un fragmento de los escombros destruya tu traje. Por suerte, los astronautas están bien entrenados y tienen la experiencia suficiente como para evitar esos accidentes.

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