Un lugar donde esconderte si un asteroide chocara contra la Tierra
¡Se acabó, es el fin! Estás empacando todo lo que entre en tus maletas: comida, ropa, limpieza personal. Detrás de ti, las noticias llenan la pantalla de alertas. Miras el reloj, llegó la hora. Ni siquiera terminaste de empacar.
Sales proyectado de tu casa y ves a todo el mundo arrastrando sus maletas con prisa. Entras a tu auto y conduces lo más rápido posible, esquivando a las personas que corren por doquier. Llegas a un lugar apartado en el bosque. Llevas años preparando tu búnker personal, es capaz de soportar las peores condiciones: tornados, huracanes, volcanes y, son suerte, asteroides. Corres a la entrada, oculta entre árboles y arbustos. ¡No hay manera de que alguien sepa que está aquí! La puerta se parece a esas de las bóvedas de bancos que contienen enormes pilas de dinero. Del otro lado te espera una escalera que desciende 10 m hacia un túnel oscuro.
Lo primero que haces es activar la electricidad. Tu búnker depende de unas potentes baterías alimentadas por paneles solares en la superficie, y tienes un grupo electrónico de respaldo. Si todo sale bien, no tendrás que usarlo, pero tu lema es “una persona no puede tomar demasiadas precauciones”. El lugar está construido con concreto y acero para asegurar una durabilidad máxima, y las paredes tienen un par de metros de grosor. Por fin puedes dejar escapar un suspiro de alivio: llegaste justo a tiempo...
De pronto, sientes que el suelo vibra. Las paredes tiemblan. El miedo te aprieta el pecho cuando todas las puertas de los estantes se abren y la comida comienza a caer. ¿Acaso calculaste mal? ¡¿Esta cosa resistirá?! El asteroide entró en contacto con la Tierra en un punto muy lejano a ti, ¡pero se siente como si te hubiera caído encima! El sonido es ensordecedor, ¡las ondas de choque parecen no tener fin! La luz parpadea. El polvo nubla tu visión y llena tus pulmones. Tomas la máscara con un último pensamiento: es el fin. El búnker va a colapsar. “Al menos lo intenté...”.
1 mes después
Estás preparando el desayuno. Otra noche sin dormir. Por suerte guardaste comida más que suficiente. ¡Y cuánta variedad! Atún, carne, frijoles y sardinas enlatados. Además, tienes comida seca: arroz, leche en polvo, pasta, fideos e incluso algunas golosinas: ¡miel y chocolate! Hasta te permitiste algunos jugos y refrescos, pero el agua ocupa la mayor parte de tu reserva de bebidas. Este lugar ha sido y seguirá siendo tu hogar durante... quién sabe. ¿Semanas? ¿Meses? ... ¿Años? La idea te da escalofríos. Al menos estás en una ubicación ideal, tierra adentro y lejos de cualquier costa. Es muy improbable que unas olas gigantes hayan inundado tu zona. No puedes imaginar cómo se verán las cosas allá arriba. Por favor, que no se repita la historia de los dinosaurios...
¡Necesitas distraerte para alejar tus pensamientos de esas ideas negativas! Caminas por tu “casa” como un agente inmobiliario que les da una visita guiada a compradores potenciales. En la entrada está tu sala. Un sofá y una mesa con revistas viejas y juegos de mesa. Frente a ti, una pantalla plana pequeña con un reproductor de DVD. Lamentablemente, no tienes Internet, pero esas películas te hacen compañía. En otra mesa tienes una radio y un sistema de telecomunicación, son como tus ojos y oídos hacia el exterior. También tienes una biblioteca con todo tipo de libros: clásicos, contemporáneos... Cualquier género, siempre que mantengan tu mente ocupada.
¡Y si nada de eso te ayuda a pasar el rato, siempre hay consolas de videojuegos conectadas a la televisión! ¡Ah, sí, el gimnasio! Es modesto. Solo una cinta para correr y algunas mancuernas. Intentas hacer ejercicios aeróbicos y levantar pesas para mantenerte en forma y saludable. Bueno, en términos de alguien que vive bajo tierra como un topo... Por supuesto, también cuentas con una cocina. Tiene un refrigerador de buen tamaño y un fregadero de acero inoxidable con varios cajones, donde guardas todos los suministros. Instalaste tuberías que permiten el ingreso de agua potable limpia. Si dejaran de funcionar, también tienes tu propia agua.
El baño tiene un retrete, un lavabo y una ducha conectada a un calentador de agua. ¡Hasta tienes una lavadora y una secadora! También cuentas con un pequeño taller; si algo se descompone, puedes repararlo ahí. O puedes construir algunas cosas, como una silla, una mesa, ¡o una estatuilla que te hará compañía desde un estante! Bajando unas escaleras tienes otra parte esencial del búnker: el invernadero. Funciona a base de lámparas de luz solar artificial, por razones obvias. Estarías muchísimo peor si no tuvieras frutas ni vegetales. Además, es autosustentable: cualquier cosecha en mal estado o que se eche a perder se transforma en compost que nutre el suelo.
Olvídate de depender de la carne para obtener proteínas. Quinua, frijoles, lentejas, garbanzos, hongos... Ellos se encargan de eso. Y, en caso de que no estés recibiendo los minerales que tu cuerpo necesita, conseguiste multivitamínicos. La vitamina D es muy importante para la vida bajo tierra y sin sol. No muy lejos de tu pequeña granja subterránea está tu habitación. Incluye una cama grande, una mesita a la izquierda y un pequeño guardarropa a la derecha. No tienes mucha variedad a la hora de vestirte, pero ¿quién notará que usaste el mismo atuendo dos veces? ¿Los ácaros?
Bajas por una escalera para encontrar el cuarto del generador. Hay una razón por la que está tan abajo y sellado con un material a prueba de sonido. El generador se activa de vez en cuando y es bastante ruidoso. También está conectado al sistema de ventilación, así que los gases son enviados al exterior. Hasta tienes un cuarto “pulmonar”. Todas esas máquinas extrañas son bombas que traen oxígeno del mundo exterior, pero cuentan con un sistema avanzado de filtración que limpia el aire antes de bombearlo a tu refugio. Aquí abajo también está el depósito. Todos los repuestos se encuentran en este lugar: un sofá extra, un colchón extra, fregaderos... Hasta hay dos congeladores para tus alimentos congelados, por si acaso.
Y bien, ¿cómo es un día en el búnker? En primer lugar, te preparas el desayuno y disfrutas de una taza de café. Luego pasas por tu sistema de comunicación para oír si hay noticias del mundo exterior. Hasta ahora, nada... Una vez que terminas, te diriges al invernadero para un poco de agricultura. Te gusta mucho estar aquí, sientes que estás afuera, disfrutando de la naturaleza... al menos un poco. Tomas todo lo que esté maduro y lo llevas a la cocina para lavarlo. ¡Y en cuanto te das cuenta, es hora de almorzar! Te preparas una buena ensalada de pepino, tomate y lechuga. Algunos garbanzos como acompañamiento, pasta ¡y a comer! Después, eliges algún DVD que no hayas mirado en un buen tiempo. Una vez terminada la película, haces un control rápido de los niveles de agua y oxígeno.
Hoy también es el día en que debes revisar el generador. Bajas al sótano para echar un vistazo al nivel de combustible y los filtros de oxígeno. Hasta ahora todo bien, pero la idea de una estadía más prolongada te preocupa. ¿Qué pasaría si te quedaras sin gasolina?
Pasas unas cuantas horas entreteniéndote en el taller. De momento no tienes nada que reparar, y hoy no te sientes particularmente creativo, así que vas al gimnasio. Es día de piernas. Ufff, lo detestas, ¡algunas cosas nunca cambian! ¡Antes de que te des cuenta, es hora de cenar! Calientas unos fideos y te relajas en la sala mientras escuchas algunas canciones en el reproductor de música. Este lugar te costó un poco más de 100 000 dólares, desde la excavación del terreno hasta la construcción, pasando por la instalación de todos los sistemas necesarios para la supervivencia. Y eso sin contar la comida y las actividades personales para el búnker. ¡Sí, tienes suerte! Todos estos lujos hacen que tu vida sea buena... casi. Ya ha pasado un mes entero y no tienes noticias del mundo exterior. Siempre has sido un poco introvertido, pero este lugar comienza a agotar tu paciencia. Te sientes solo...
El sonido del sistema de radio interrumpe tus pensamientos. ¿Estática? ¡No, parece una voz! ¡Alguien está intentando contactarte! Corres hacia el comunicador, ¡estás tan sorprendido que casi tropiezas con tus propios pies! ¡Lo lograste, ja! ¡La emoción te sacude! Te has acostumbrado bastante a la vida bajo tierra, pero por fin ha llegado la hora de abrir la puerta y salir al mundo...