La apariencia de Meghan Markle cambió por un detalle que muchos pasaron por alto

Esta historia parece un guion de película, pero, aunque sea difícil creerlo, sucedió realmente. La protagonista de dicho relato es una científica que logró resistir la presión de una corporación farmacéutica y salvar a miles de niños de la discapacidad. Más allá de su prueba de valentía, ella nos recuerda cuán lejos pueden extenderse las consecuencias de nuestras decisiones.
En Genial.guru creemos que algunos relatos no tienen plazo de prescripción, y que deberíamos recordar las lecciones de la historia para no repetir los mismos errores que la humanidad ya cometió.
Frances O. Kelsey soñó con convertirse en científica desde la infancia (lo cual no era fácil para una mujer en ese momento), y a los 21 años se licenció en farmacología. Posteriormente, un conocido investigador de la Universidad de Chicago, al examinar los currículums de los candidatos, pensó que Frances era un nombre masculino, e invitó a Kelsey a unirse a su equipo.
La ironía es que en ese lugar logró encontrar la causa de la intoxicación masiva de un grupo de personas con una solución de antibióticos no estudiada antes de entrar al mercado. Después de 30 años, cuando empezó a trabajar en la FDA, tuvo que repetir parcialmente esa experiencia. Pero en esa ocasión no lo hizo como científica, sino como oficial, para no dejar que la talidomida ingresara al mercado estadounidense.
La talidomida fue sintetizada por primera vez a mediados del siglo XX, en el curso de una investigación de la empresa Chemie Grünenthal, la cual producía antibióticos.
Un sedante inocuo e inofensivo que, como se observó después, también aliviaba el insomnio y las náuseas matutinas. Parecía un sueño hecho realidad. Bajo diferentes nombres (¡más de 37!), la talidomida salió a la venta en 46 países de Europa, Escandinavia, Asia, África y América del Sur. Un año después, se lanzó una campaña publicitaria a gran escala de “la mejor y más segura cura para madres embarazadas y lactantes”, y esto a pesar del hecho de que ni el fabricante ni los distribuidores habían investigado los efectos de dicho producto sobre los fetos. Los pocos informes que había sobre los efectos secundarios de esta medicina (por ejemplo, neuritis) fueron negados y silenciados.
“Distaval (talidomida) no es un barbitúrico ni un sedante, tampoco funciona como las pastillas para dormir. Es un calmante seguro que brinda un sueño saludable”.
En septiembre de 1960, la talidomida llegó a los Estados Unidos. La compañía Richardson-Merrell la presento para examinar en la FDA (la agencia del gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de alimentos, medicamentos, cosméticos, etc.), bajo el nombre “Kevadon”. La aprobación parecía solo una formalidad. Sin embargo, una nueva empleada, Frances O. Kelsey, rechazó la solicitud sorprendiendo a todos.
¿Qué fue lo que la preocupó?
Frances solicitó más información y, como resultado, comenzó el conflicto. Recibía respuestas del fabricante en los EE. UU., William S. Merrell Company, esperaba 60 días y hacía nuevas solicitudes. Ella fue presionada, trataron de manipularla a través de sus jefes, le reprocharon su incompetencia y se quejaron de la burocracia. Kelsey insistía en que la evidencia de seguridad no era concluyente, y opinaba que Merrell tenía que hacer mejores investigaciones.
“En Richardson-Merrell estaban muy indignados”, decía Kelsey. “Estaban decepcionados, porque Navidad es una temporada alta para los sedantes y pastillas para dormir. Siguieron llamándome y visitándome, diciendo: ‘Queremos ver este medicamento en el mercado antes de diciembre, porque ese es el momento en el que nuestras ventas aumentan’”.
Pero ella se mantuvo firme hasta finales de 1961, cuando científicos de Alemania y Australia encontraron un vínculo entre tomar talidomida y numerosos casos de malformaciones en niños que nacieron después de que sus madres lo hubieran ingerido durante el embarazo. Solo bajo la presión de la prensa, la empresa Chemie Grünenthal comenzó a retirar el medicamento del mercado, notificando de lo sucedido a sus socios estadounidenses.
Para evaluar qué tan difícil fue para esta mujer tomar tal decisión, es necesario tener en cuenta varios hechos.
¿Tuviste que tomar alguna decisión muy difícil en tu vida? ¿Alguien te presionó para que hicieras lo contrario? ¿Cómo resultó todo? Cuéntanos en la sección de comentarios a continuación.