La primera reacción de su madre fue llevarla a un centro de detención de niñas. “Recuerdo que tuve un momento en que pensé: ’Ahora soy oficialmente una niña mala’... y pensé para mis adentros, sentada allí, esperando a ser procesada, que ’realmente no pertenezco a este lugar’”, recordó Oprah.

Fue en ese entonces que se fue a vivir con su padre, Vernon Winfrey. Por vergüenza, Oprah le ocultó el embarazo hasta que los tobillos hinchados y la barriga eventualmente la terminaron delatando. El mismo día que le contó la verdad a su padre, nació el bebé. Lamentablemente, murió al cabo de una semana.

Al ser tan joven, Oprah no entendió realmente lo que había pasado ni sintió ninguna conexión con el bebé en ese momento. Pero su padre sabía que su hija tenía ahora más opciones de las que habría tenido si hubiera sido madre adolescente. “Cuando ese niño murió, mi padre me dijo: ’Esta es tu segunda oportunidad. Esta es tu oportunidad de aprovechar este momento y hacer algo de tu vida’”, dijo Oprah. “Y aproveché esa oportunidad. Y comprendí por mí misma... que puedo hacerlo mejor”.

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