No quiero tener otro hijo luego de haber perdido a mi niña

Historias
hace 1 año

La vida puede estar llena de sorpresas y obstáculos, pero nadie nos prepara para la partida de un ser querido. Sin embargo, la pérdida de un hijo es una de las experiencias más dolorosas que una persona puede enfrentar, y puede poner a prueba incluso las relaciones más fuertes. En este caso, para una usuaria, la muerte de su hija ha desencadenado en muchas situaciones de tensión con su esposo.

Hay veces que las parejas sin hijos se sienten discriminadas como pasó con esta pareja. Las situaciones de pérdida no son ajenas a los famosos, como fue el caso de Pierce Brosnan. También sanar la partida de un hijo puede ser el motor para cambiar la vida de otras personas.

Pau, como la llamábamos, era una niña muy especial, no es porque haya sido nuestra hija, para nada, es porque de verdad tenía un carácter muy lindo. Era una niña muy alegre, dedicada a la escuela; todas sus profesoras y compañeros de clase la amaban. Le encantaban las princesas de Disney (se disfrazó de Elsa cuando tenía cinco años, escuchamos “Libre soy” hasta el cansancio).

Pau siempre tuvo problemas para respirar, la llevábamos a muchos médicos y primero decían que era bronquitis, luego que era asma, pero Pau no parecía mejorar por más medicina que le diéramos.

El primer año después de la partida de Pau fue muy difícil. Mi marido y yo lidiamos con nuestro dolor a nuestra manera. Tuvimos acompañamiento psicológico y todo, pero unos días de plano no nos hablábamos nada, otros nos irritábamos con mucha facilidad, porque teníamos una deuda con el hospital por todos los cuidados intensivos de Pau, y pues que nos tocaba vender los muebles de su recámara y vimos que la casa ya nos quedaba grande.

Nunca me había peleado tanto con mi esposo como en ese momento, la neta. Aunado a esto, mi suegra no ayudaba mucho, implícitamente decía que Pau pudo haber heredado la enfermedad por mi familia, que sí es verdad, mi papá era asmático, pero no tenía mucho que ver. Entonces, yo sentía la presión de tener otro hijo como para reemplazar esa “vacante” que Pau dejó. Esto me hizo sentir horrible y estuve muy mal durante meses. Pensé que nuestro matrimonio se iba a la fregada y que pronto ya estaríamos firmando los papeles del divorcio.

Todo ese año y medio desde lo de Pau, estuve meditándolo mucho y decidí no tratar de tener otro hijo. No creo que esté preparada para otro embarazo, ni mucho menos para cuidar de un niño todavía, se lo hice saber a mi esposo y él fue bastante comprensivo y no tocamos más el tema.

Yo me quedé de una sola pieza, no sabía qué decir. Tuve un ataque de pánico, se me cerró el apetito y todo y nada más le dije que lo iba a pensar y me fui a mi recámara. Mi esposo no ha vuelto a tocar el tema después de eso, pero lo conozco y sé que volverá a insistir muy pronto. Yo no quiero que se vuelva a repetir lo que pasó hace dos años, amo a mi esposo, creo que hemos pasado por momentos difíciles y estamos sobrellevándolos lo mejor que podemos; pero tampoco me siento lista para tener otro niño en mi casa, no sé si puedo con esa responsabilidad y el peso de tener otro hijo por más que sea adoptado. No quiero forzarme a cuidar de una criatura mía o de un orfanato, todavía.

Toda esta situación me crea mucha ansiedad y de verdad no lo puedo soportar. Incluso he contemplado separarme de mi esposo, no sé si algo tan definitivo como un divorcio, pero no lo he descartado de mi cabeza.

Qué podemos hacer para acompañar a alguien que perdió un hijo

La pérdida de un ser querido puede ser traumática para cualquiera. Si bien cada quien tiene su manera de lidiar con el dolor del fallecimiento de un familiar, existen algunos comportamientos o etapas de duelo que podemos identificar como: negación, rabia, negociación, depresión y aceptación.

El fallecimiento de un hijo puede ser un tema doloroso y delicado de tocar para una familia que lo haya experimentado, ya que normalmente en la vida se espera que los hijos vivan más que sus padres. Lastimosamente, cuando esto no sucede, la expectativa se rompe y genera problemas dentro de la dinámica de la pareja, tal como la usuaria de esta historia relata: peleas, distanciamiento y la búsqueda de un reemplazo si el niño en cuestión era el pegamento emocional de la pareja.

  • En una pareja a quien le ha fallecido un hijo, la negación normalmente es la etapa inicial de un duelo. Es un mecanismo de defensa del cerebro para protegerse de eventos de trauma. En una pareja se puede ver reflejado en “apagamiento”, confusión, procrastinación, olvidos, etc.
  • La rabia es el siguiente estadio y está dirigido a otras personas, incluso hacia el fallecido en algunos casos. Para una pareja, su enojo está dirigido hacia los “responsables” de la muerte de su hijo y la persona afectada siente frustración, resentimiento, pérdida del control y hasta vergüenza. Por otro lado, los demás pueden percibir estos comportamientos como sarcasmo, cinismo, irritabilidad y agresividad.
  • La negociación puede implicar un proceso de explicación acerca de la tragedia sufrida. En esta etapa los involucrados se preguntan o quejan sobre los motivos de lo sucedido y así como por qué fueron víctimas, muchas veces en frases estilo “Si hubiera sabido”, “Si no hubiese hecho esto, tal vez esto no habría pasado”. Es normal que las personas externas a la familia perciban el comportamiento de la pareja afectada como prejuiciosa o pesimista acerca de la vida cuando la pareja afectada siente culpa, inseguridad y mucha ansiedad.
  • La depresión es una etapa que generalmente se ve como una profunda tristeza desde afuera, cuando es mucho más que eso, ya que puede ser falta de motivación, apetito y desinterés social. La familia afectada siente dolor, desesperanza y decepción.
  • La aceptación es el estadio en el que la persona ya ha procesado lo sucedido y empieza a dar los pasos para seguir adelante. Podemos notar que la persona afectada es más sociable, anclada con la realidad, se da permiso de ser vulnerable, entre otros. Pero también, si la persona aún no se encuentra preparada para superar lo sucedido, puede que sea más solitaria, melancólica y puede tener otros problemas derivados de la depresión, como insomnio y estrés.
  • Hay veces que cuando un amigo o conocido viene con una noticia tan fuerte como la pérdida de un hijo, no hallamos qué decir o puede que digamos algo que no sea lo más adecuado. En ocasiones, si las típicas condolencias o palabras de apoyo no se sienten adecuadas, el silencio puede ser reconfortante y empático, tu presencia es el apoyo necesario para los padres afectados.

Si quieres saber más sobre los distintos comportamientos de la depresión puedes ver el significado detrás de las sonrisas. También puedes apoyarte de unos tips para lidiar con este problema.

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