Unas señales misteriosas del espacio exterior conmocionaron a los científicos
Miles de naves espaciales extrañas llegan a la atmósfera terrestre. Descienden a nuestro planeta y sobrevuelan las ciudades, mientras las personas se sumergen en el caos. De pronto, la puerta de la nave más grande se abre y una extraña criatura sale. Intenta copiar nuestro idioma y dice que proviene de una estrella distante: Próxima Centauri. Algo como esto podría suceder, ya que los científicos han detectado una extraña onda de radio que proviene de esa estrella.
Próxima Centauri es la estrella más cercana a nuestro sistema solar: se encuentra a solo 4,2 años luz. Eso significa que un rayo de luz proveniente de ella alcanza la Tierra en 4,2 años, lo que equivale a 270 000 veces la distancia de la Tierra al Sol. La estrella en sí es demasiado pálida como para que podamos verla sin ayuda en medio del cielo nocturno, pero su sistema esconde un pequeño secreto. Volemos allí y miremos de cerca. Aquí está la enana roja. Es 7 veces más pequeña que nuestro Sol y 8 veces más liviana. También es 1,5 veces más grande que Júpiter y casi 150 veces más pesada. Pero lo que buscamos se encuentra un poco más lejos.
Este es Próxima Centauri b, un planeta similar a la Tierra. Es solo un 10 % más grande que el nuestro, y se encuentra en la zona de habitabilidad de la estrella. Se trata de la distancia perfecta, ni demasiado lejos ni demasiado cerca, así que la temperatura no es muy alta ni muy baja. El agua, si es que existe, estaría en estado líquido, por lo que la vida podría sobrevivir y evolucionar. Puede que hasta se haya desarrollado lo suficiente como para enviarnos la señal que recibimos.
Una señal de radio es básicamente ondas, tienen una frecuencia y longitud específicas. Y siempre podemos distinguir una onda artificial de una generada naturalmente. La señal que captamos de Próxima Centauri b tenía una frecuencia de 982 megahercios. La radio normal que escuchamos en la cocina o en el auto capta señales de unos 100 megahercios. Por eso, los científicos han concluido que la señal ha sido creada artificialmente.
Podría tratarse de un medio de comunicación entre los mundos desarrollados. Si ese realmente fue un mensaje de una civilización del espacio exterior, tendríamos que ser capaces de decodificarlo. Para eso, cualquier civilización debe usar el método más simple de cifrado. Por ejemplo, la Tierra ya ha enviado ondas de radio al espacio, conocidas como el mensaje de Arecibo. Está compuesto por 1679 bits, y conforma un rectángulo de 23 por 73 cuadrados con información sobre nuestra civilización codificada con un sistema binario.
En la parte superior del rectángulo se encuentra el sistema numérico que utilizamos marcado en blanco. Esta cosa violeta es la clave para leer la siguiente parte del mensaje. Los números atómicos de elementos como el hidrógeno, el carbono, el nitrógeno, el oxígeno y el fósforo están codificados en ella. Estos son los elementos esenciales para el inicio de la vida. Si los que reciben la señal pueden descifrar los números y la clave, podrán leer la siguiente parte del mensaje. Estas cosas verdes son los bloques con los que se construyen las cadenas de nuestro ADN.
Y más abajo encontramos las mismísimas cadenas de ADN. El rectángulo blanco indica la cantidad de pares de estos bloques, y las espirales azules muestran la forma del ADN. Después vemos a la silueta humana. El objeto azul y blanco a su izquierda es un número codificado con nuestra altura promedio. El humano fue dibujado en el extremo de la hélice de ADN para que la civilización extraterrestre pueda entender cómo nos vemos. Y el rectángulo blanco a la derecha de esta silueta es el número de habitantes de la Tierra al momento de la emisión del mensaje: 4200 millones en 1974, casi la mitad de la población actual.
La parte que sigue es un dibujo de nuestro sistema solar. El cuadrado grande y amarillo es el Sol. Después vienen todos los planetas de nuestro sistema solar, incluyendo a Plutón. En aquel entonces aún se lo consideraba un planeta. La Tierra se encuentra un poco más arriba para que la civilización pueda entender de dónde proviene el mensaje. Y el último dibujo es el observatorio del que se envió el mensaje al espacio. En este momento, la señal se dirige hacia el cúmulo estelar M13, a 25 000 años luz de la Tierra. Tardará unos 25 000 años en llegar, y necesitaremos otros 25 000 para obtener una respuesta, si es que realmente hay alguien al otro lado que pueda recibir la señal.
Si la señal de Próxima Centauri también es un mensaje, tendremos que decodificarla. Encendamos nuestra supercomputadora y esperemos el resultado. Pero esta no es la primera señal misteriosa que hemos recibido en la Tierra. Los científicos registraron la extraña señal Wow! en 1977. Supusieron que provenía de la constelación de Sagitario. El telescopio registró la señal desconocida durante unos impresionantes 72 segundos. Más tarde, un científico que observó la impresión de la señal concluyó que era artificial. Escribió “Wow!” en el papel a modo de reacción.
Las observaciones y estudios subsiguientes no pudieron volver a captar la señal. Algunas teorías afirman que provino de una nave espacial que pasaba por la zona. Como se alejó, no lograron detectarla una segunda vez. Pero lo más probable es que esta señal haya sido creada en la Tierra. Se dirigió hacia arriba, pero se reflejó en un objeto a una gran altura (como un avión, un satélite o escombros espaciales) que orbitaba en torno a nuestro planeta. Más tarde, la señal fue detectada por un telescopio. Como había sido creada por humanos, todas sus características, como su longitud de onda y su frecuencia, podrían haber confundido a los científicos.
En 2017, unos científicos registraron una fulguración solar en Próxima Centauri. Su brillo aumentó 1000 veces en solo 10 segundos. Antes de eso, hubo otra fulguración más débil, pero que duró unos 2 minutos. Como consecuencia, Próxima Centauri emitió unas enormes cantidades de radiación. Por más que hubiera vida en el planeta que acompaña a la estrella, estas fulguraciones probablemente la habrían destruido. Los vientos estelares habrían barrido la atmósfera del planeta y arrasado con la vida. En promedio, el planeta Próxima Centauri b recibe 60 veces más radiación de alta energía y 400 veces más radiación de rayos X que la Tierra.
Los científicos concluyeron que la probabilidad de vida allí es de 1 en 100 000 000. Y si bien aún no sabemos con certeza si la señal fue natural o artificial, la idea de varias naves espaciales visitando la Tierra es probablemente imposible. Nuestro único medio para buscar civilizaciones en el espacio exterior son las ondas de radio. Son como un ruido fuerte que se aleja de nuestro planeta en diferentes direcciones a la velocidad de la luz. El problema principal son las enormes distancias. Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene un diámetro de 100 000 años luz. Imagina que hubiera vida en el otro extremo. Si enviáramos una onda de radio, tardaría 100 000 años en llegar hasta ellos, y no recibiríamos una respuesta por otros 100 000 años.
Lo mismo sucede si alguien quisiera contactarnos. Aprendimos a crear y a recibir señales de radio en el siglo XIX. Si una civilización estuviera desarrollándose al mismo tiempo que nosotros en algún lugar de la Vía Láctea y acabara de inventar la radio, no recibiríamos su señal durante varios milenios. Además, los sonidos de radio de nuestro planeta están comenzando a desaparecer. Usamos Bluetooth, fibras ópticas y televisión por cable. En unos 100 años, ya no seremos visibles para otros planetas.
O peor, ¿qué pasaría si hubiera habido una civilización en algún lugar del espacio exterior enviando señales al espacio? Tal vez esas señales alcanzaron nuestro planeta, pero aún no teníamos la tecnología para detectarlas. El mundo que las enviaba evolucionó y su señal de interrumpió. Podríamos haber captado los restos de las ondas de radio que viajaban por el universo, pero instalamos las antenas demasiado tarde.
Hay unas 2 billones de galaxias en el universo. Cada una contiene miles de millones y billones de estrellas similares al Sol. Tal vez exista un planeta cerca de una de ellas que se parezca al nuestro. La vida podría estar floreciendo allí. Y al igual que nosotros, esta civilización extraterrestre podría estar mirando a través de telescopios con la esperanza de captar una onda de radio de un planeta desconocido.